Pareciera que en el día de la fecha, se jugara prácticamente el destino del país. El vencimiento de US$ 28.000 millones de dólares en Lebac, significa que dichas letras puedan ser renovadas o no y allí se estaría decidiendo nuestro futuro.
Así como nos quieren hacer creer que las consecuencias son causa y a la inversa, tratan de ocultar que todo este movimiento ya ha actuado y se profundiza sobre la apropiación de la riqueza por parte de los grupos monopolistas que han impuesto condiciones al pueblo, al resto de sus competidores, también monopolistas, y al propio gobierno quien debió acomodarse a las decisiones tomadas en los despachos de esos pulpos, quienes no estaban dispuestos a seguir esperando la decisión violenta que bajara el salario medio (costo país), para poder seguir haciendo sus negocios en el mercado mundial que integra nuestro país. Esa decisión no la tomaba el gobierno, debido al nivel de la lucha de trabajadores y pueblo que no permitían esa baja violenta en las condiciones de vida.
Pero aclaremos las cosas, los monopolios que patearon el tablero no son sólo “extranjeros” (los monopolios son transnacionales) ni le dieron un golpe de mercado al gobierno para voltearlo. Por el contrario, el extraordinario saqueo que provoca la corrida financiera, se efectúa facilitada por las medidas previas que el propio gobierno había tomado como, por ejemplo, permitiendo a los capitales comprar letras sin tener que permanecer un período de al menos seis meses como estaba establecido o, como en el caso de los exportadores, haberlos desobligados a realizar los dólares de las ventas al exterior en forma inmediata. Todos son parte de la clase parasitaria que tiene el poder y nos gobierna y que, con sus luchas internas al todo o nada, no vacilan en poner en cuestionamiento a sus propias instituciones, la credibilidad y estabilidad del Estado, y la legitimidad de la democracia representativa (democracia burguesa), con su Constitución y legalidad que dicen respaldar. Todo lo cual hace un combo de crisis política que no tiene fondo.
Claro que el objetivo común de bajar los ingresos de trabajadores y pueblo para apoderarse de mayores riquezas, está por encima de las disputas de negocios y peleas por sus negocios particulares. Con lo cual, los monopolios vencidos se lamen sus heridas y piensan, en consonancia con los vencedores, “no hubo nada personal, son negocios”, haciendo recordar la extraordinaria escena de la película “El padrino” en la que, en diálogo con quienes mataron a su hijo, Don Corleone asimila el golpe y promete no reaccionar.
Pero como toda película, la cosa no termina en esa escena y continúa con la venganza ejecutada por otro de sus hijos quien se hace del poder de decisión y la lucha intermafiosa continúa en una espiral sin fin, no solo desestabilizando a todo el ambiente de la sociedad en donde se desarrolla ese enfrentamiento sino, también, poniendo en peligro hasta sus propios negocios. Una clara referencia de cómo actúa el capitalismo en el mundo y en nuestro país.
El ejemplo del JP Morgan apoderándose de US$ 800 millones de dólares y luego, como miembro de la consultora que califica el riesgo país, bajando la calificación de Argentina, es un ejemplo más que gráfico de lo que decimos. O las resoluciones del gobierno que ante la compra masiva de dólares aumenta a más de 40% la tasa de las Lebac favoreciendo la profundización del saqueo o vendiendo en pocos días una cantidad de más de US$ 8.000 millones de dólares (equivalentes al déficit comercial del país en todo un año) engordando nuevamente los bolsillos de los monopolios, nos confirma claramente que todas las medidas apuntalan la voracidad y el saqueo, bajando los salarios e ingresos populares que es a lo que se apunta, a pesar del discurso oficial de la defensa de los intereses estatales.
Todo se reduce a la lucha por quien se lleva la riqueza que producimos los trabajadores. Esto, que no es otra cosa que la lucha de clases entre los monopolios por un lado y los trabajadores y el pueblo por el otro, es el origen y fin del problema que vivimos en el mundo y en nuestro país.
Se trata del pan que producimos y del que sólo comemos migajas.
Se trata de los parásitos que tienen el poder quienes se llevan las riquezas, y de los trabajadores y pueblo quienes las producimos y, encima, tenemos que pagar el saqueo al que ellos nos someten.
Luego, nos llaman a defender las instituciones que ellos mismos debilitan y atacan, desde afuera y dentro del gobierno, oficialistas y oposición, monopolios favorecidos por la política de shock o por el gradualismo.
La lucha de clases entre quienes todo lo producimos y los parásitos del poder y su gobierno de turno arrecia, y la salida se vislumbra sólo a través del camino de su profundización, pues de lo contrario no podrá romperse la lógica de la repetición infinita del saqueo, la puja en contra del mismo, y la nueva embestida al futuro nuevo saqueo.
El camino, hay que abrirlo. Las picadas se hacen a machete y raspones en los brazos, pies embarrados y dolores en el cuerpo. Pero a través de él podremos salir de la encrucijada. La otra opción es quedarnos en medio del barro que dulcemente nos va a ir absorbiendo hasta tragarnos irremediablemente, sin dejarnos alcanzar alimentos ni agua.
Este pueblo ha demostrado que no está dispuesto a esto último, y por ello es necesario y urgente transitar hacia el norte de la salida empujando la ingobernabilidad de la mafia en el poder, peleando, organizando en cada fábrica, empresa, barrio o escuela, cuestionando su vetusta democracia representativa con el ejercicio de la democracia directa que ya se yergue como conducta habitual en cada rincón y expresión de masas, uniendo toda la fuerza productiva y laboriosa en un solo haz que enfrente este aquelarre de robo capitalista.