Luego de la reunión con cinco gobernadores peronistas, el presidente Macri se reunió con los dirigentes empresarios de la industria, el comercio y los servicios, y las finanzas. Los representantes del capital intentan así dar muestras de alineamiento y cohesión para señalar que la decisión de recurrir al FMI es una más de las decisiones que se podrían haber tomado, cuando en realidad es la única forma que atinan para “salvar” el fracasado plan económico del gobierno.
Todos dicen apoyar la decisión desesperada de buscar afuera lo que no se puede encontrar adentro. Porque en esa misma mesa reunida el día viernes se podría decir que había tantas posiciones como concurrentes a la misma; la burguesía monopolista en la Argentina, ligada intrínsecamente al capital financiero mundial, también es parte de los que protagonizan la corrida cambiaria. Mientras estos supuestos caballeros estaban reunidos, el dólar no paraba de subir y sin ninguna duda todos los allí presentes cubren sus espaldas en una contienda de todos contra todos.
Porque si algo caracteriza de manera singular la situación de la clase dominante en la Argentina es que, a diferencia de otras épocas doradas, ninguna facción puede imponer hegemonía sobre otra y alinear a toda su clase detrás de un plan. En lo único que coinciden es en que la crisis de ellos la debemos sostener y pagar los trabajadores y el pueblo, pero dado que las medidas necesarias para que eso sea realidad son insostenibles políticamente cada sector, podríamos decir hasta cada empresa, resuelve seguir adelante con los negocios cerrados y por cerrar y, en esa carrera despiadada, cada cual atiende su juego como mejor le parece a sus gerencias de aquí y del exterior.
Está cada vez más claro que, más allá de la impericia mostrada por “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” en el manejo de la economía y de la corrida cambiaria, lo endeble del plan económico no pasa, justamente, por la economía sino por los factores políticos.
La necesidad de ir a fondo contra las conquistas, los derechos y las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo para preservar la tasa de ganancia del capital, se topa contra un muro que es la resistencia popular la que, desde diciembre hasta aquí, no ha parado de aumentar y de sumar fuerzas ya no sólo de los que siempre estuvimos en contra de este gobierno y sus planes, sino hasta de muchísimos desencantados compatriotas que depositaron su confianza y hoy se ven defraudados.
Esta situación de la lucha de clases y la reanimación de la lucha y la confrontación de los de abajo, es el principal motivo por el cual los de arriba no encuentran solución a su crisis.
De allí que los revolucionarios debemos tener claras las tareas del momento, como señaláramos en la nota publicada en este mismo medio el pasado miércoles 9 de mayo. Porque en la medida que se agrande la confrontación y ésta se dé en los marcos de la consolidación del ejercicio de la movilización en la que se materialice la independencia política de los trabajadores y el pueblo, no sólo se estará avanzando en el fortalecimiento del campo de la revolución sino que, al mismo tiempo, se seguirá erosionando el frente de la burguesía monopolista y se acentuarán sus contradicciones.