El empeoramiento de las condiciones de vida de la gran mayoría del pueblo, el descontento generalizado ante todas las políticas y medidas de gobierno, el agravamiento de la situación política y económica en el mundo globalizado y -por sobre todas las cosas- el pueblo ganando las calles, nos lleva a la pregunta que recorre hoy por hoy cada hogar argentino: ¿Qué va pasar? ¡Así las cosas no van más!
La burguesía monopolista se encuentra en un laberinto político. Sus expresiones parlamentarias hacen agua en el oficialismo y en la oposición, el resto del arco son furgón de cola de lo viejo, de lo perimido, de lo que ya no se soporta.
Hemos insistido en nuestras editoriales que para ejecutar planes de la magnitud requerida por el capital financiero se necesitaría un respaldo político de una buena parte de la población, sectores de clase movilizados por defender una estrategia.
Lo hubo, pero nada sólido. Lo importante para muchos era sacar a la ex presidenta de su trono, no fue otorgar un cheque en blanco al señorito Macri. Esa espalda política se evaporó y en estos días, ya la gobernabilidad está muy cuestionada, habrá que esperar ciertos acontecimientos para afirmar aún más esta tendencia.
¿Y si no hay gobernabilidad con este gobierno, y no hay una sola expectativa de cambio que venga por la oposición parlamentaria…? ¿Qué vendrá?
No será ni la primera ni última vez que en este sistema los argentinos hayamos vivido ésta situación. Pero a decir verdad, la historia no se repite y los contextos no son ya los mismos, la experiencia de nuestro pueblo tiene un plus de distinta calidad a todo lo vivido. El 2001 no fue en vano.
Del lado de las grandes mayorías explotadas y oprimidas en forma consciente o inconsciente vienen adoptando en los hechos una fuerza por abajo que no respeta viejas institucionalidades. Miles y miles de organizaciones de base proliferan en todos los hechos políticos, reivindicativos, sociales y culturales para ir por lo suyo, se sostienen en el tiempo, se robustecen.
Sin embargo, aún ese gran caudal que se expresa en lo cotidiano no acumula en lo político con la suficiente fuerza como para transformarse en una alternativa a la ingobernabilidad que acecha a la burguesía.
¿A qué llamamos acumular políticamente? A que las expresiones de protesta generalizada que se oponen efectivamente a la propuesta de democracia representativa, que delega a “sus representantes” la deliberación y ejecución de los planes de la clase dominante, se erijan en la verdadera alternativa al sistema que hoy nos rige. Esta acumulación política es el verdadero poder popular y hay que trabajar decididamente en esa dirección.
Pero entre la ingobernabilidad por la que caminará la burguesía y la falta aún de una propuesta robusta, movilizando una alternativa en lo político de carácter revolucionario…
¿Qué proponernos hoy los destacamentos avanzados del proletariado como salida coyuntural?
1) Profundizar la movilización y el enfrentamiento contra este gobierno.
2) Mantener en vilo a toda la clase dominante para quebrarle su voluntad inmediata de ajuste de cuentas al pueblo en todos los planos.
3) Que el parlamento y las elecciones del 2019, sus herramientas de engaño, no puedan instalarse. Para ello hay que aferrarnos al terreno de la disputa política por abajo. Ejercer la democracia directa y organizar y hacer consciente en el pueblo de esta salida política.
4) Bajo ésta coyuntura muy compleja, impulsar la más amplia unidad del pueblo por abajo, que se vaya transformando en una verdadera deliberación masiva, capaz de organizar fuerzas suficientes para avanzar como alternativa de salida para las grandes mayorías. Atar rápidamente lo que se pueda atar para desde allí dar otro salto.
5) Hay mucho para hacer pero hay mucho hecho, confianza en el abajo, en ese proceso unitario que no cesa, persistir una y otra vez, buscar nuevos caminos, amasar la unidad política en cada fábrica, en cada barriada, en cada centro de estudio, etc.
6) Desde allí, desde esas trincheras, unir todo descontento, organizarlo desde abajo, por zonas, regiones, politizar la alternativa de la democracia directa para facilitar en cada paso su nacionalización como alternativa de poder.
Bajo los siguientes ejes de acción táctica:
1) Salario mínimo y jubilación mínima igual a la canasta familiar.
2) Frenar y hacer retroceder los tarifazos. Basta de aumentos de precios e inflación.
3) Defender los derechos laborales y sociales conquistados por los trabajadores.
4) Ampliar los derechos políticos de la clase obrera y el pueblo frente al crecimiento del autoritarismo.
5) Extender y profundizar el ejercicio de la Democracia Directa.
6) Impulsar organizaciones de base estables que se constituyan en referentes locales para motorizar estos objetivos políticos y el ejercicio de la democracia directa.