Las dos clases enfrentadas proponen dos tipos de democracia.
Hoy existe una democracia burguesa. Una democracia no sólo defendida por la clase dominante sino por quienes -de una u otra manera- se han pasado a esa vereda, entablando programas reformistas de defensa a ultranza del sistema capitalista.
La democracia burguesa en nuestro país empieza y termina en las elecciones. Los derechos políticos de la clase obrera y del pueblo son pisoteados y solamente el estado de movilización actual -que es constante y que en términos generales va por fuera de lo establecido por las instituciones del poder- le ponen freno a esta ofensiva de la oligarquía financiera.
La lucha de clases es implacable y la ingobernabilidad para el actual gobierno y para todo el arco burgués, no se detendrá.
La democracia burguesa y su pegajoso electoralismo se llevan de la mano con el Estado burgués, este Estado le pertenece a esa clase y es esta misma clase la que lo defenderá a capa y espada.
La burguesía se llevó un gran premio, corrompió ideológicamente a los “socialistas”, progresistas y populistas en la defensa del Estado, y con ello, en la defensa de la democracia burguesa. Es decir, de la democracia que es utilizada por los sucesivos gobiernos burgueses para explotar y oprimir con la Constitución en la mano (cuando les conviene).
No hay democracia sin clases y no hay Estado sin clases.
Nuestro pueblo y nuestra clase obrera echaron a la dictadura, la democracia burguesa fue una conquista que vino del profundo sentimiento verdaderamente democrático de nuestro pueblo. Había que transitar la experiencia de la democracia burguesa y se la transita. Pero democracia burguesa conquistada por la movilización de clase obrera y de todo el pueblo fue lo que fue: un avance cualitativo de los derechos políticos de las grandes mayorías y un condicionamiento estratégico para la clase dominante, con todas las idas y vueltas de la lucha de clases, a lo largo de más de tres décadas.
Fue en este período histórico que las clases antagónicas se fueron conociendo, midiendo y el desarrollo político de la sociedad en su conjunto se fue elevando.
Pero la democracia burguesa, con su sola salida de elecciones y pisoteando todos los derechos del proletariado y del pueblo, se ha transformado en reaccionaria, porque frena la historia. No es solo el gobierno de Macri, es Macri y toda la institucionalidad burguesa, su Estado, que quieren encorsetar el malestar reinante con actos de salidas electorales, frenando todo tipo de lucha, movilización y organización que nuestro pueblo está experimentando en años y que viene de muy abajo y con cierta independencia de la institucionalidad que viene del poder burgués.
Nuestro Partido cuenta con un programa de lucha táctico, que se va adecuando a los vaivenes permanente de la lucha de clases. Es un programa independiente, de clase y en él se condensa la política que nos lleve hacia la lucha por el poder, la construcción del socialismo y a la vez, la construcción de un nuevo Estado proletario y popular.
Esta política y esta estrategia de poder se llevan de la mano con la experiencia de lucha de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo, que vienen de muy abajo y de muchos años. Pero está en las antípodas de repetir esa frase hecha de “profundizar” la democracia burguesa, que nos ha traído hasta aquí. Estamos proponiendo en forma antagónonica la propuesta de Democracia Directa, que se corresponde con el proyecto de poder del pueblo, antes durante y después de la revolución que propugnamos.
Claro que no es un camino fácil de resolver, pero estamos convencidos que es el único camino revolucionario capaz de lograr poner en manos de la clase obrera y el pueblo los medios de producción. La democracia burguesa que se conquistó en los años 80 fue una conquista de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo movilizado, pero hay que avanzar en la historia de nuestra sociedad humana y en ello asimilar que esa democracia burguesa no sólo no hay que profundizarla sino y sobre todas las cosas, reemplazarla por la democracia directa, que implica aplicar nuevas formas de metodologías de lucha y organización, cuyo eje central es la participación directa del pueblo en las decisiones que se tomen en todos los planos.
Especular con las elecciones del 2019, como nos tienen acostumbrados los partidos del sistema, se ha transformado en políticas reaccionarias que solo intentan sostener un Estado de clase burgués y un sistema capitalista que hace agua por todas partes, si a las soluciones de nuestro pueblo se refiere.
Todo el aparato burocrático del Estado, sin excepción, intentará contener de una u otra manera la bronca y la organización establecida en el abajo, y si es necesario, recurrirán a cualquier cosa para defender “la democracia” burguesa. Sus políticos, sus jueces, sus burócratas sindicales, meterán por la ventana las “aspiraciones” electorales del 2019, como el cuento de la zanahoria.
Seguiremos con políticas que erosionen la gobernabilidad de este gobierno, que no pueda “profundizar” su democracia y con ello abundaremos en los objetivos revolucionarios de preparar las fuerzas populares en función de la Democracia Directa.