Según el gobierno y los medios masivos de difusión, que se hacen eco de lo que dicen los funcionarios, las tasas de interés se aumentan a ese nivel para que el dólar no aumente y no genere más inflación. Pues si aumenta el dólar, dicho incremento se traslada a precios y vuelven a aumentar los índices inflacionarios.
Pero si vamos un poco más al fondo en el análisis, prescindiendo de la recesión que ello genera, comprobaremos que el aumento de tasas de interés también aumenta la inflación, porque la tasa de interés es considerada costo por el empresario, ya que todo lo que constituye desembolso por fuera de la ganancia, para él, es costo de producción.
Por ejemplo, pagos de salarios, materias primas, insumos, energía, alquileres, compra o desgaste de maquinarias y herramientas, impuestos, tasas y contribuciones patronales, etc., son considerados costos para el empresario. La parte de la ganancia que debe necesariamente compartir con otros empresarios, transportistas, comerciantes o banqueros, también es considerada costo y, en consecuencia, el monto destinado a cubrir los mismos, se los carga al precio de las mercaderías que hace producir en su empresa.
Todos estos costos son porcentajes variables, pero de lo que se cuida el empresario monopolista es que nunca varíe su porcentaje de ganancia, el cual pretende que se mantenga inalterable. Por eso causa indignación cuando el presidente, los funcionarios y los propios empresarios monopolistas, salen a decir que “todos debemos sacrificarnos” para salir de la crisis.
Entonces, ¿cómo se hace para bajar la inflación?
La inflación, lo hemos dicho en forma reiterada, no es un problema que pueda resolverse desde lo económico, aunque desde las usinas y los mentideros del sistema se esfuercen por repetir tal argumento.
La inflación es el mecanismo sobreentendido, es decir, no planificado, no escrito, no pactado, que utiliza la burguesía cuando le es imposible bajar los costos de producción, entre los que se encuentra el salario, a los niveles que le permitan sostener sus porcentajes de ganancia. Y como la tasa de interés que cobran los bancos es considerada costo por el empresario, los monopolios cargan los porcentajes correspondientes de aumento que ella opera a los precios de sus mercancías para mantener dichos porcentajes de ganancia.
Como vemos, la burguesía y su gobierno están encerrados en un círculo vicioso respecto de la tan cacareada intención de disminuir la inflación.
El problema es que la inflación no se resuelve con medidas económicas. La inflación es de índole política y por lo tanto, se resuelve con medidas que generen confianza en la población. Ahora, para generar confianza hay que llevar a las masas laboriosas a niveles de vida superiores incrementando sus ingresos, cosa que es contradictoria con todas las medidas que se están tomando desde el Estado para sostener la ganancia monopolista. Porque aumentar salarios y beneficios sociales (salud, educación, vivienda, jubilaciones, seguridad), sólo puede hacerse, bajando en la misma proporción los niveles de ganancia.
Un ejemplo claro, de cómo la lucha de clases se agudiza, se tensa y establece arrinconamientos a la burguesía a la que le quedan dos únicos caminos: o persiste en la confrontación y la profundización de la misma con toda la población laboriosa avivando el fuego de la inestabilidad social y su propia gobernabilidad, o retrocede en los niveles de explotación a los trabajadores y pueblo en general mermando sus ganancias.
Un problema político que la burguesía, por su parte, no está dispuesta a resolver por propia decisión, pues no quiere ni uno ni otro camino, pero el sostenimiento de la ganancia es más fuerte y se inclina por ese camino, mientras que los trabajadores y las amplias mayorías populares, por la otra, están decididos a conquistar mejores ingresos y beneficios sociales (educación, salud, vivienda, seguridad, jubilaciones, etc.) que constituyen la base material indispensable para una vida digna.