¿Acaso rompimos un medidor de luz o un caño maestro de agua, que tenemos que padecer con el pago de aumentos exorbitantes en tarifas del tipo que fuere? ¿Qué trabajador rompió la economía, que tenemos que estar pagando tal inflación, que ni siquiera es culpa nuestra? ¿Qué rompieron los abuelos que les ajustan sus jubilaciones?
Desde niños nos inculcan que no debemos romper cosas, porque caso contrario nuestros padres deben hacerse cargo de pagar los daños… Ahora, las preguntas que nos hacemos como trabajadores son: ¿Qué carajo rompimos, que vivimos pagando los platos rotos?
¿Cuántos supermercados rompimos, para pagar a diario tales aumentos en la canasta básica familiar? No entendemos que hemos roto para que el dólar se haya disparado de manera tal con respecto a nuestra moneda.
Pero sí hay algo de lo que estamos seguros: las cosas que debemos romper para lograr vivir dignamente. Y entre ellas, la más importante: ¡¡el aislamiento!! Esa barrera que existe entre nosotros mismos compañeros de clase, ya sea por diferencias políticas, religiosas, de sexo o étnicas, que nos hace débiles; porque la burguesía tiene un sinfín de estrategias, entre ellas, dividirnos es una de las primordiales.
Porque no es lo mismo. A cien personas que intentan hacer algo individualmente les costará mucho más que esa misma cantidad de gente luchando en unidad y organizada.
De las demás cosas que tenemos que romper y no menos importantes son el techo salarial, terminar con el ajuste, la inflación y el sistema capitalista, el peor de los cánceres de un trabajador. Este sistema violento de corrupción, sangre, drogas, delincuencia y tantas otras atrocidades es el que nos impide salir adelante y vivir con dignidad.