En el marco de la guerra de 1967, la Guerra de los Seis Días, el Estado de Israel ocupó el territorio de Jerusalén Oriental, ocupación que nunca fue reconocida por las Naciones Unidas. Jerusalén oriental estaba destinada a ser la Capital del Estado Palestino. Y de hecho lo es, según el reconocimiento por parte de muchos países integrantes del mencionado organismo internacional, entre ellos la Argentina.
Por supuesto, el Estado Terrorista de Israel no lo reconoce y sostiene la vigencia de la usurpación de la conquista en tiempos de guerra. El 14 de mayo, los Estados Unidos oficializó el traslado de su embajada desde la ciudad de Tel Aviv a Jerusalén, en un acto calculado de provocación y que constituye una demostración de poder de la potencia imperialista en medio oriente. A consecuencia de los enfrentamientos con los soldados israelíes en la Franja de Gaza, 52 ciudadanos palestinos resultaron muertos y más de 2400 heridos. Una masacre repudiada por el conjunto de la comunidad internacional que se suma al genocidio que desde hace tiempo viene realizando el Estado de Israel sobre los palestinos.
A raíz de la creación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, fecha que el Presidente Trump hizo coincidir para el traslado de la embajada, los palestinos fueron expulsados de sus territorios, sufriendo la balcanización, el crimen y el deterioro severo en sus condiciones de vida. Desde entonces, Palestina se ha constituido en símbolo de la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo en la búsqueda de su libertad y su derecho a la autodeterminación.
La Organización Para la Liberación de Palestina (OLP) declaró en forma unilateral la independencia del Estado Palestino el 15 de noviembre de 1988, sosteniendo el reclamo por la devolución de los territorios ocupados por Israel desde la época de la guerra de 1967. La decisión del Presidente de Estados Unidos de efectivizar el traslado de la embajada no sólo constituye un acto que motiva la indignación del pueblo palestino sino que también resulta en la afirmación de los intereses de los grupos económicos monopolistas en la región, custodiados por la enorme fuerza militar del país del norte y su socio Israel, potencia nuclear que cuenta con uno de los ejércitos mejor entrenado y pertrechado del mundo. Repetimos: el derecho internacional no reconoce la soberanía del Estado de Israel sobre Jerusalén Este, y los asentamientos israelíes allí localizados, en número de 200.000 habitantes, resultan por lo tanto, además de ilegítimos, ilegales. Claro ejemplo de que ni siquiera la legalidad burguesa puede frenar la voracidad de los monopolios, en un enclave estratégico para mantener a raya a los combativos pueblos árabes de toda la región, y a la vez ejercer un control militar que apunta claramente al saqueo de los recursos naturales energéticos (petróleo) que se disputan las potencias imperialistas en el marco de una guerra entre las fracciones burguesas, como se aprecia con abrumadora claridad en el conflicto de Siria. Lo que hoy es una fiesta para los israelíes, resulta en una catástrofe para los palestinos, que luchan contra el enorme poder económico y militar representado por los Estados Unidos e Israel.
Debemos apoyar la lucha de los palestinos que pelean por alcanzar su autodeterminación y derecho como pueblo a darse sus propias leyes y forma de gobierno. En eso consiste la dignidad a la que aspiramos para los pueblos del mundo. Esta lucha por la liberación debe ubicarse en la serie de todas aquellas luchas que se libran a lo largo y a lo ancho del orbe, que es la que llevan adelante millones de oprimidos y explotados en el sistema capitalista de producción, que para sobrevivir e intentar superar su crisis estructural, recurre a la generación de guerras y conflictos que diezman a la cultura y a la misma humanidad de los pueblos del mundo, alimentan a las fábricas de armas y promueven el saqueo de los recursos naturales que son patrimonio de todos.
Apoyamos la lucha del pueblo palestino en contra de la opresión del imperialismo. Condenamos el uso de la fuerza militar por parte del Estado Terrorista de Israel y su primer ministro, el criminal Netanyahu. Repudiamos la presencia de Estados Unidos y otras potencias imperialistas en la región, protectoras del poder económico de los monopolios. Abogamos por el reconocimiento definitivo del Estado Palestino, atendiendo al deseo de su pueblo que sufre desde hace décadas la opresión y el despojo.