La voracidad de estos crápulas del gobierno, parece que no tiene límite. Hoy sale la AFIP planteando que le van a caer con todo el peso, del mal llamado impuesto a las ganancias, que es el impuesto al salario a todos los trabajadores que poseen dos trabajos. Por otro lado, la ATP está preparando un proyecto de ley, donde aumentarán un 40% los ingresos brutos.
Aparte de los tarifazos, las devaluaciones, la inflación, tenemos que pagar todos los impuestos que siempre son directos sobre el pueblo y la clase trabajadora. Todo con un solo objetivo: como siempre decimos, bajar los salarios. Ellos lo llaman “hacer más competitiva a la Argentina”.
Es como si los trabajadores que tenemos dos empleos lo hacemos porque nos encanta trabajar, es porque queremos ser muy, pero muy “dignos”. El trabajador que tiene más de un empleo o labura más de 12 hs., que los hay muchos, es porque no les alcanza para vivir, es porque está alienado, porque tiene cientos de cuentas. Como clase, pasamos la mitad de nuestra vida fuera de nuestros hogares, siendo explotados, sin poder disfrutar de nuestros hijos, de nuestros seres queridos, de las cosas que nos gustaría hacer, como deportes, arte, ocio, viajar, disfrutar de la vida, ser felices. Pero parece que ese aspecto de la vida está vedado para los obreros y el pueblo laborioso. Solo está permitido para un sector privilegiado.
Una vez más, la clase y el pueblo tenemos que poner un límite a todos estos atropellos. No permitir que se nos descuente ni un centavo, por el mal llamado impuesto a las ganancias. El asalariado nunca percibe ganancia, siempre recibe una migaja de lo que produce, o sea, recibe una parte mínima de la riqueza que produce, que es explotación, lisa y llana. Por otro lado, el aumento de los Ingresos Brutos se lo recarga a las mercancías, como el IVA y la mayoría de los impuestos.
Hacen recaer más impuestos sobre las espaldas del pueblo y se los entregan a los grandes grupos económicos. El verso -o mejor dicho- la gran mentira que los “impuestos vuelven al pueblo en obras”, en realidad se los destina en infraestructura para los monopolios, que nos los roban con toda la “fuerza de la ley”, la ley de la burguesía.
Ahora, se los debe frenar, ponerles límites y eso se hará con la ley del pueblo, la ley de la clase. Con la ley de la calle, con la movilización, con la acción directa, con la lucha, con la organización, con la unidad, con la masividad.
Esas son las garantías de ir ganando día a día un poco más, ganando no sólo en lo material, sino en las libertades políticas, en las libertades y aspiraciones como seres humanos, para ir construyendo una sociedad nueva, para ir formándonos en un nuevo ser humano.