Días pasados nos desayunábamos (y fue motivo de más de una nota en esta página) que el presidente Macri modificó (o intenta modificar) las tareas del Ejército para que puedan “asistir” a Gendarmería, Prefectura, etc., en “diversas tareas”.
Con el mismo verso con el cual sacaron la Gendarmería de las fronteras y la trajeron para “combatir el narcotrafico y la inseguridad”, destinaron gendarmes en diferentes ciudades del país… Pero, nos preguntamos: ¿disminuyó el narcotráfico y la inseguridad? Claro que no, y no hace falta que nos guiemos por las estadísticas del Estado, las estadísticas de la calle, del día a día, del vecino, son suficientes.
Esta claro y demostrado que esta medida fue pura y exclusivamente para amedrentar a los trabajadores y al pueblo en general, que reclaman por sus derechos. Pero claro, con la gendarmería ya no alcanza.
Por todos los medios, políticos de diferentes colores, periodistas “neutrales” o personajes de la farándula salen hablando de “la paz”, “de la unidad de los Argentinos”, hasta el gobierno promueve un Gran Acuerdo Nacional… Pero nadie cuestiona que saquen al ejército a la calle. ¿Eso no es violencia? ¿Del pueblo trabajador, quién se acuerda? ¿Resulta que somos nosotros los violentos?
Nosotros, pueblo trabajador, también tenemos nuestra voz, y es importante que la usemos.
Violencia es que más del 50% de los argentinos sean pobres; violencia es que haya pueblos sin agua potable; violencia es que haya cada vez más familias viviendo a la intemperie; violencia es que mientras la canasta familiar está en $27.000 (y subiendo) el promedio de los argentinos ganen $15.000. (y cuando hablamos de promedio, es porque por ejemplo, hay trabajadores que ganan $9.000 trabajando 11 hs. diarias, o trabajadores estatales que ganan $12.000). Violencia es que a los jubilados, después de dar 30 años de su vida para enriquecer a otros, les paguen 9.000 pesos!!! Y encima tengan que pagar los remedios, ambulancias o los estudios médicos.
Violencia es que los chicos no tengan escuelas, y las que hay se les caiga el techo, estén hacinados o no tengan calefacción; violencia es que nuestro jóvenes no tengan futuro y vean en la droga la forma de evadirse (negocio que no se va a terminar porque financia campañas políticas, carreras de jueces y ascensos policiales); violencia es que un trabajador se encadene porque lo hecharon del trabajo y no sabe qué le va a dar de comer a sus hijos; violencia es que la policía le dispare gases o balas a los trabajadores que pelean por su puestos de trabajo, o para defender sus derechos; violencia es que envenenen nuestro suelo y nuestra agua para cosechar más soja o juntar más oro, ganancias sólo para los poderosos, amparados en los gobiernos de turno, defendidos por las leyes que ellos mandaron a votar y los jueces se encargan de aplicar, protegidos por la policía o la gendarmería. Los 3 poderes del Estado, que nosotros pagamos, puestos al servicio de unos pocos!!!
Si un trabajador corta una calle para defender sus derechos, le pegan, lo enjuician y lo meten en cana. La violencia ya está instalada en nuestra sociedad, y no la instaló el pueblo, la violencia siempre viene del Estado en manos de la clase dominante.
Y esto se va a terminar cuando nosotros, pueblo trabajador, dejemos de creer en sus mentiras, destruyamos sus mensajes contradictorios y engañosos, y entendamos que esa clase hoy dominante, con sus políticos de turno, son los que impulsan la violencia en toda la sociedad.
Allí empezaremos a pensar en una sociedad para nosotros, elaborando un proyecto de la clase trabajadora, que nos represente realmente, donde sea el pueblo trabajador el que tenga el poder, y no estos zánganos que viven de nuestro trabajo y nuestro sudor y sangre. Y con este proyecto en la mano, impulsar los cambios en la sociedad para que sea más justa, igualitaria, que ponga al hombre por encima de las ganancias.
Todo lo contrario a lo que hace la burguesía, que para eso tiene el poder y nunca lo dejará por sus medios. Por eso existe la violencia. Y es por eso que intentarán amedrentar al pueblo con más fuerzas represivas en las calles, más allá de lo que logren en la actual etapa de la lucha de clases.