Los medios de incomunicación hablan “de crisis” como hablan del clima. Litros y litros de tinta, metros y metros de papel, horas y horas de radio y televisión para explicar la crisis, confundir con la crisis, sacar provecho de la crisis. Como en tantas otras cosas, los medios y voceros del sistema imponen no sólo el tema de debate, sino la forma y el contenido que le quieren dar a los temas que les interesa instalar.
Siempre buscarán asociar “la crisis” a “un modo de entender el capitalismo” y no al capitalismo propiamente dicho, escondiendo además que desde “la crisis” se imponen soluciones que, inevitablemente, producirán más padecimientos a millones de seres humanos.
La burguesía presenta la crisis como exclusivamente económica o financiera. Pero los revolucionarios la analizamos con una óptica de clase, por lo que el concepto de crisis es bien distinto al que vociferan las clases dominantes. Desde ya, no nos interesa proponer ninguna solución desde la concepción de crisis que la burguesía aplica. Porque el capitalismo es el origen de todas las crisis, pues el capitalismo vive en crisis permanente. Y hace vivir a millones de seres humanos en el planeta de la misma manera: en crisis permanente.
Hablamos de la crisis general del capitalismo, ya que en este sistema las crisis son parte integral del mismo. En la época del imperialismo se acentúa la anarquía de la producción, empeoran las condiciones de vida de los pueblos y la concentración económica y la centralización de capitales agudiza las contradicciones de clase.
El desastre económico implica necesariamente enormes padecimientos en el nivel de vida de los pueblos, pero mucho más profunda, extensa y aguda se ha convertido la crisis política del sistema capitalista en su conjunto. No sólo se ha derrumbado la irrealidad de consumir más de lo que se produce; queda cada vez más claro el carácter expropiatorio y reaccionario del capitalismo, lo que preanuncia épocas de turbulencias para la burguesía y un incremento, en cantidad y calidad, de lucha de clases abierta.
Los pueblos van comprendiendo cada vez más el funcionamiento de las instituciones del Estado, de las empresas y los políticos a su servicio, el papel desinformativo de los medios; la hipocresía y la mentira quedan al desnudo y entonces, el cuestionamiento es social, político, ideológico, cultural y hasta moral.
La podredumbre aflora y el movimiento de masas se saca de encima cualquier vestigio de letargo, tirando por la borda la confianza hacia lo instituido, principal sostén del orden establecido.
Semejante grado de crisis política del sistema abre las puertas a la posibilidad cierta de un nuevo ciclo de movimientos revolucionarios en el mundo. Objetivamente hacia ese lado quiere ir la Historia. Sin embargo, nunca olvidemos que es necesaria la participación directa de las fuerzas revolucionarias para que el capitalismo caiga definitivamente y una nueva época de la Humanidad comience.
Por eso es determinante entender de qué crisis hablamos los revolucionarios, en qué etapa se encuentra la misma en la actualidad y hacia dónde debe marchar la vital lucha que los pueblos han emprendido con fuerzas renovadas.
La crisis del capitalismo que las resuelva el capitalismo (si es que puede).
Los revolucionarios, al frente de la clase obrera y el pueblo, hagamos lo que tenemos que hacer. Todo lo necesario para que la crisis sea un crisis revolucionaria. La actualidad del capitalismo tiene nombre y apellido: crisis política del sistema, alza de la lucha de los pueblos, sobresalientes condiciones para un nuevo ciclo revolucionario.