En nuestro país, el gobierno de los monopolios intenta, con todos los medios que tiene a su alcance, cumplir fielmente con la misión del Estado burgués, cuya función es la de constituirse en organismo de dominación de clase. El millonario préstamo solicitado al Fondo Monetario Internacional, recientemente aprobado, y que constituye el 54% de todo lo que se le ha pedido al organismo multilateral en toda la historia de la Nación, es una prueba más que elocuente de lo que afirmamos.
Gran parte del monto solicitado se va a destinar al pago de los servicios de la deuda externa, alimentando de manera directa la fuga de capitales. El ajuste exigido por el Fondo será brutal: implica una drástica reducción de la actividad económica, pues la obra pública iniciada por este gobierno gracias a la reducción de la masa salarial, los préstamos solicitados anteriormente y el incremento impositivo ahora se detiene, lo cual implica de manera directa el engrosamiento de las filas de desocupados.
A mayor desocupación, mayor deterioro del salario. Otra manera directa de ir incorporando los lineamientos de la reforma laboral, aún antes de que el proyecto de ley, cuestión ya tratada en varias notas en esta página, pase por el Congreso.
La deuda contraída, que se suma a los montos anteriores, se tornará impagable para las administraciones futuras, pero sobre todo se constituirá en un ancla para el conjunto del pueblo trabajador que, de no modificarse la situación planteada, verá cómo su calidad de vida marcha sin atenuantes hacia un deterioro insospechado.
Mientras tanto, los ministros del régimen sacan su dinero del país, pero a los trabajadores se les exige austeridad. Que cuidemos el uso de la energía, que no gastemos más de lo que “ganamos”, y que el esfuerzo debe ser del conjunto de la sociedad. Pero, en época de ajuste feroz, el esfuerzo es sólo de los trabajadores y sus familias. En el mejor de los casos, vivimos al día para pagar cuentas y comer, cuando los ajustadores y los dueños del capital para los cuales se gobierna, disfrutan de los lujos, las facilidades y las excentricidades que provienen del plusvalor que nos roban todos los días en el proceso productivo.
Pero el Fondo exige más: reducción del déficit fiscal primario, reformas estructurales, apertura comercial, todo lo cual redundará en una serie de medidas antipopulares directas; reducción de empleados públicos, cierre de estructuras, incremento de tarifas, enfriamiento de la economía.
Por supuesto que no está en los planes del gobierno reducir el déficit fiscal cobrando las retenciones que correspondería, dentro de la lógica misma de un plan económico coherente, a las mineras y a las sojeras, porque si así fuera se estaría mordiendo su propia cola, o directamente la cola de sus patrones, los grupos económicos concentrados.
Las reformas educativas de las que se viene hablando van en la misma dirección. El proyecto UNICABA, la Secundaria del Futuro, y la amenaza directa de la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, que no quiere pobres en la Universidad pero sí futuros trabajadores disciplinados al servicio del capital, acompañan, sostienen y alimentan la lógica perversa del modelo ajustador.
Reforma laboral, reforma previsional y reforma educativa forman parte de esa lógica que intenta imponer el gobierno de la Alianza Cambiemos al conjunto del pueblo trabajador.
Pero existe una realidad histórica inexorable: la lucha de clases, que el pueblo argentino sostiene con decisión, en los lugares de trabajo y de estudio, en los barrios y en la calle. El gobierno se encuentra débil, y manifiesta a cada paso la crisis profunda que atraviesa la clase a la que representa.
Como ya se ha señalado, nos imponen una crisis económica que es directa consecuencia de su crisis política. A todas luces se evidencia el malabarismo con el que intentan sostener la gobernabilidad, apoyados por sus socios locales además, desde el peronismo y pasando por todas las expresiones del Parlamento burgués.
El pedido del préstamo al Fondo Monetario quiere ser la garantía que un gobierno desfalleciente le ofrece a los grupos económicos monopolistas. Como saben muy bien que las y los trabajadores, estudiantes y el conjunto pueblo no estamos dispuestos a tolerar el atropello contra nuestras vidas, agudizan la tensión elevando el nivel del autoritarismo y la represión, buscando amedrentar a la población a través de los medios de comunicación que apelan a los discursos referidos al orden, la seguridad, la libertad de circulación y tantas otras apelaciones a la legalidad burguesa que el propio poder ejecutivo se encarga de vulnerar, porque la crisis de gobernabilidad así lo requiere.
El último veto a la ley contra el tarifazo es un ejemplo que se puede recortar entre cientos. Eso sí, para promover el blanqueo de capitales de manera escandalosa y delictiva, o para avalar el gatillo fácil (caso Chocobar) el gobierno no tiene ningún empacho en violar la ley.
Todo esto nos indica claramente que nosotros, la clase trabajadora y el pueblo, debemos tomar al toro por las astas, resistir y combatir estos embates de una burguesía desesperada por sostener su poder.
A ello, le impondremos el poder de la clase e impulsaremos y construiremos las herramientas necesarias. El Partido impulsa la conformación de organizaciones de masas que promueven las asambleas masivas y la construcción de poder local, desde las bases trabajadoras, apelando a la democracia directa como instrumento esencial para la toma de decisiones acerca de nuestro destino.
El movimiento sindical revolucionario, en este sentido, se constituye en el mejor ejemplo de lo señalado. Los trabajadores podemos organizarnos sin la necesidad de recurrir, ni a las instituciones de la burguesía ni a una legalidad impuesta y pensada para favorecer a sus estructuras.
Podemos darnos nosotros mismos nuestra propia organización, elegida democráticamente. A profundizar esta construcción aspiramos, por una vida digna para todo el pueblo, en marcha hacia el socialismo.