A caballo de las aspiraciones populares de deshacerse de esta política nefasta que lleva adelante el gobierno de los monopolios en nuestro país, diversos partidos y organizaciones encuadradas en el “progresismo” llamaron a la “Contracumbre” que se realizó ayer en el estado de Ferro.
La principal oradora del acto, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, desvió cuidadosamente la dirección de esas expectativas, afirmando que la “Contracumbre” no debía identificarse como tal. Fiel a su apego a las políticas de sectores monopolistas a quienes representa, sabedora de que, así como lo hizo durante su mandato, el futuro candidato o candidata a presidente que gane las elecciones deberá participar activamente de las próximas reuniones del G 20 para continuar fielmente con las políticas que los monopolios deciden desde las oficinas de sus directorios, desalentó una oposición franca y popular contra lo que allí se decida el próximo 30 de este mes.
Un nuevo engaño para el pueblo intenta perpetrarse detrás de frases huecas y confusas en contra del neoliberalismo pero sin atacar las bases del mismo que es el sistema capitalista. Los dirigentes de dicho encuentro, que se realizó bajo el título de “Capitalismo, neoliberalismo y crisis de la Democracia”, buscan presentarse como los futuros administradores de los sectores monopolistas de turno que logren imponerse en la contienda interburguesa por apropiarse de la parte del León, ante el estrepitoso fracaso político de Macri y sus huestes quienes transitan su tercer año de gobierno bajo el malestar y odio creciente de las masas populares. Pretenden conducir a un nuevo engaño a las masas populares, sosteniendo la continuidad del capitalismo monopolista de Estado, recitando un discurso populista tras el cual se lanzan a constituir un llamado frente “progresista” como falsa opción popular y verdadero recambio de gobierno a favor de un sector de los monopolios.
La utopía burguesa de vencer, ¡con las mismas leyes capitalistas que la generan!, a la irreversible tendencia decreciente de la tasa de ganancia, lleva inexorablemente a los resultados a donde nos han conducido los gobiernos de turno. Sin cambiar el sistema capitalista que reproduce constantemente esos mecanismos, el ataque a la masa salarial y a todos los ingresos populares continuará indefectiblemente aunque cambien las viejas caras de los gobernantes por otras viejas caras archiconocidas, tal como viene sucediendo, elección tras elección y, en eso, la burguesía monopolista no tiene diferenciación alguna. Sólo la clase obrera y sectores populares pueden frenar con su lucha, movilización y unidad, esas apetencias interminables.
Ante la situación que se vive, muchos de los sectores monopolistas que ven la caída política del actual gobierno, se frotan las manos ante el armado de una opción electoral para la continuidad del sistema, aunque sea con muletas. El barco se hunde y las ratas son las primeras en abandonarlo. Como ha ocurrido muchas veces, varios si no todos, de los sustentadores del gobierno fallido apoyarán a los reemplazantes, aunque deban tragar alguna píldora amarga y ceder su sitial actual a otros monopolios que vengan con fuerza conduciendo el barco que lleva como mascarón de proa a este “progresismo” reaccionario. Las contradicciones entre los distintos sectores y dueños de los capitales, radica no en el fin de sostener el capitalismo y vulnerar los ingresos populares para intentar contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sino en las decisiones políticas y metodologías que se aplican desde los gobiernos de turno en la búsqueda de tal fin, y por los efectos que ellas generan, sobre todo los desespera la inestabilidad política que les profundiza sus enfrentamientos entre ellos y con el pueblo, perjudicando el desarrollo de sus negocios.
Ninguna utopía burguesa surgida del amañado proceso electoral, con el contenido de un supuesto “capitalismo bueno”, será solución a los padecimientos de la clase obrera y sectores populares.
Así como están las cosas, todo camino de solución y una verdadera perspectiva de solución a futuro para nuestros problemas y demandas de mejor vida para la población laboriosa, dependerá de la profundización y generalización de la lucha y organización propias de la clase obrera y el pueblo en unidad. Se abren nuevos escenarios y las fuerzas de las clases antagónicas se aprestan a los nuevos combates.