Por estos días nos han apabullado con diversidad de fórmulas para salir de la crisis financiera. Ya ni siquiera sugieren hablar de crisis económica. Expresiones tales como subas y bajas del dólar, altas o “bajas” tasas de interés, Lebac o Botes, FMI, bancos de “inversión”, en fin vueltas y vueltas para ocultar tras los fenómenos la verdadera causa de tan grave situación.
La única crisis económica es la de nuestro pueblo.
Con un dólar alto, los salarios planchados y las mercancías dolarizadas se consumó el ajuste en el trazado grueso. Un sector de la oligarquía financiera actuó sin importar consecuencias, sus miradas son globales y van al mejor postor. El Estado y su gobierno, más todas sus instituciones son parte de una u otra manera de esta transferencia millonaria de recursos a sectores cada vez más concentrados. Ahora en su proyecto como clase dominante intentarán ir por más e institucionalizar todos los mecanismos para seguir achatando el salario bajo el concepto de mayor productividad con el aval que les da la democracia representativa.
¿Cual es el eslabón débil del gobierno?
Para ejecutar estos planes el gobierno de Macri debería tener espaldas anchas y cuando hablamos de ello nos referimos a un aval político que sustentado en el movimiento de masas o de un sector importante de él, al menos quienes lo votaron, saliesen de una u otra forma a expresarse en favor de la administración actual. Como reflejo inmediato de ello por arriba se podrían tejer “grandes acuerdos” capaces de sostener una situación dramática. De todo ello Nada de nada.
Lo cierto es que por éstas horas “nuestro” presidente hizo alarde de un efecto “aspirina”, apenas unas horas de impasse financiero, económico o como les guste llamarlo, pero la realidad se impone no hubo ni habrá impasse en lo político. Han golpeado, y como en una pelea de boxeo nuestro pueblo sintió el golpe.
Sin embargo para lograr el efecto continuo de ese mazaso se necesita de una fuerza política que lo sostenga a capa y espada, la burguesía monopolista y todas sus expresiones políticas incluidas la del gobierno saben que la reacción popular se hará sentir y el contragolpe de hecho ya está instalado. Macri sabe, porque es parte y arte de ésta burguesía parasitaria, que la debilidad política “atrae” más debilidad política y aislamiento, nuestro pueblo ha intuido y ahora asimilado que a esta camarilla gobernante hay que golpearla y el “gran acuerdo nacional por arriba” propuesto hace horas murió en el intento.
Esta respuesta política de nuestro pueblo está dada ya para romper todo el proyecto gobernante, se batalla contra la reforma laboral, contra el aumento tarifario, contra la inflación galopante y en definitiva el intento político por disciplinar a nuestra clase obrera ha comenzado a hacer agua. La lucha de clases que se avecina es lectura obligatoria del poder burgués que lo hace vacilar, trastabillar y difícilmente encuentre caminos de unidad política de esa clase. En lo concreto han actuado cuidando el camino de la ganancia de sus propios riñones. Los pactos de “caballeros” se han roto. El pase de facturas se han impuesto por sobre el “diálogo”.
La batalla fundamental para nuestro pueblo es política y las aspiraciones por parar el intento gubernamental irán creciendo. Sin embargo no es suficiente ya tener una mirada cortoplacista de la actual situación política, se hace perentorio acelerar los pasos que implique de hecho fortalecer la unidad por abajo, e ir ganando terreno en la confrontación de fondo ante la democracia representativa que siempre hace volver a explotados y oprimidos al mismo punto de inicio anterior a toda embestida popular. En este momento histórico, a la par que se accione, se enfrente todo intento de llevar a cabo el proyecto de gobierno, quebrarlo en lo político es eso más la introducción de las políticas revolucionarias que implica en lo fundamental instalar la democracia directa como alternativa a una democracia controlada y ejecutada por “representantes” que salen de las urnas, que lo deciden todo en favor de “sus” monopolios que ya ejercen el poder con hombres y mujeres salidos de sus gerencias multinacionales.
Unidad y organización por abajo, independencia política de todo lo institucional de la clase dominante e institucionalización por abajo de la democracia directa como poder soberano. En esto radica nuestra fortaleza política capaz de terminar de romper con el eslabón débil de la burguesía que permita elevar la calidad del enfrentamiento hacia la lucha por el poder.