Tareas urgentes a desarrollar:
– La organización política del pueblo para derrotar el proyecto de gobierno pasa a ser una tarea fundamental.
– El problema a abordar radica en la unidad del pueblo.
– Organización y unidad van atadas, y con ellas, la metodología es un ingrediente fundamental.
Pregonamos la unidad del pueblo por abajo y ello requiere organización. Por ejemplo: si es una fábrica y hay un intento de flexibilización laboral de hecho, en mi sector realizo una asamblea o una reunión para ver qué hacemos. En ese qué hacemos y con resoluciones en la mano, vamos a otros sectores de la fábrica y alentamos la consigna y a la vez la metodología. Es decir, asambleas en todos los sectores, independiente de lo que haga la burocracia. Se trabaja con una consigna unificadora.
Una unidad producto de asambleas abajo requiere inmediatamente de una organización básica, para esa acción o para ir dejando estacas bien clavadas en cada lucha.
Es en ese proceso en donde hay que elevar la conciencia de clase, la necesidad de independizarnos de todas las instituciones del poder ya putrefactas, para accionar y de desplegar el por qué podemos construir un nuevo país si esa unidad para la acción la vamos elevando a fábricas vecinas, barrios, escuelas, etc.
En ese caminar aparecerán problemas que están en la sociedad, las fuerzas políticas que querrán montarse en esa experiencia para obtener votos, ganar una banca o simplemente postular delegados para que desde arriba manipulen todo.
Hay que organizarse para que esa asamblea del sector, de sectores, de nuevas fábricas o de nuevos barrios se subordine a resoluciones genuinas que vienen de esa metodología democrática, garantizando la masividad para evitar las viejas prácticas burocráticas.
Otro ejemplo: el aumento de las tarifas y la lucha contra ellas unifican a todos los sectores populares. Para ello, los obreros y obreras de las fábricas, los vecinos y vecinas, los comerciantes, las barriadas deben encarar iniciativas que vengan de abajo, empezando a aparecer como referentes surgidos desde el movimiento en marcha de una actividad asamblearia permanente. Cortar una calle, manifestar masivamente, requiere también de organización práctica. Allí aparecen otros niveles de organización, pero todos deben subordinarse a la asamblea.
Una asamblea sin variadas organizaciones tiende a disolverse, organizaciones no sujetas a las asambleas tienden a debilitarse.
La clave está en la metodología. Es decir, para garantizar la masividad la democracia directa se tiene que aplicar a rajatabla, en contraposición a la democracia representativa que delega a un representante, sea un delegado, un ministro etc. Por el contrario, la democracia directa no delega, la asamblea decide y resuelve y si es necesario nombra un representante revocable por esa misma asamblea por mayoría simple.
Asamblea, diversidad de organizaciones, metodologías de democracia directa son un todo que no menoscaba la proliferación de organizaciones que se están desarrollando en todo el país. Pero los tres puntos que mencionamos al principio son insoslayables en el camino de ir constituyendo poder popular con el proyecto político revolucionario.
La tendencia histórica de constituir unidad por arriba está dando paso a lo nuevo, que surge de una sociedad que ha adquirido experiencia de lo burocrático y que conlleva a ese tipo de práctica.
No será fácil amasar esta fuerza de poder popular, ya sea por la fuerte presión ideológica de la clase dominante que subestima todo protagonismo popular o por la inercia de décadas de un verticalismo visceral que nada tiene que ver ya con la socialización de la producción alcanzada en nuestro país.
Estamos a favor de la historia, de lo nuevo que no termina de aparecer pero que subyace en la práctica cotidiana de los explotados y oprimidos, y que más temprano que tarde dará sus primeras batallas victoriosas por ese camino liberador.