Cuando se dan hechos que adquieren una relevancia nacional e internacional, como revueltas populares de grandes magnitudes políticas (por ejemplo), en nuestro país -donde los medios masivos los maneja el poder burgués, en la urgencia del negocio de los medios- todo es rienda suelta. Se olvidan que movileros, camarógrafos, periodistas “de segunda línea”, etc. también son parte del pueblo, y que sin ninguna especulación escupen la noticia, hasta que los patrones comienzan a ordenar, poner filtros y censuras hasta lograr definir una mentira al unísono. Pero es justo al inicio dónde se pueden encontrar veracidades de los hechos.
Esto viene a cuento de lo sucedido en el escandaloso desenlace del clásico RIVER-BOCA, que dejó muy mal parado al gobierno. El mismo que termina como el avestruz: por más que pretenda esconder la cabeza “queda mostrando el culo”, pretendiendo esconder la ingobernabilidad y su inoperancia, lo que quedó al desnudo en los sucesos del sábado pasado.
Así por lo menos lo expresaron las imágenes, pero más grave aún lo mostraron las noticias. El mismo presidente Macri e Infantino (presidente de la F.I.F.A.) eran los que exigían y presionaban para que el partido se juegue igual (así lo denunciaban las diferentes radios en tiempo real). Y no era para menos, pues de suspenderse, el bochorno y la bola de nieve (amen de los millones que se perdían) que se les venía encima es todo lo que ya se conoce y se está viviendo. En definitiva, una profundización de la debilidad de este gobierno y las instituciones ya de por si desprestigiadas hasta más no poder.
Pero el golpe es más grave se da cuando el mismísimo presidente pensaba hacer de este evento su “broche de oro” y hasta se vanagloriaba de ello. Donde hasta llegó a afirmar que se debía jugar con locales y visitantes y toda una sarta de idioteces, que sólo las puede afirmar un lumpen, parásito e ignorante como él. Porque no tiene ni la más mínima idea de donde está parado, convencido que este clásico era una fiesta de la burguesía… En el contexto de anfitrión del G20, donde la ministra de seguridad -Patricia Bulrrich- se paseó por todos los medios vanagloriándose del dispositivo de seguridad para el evento, llegando a afirmar días previos al partido: “pusimos 25 mil efectivos para custodiar 20 presidentes, ¿no vamos a poder controlar un partido de futbol?”.
Llegando incluso a generar operaciones de inteligencia montadas para justificar el cierre de la Capital Federal, asesorada por el MOSSAD (el nefasto servicio de inteligencia Israelí). Porque “gracias” a sus informes detuvieron a dos jóvenes adolecentes argentinos acusándolos de pertenecer a Hezbollah. Mientras en el clásico argentino se les escapó la tortuga, nos meten por la ventana conflictos ajenos totalmente a nuestros asuntos internos, en una clara intromisión en la política Argentina).
Todo esto lo que va quedando al desnudo con todas sus fanfarroneadas.
Ahora, el fenómeno ya pasó. Los medios se acomodaron y todo queda reducido a la conducta de los barras y que si hubo o no zona liberada … Así como la conducta cómplice de la interna policial entre la Metropolitana y la Federal, que también la hay por negociados mafiosos.
Pero lo que debe quedar claro es que tanto el gobierno nacional como el de la ciudad son arte y parte; donde también se mezclan sus internas por grandes intereses en defensa de tal o cual facción de los monopolios y con ello sus disputas electorales.
En pocas palabras: un partido de fútbol (una nimiedad, si se quiere) deja al desnudo la tremenda crisis y podredumbre del sistema burgués y la burguesía en nuestro país. A horas del G20, -donde las potencias imperialistas del mundo se dan cita en la casa del mejor alumno de la clase- para fijar sus posiciones en el marco de las disputas interimperialistas, seguramente se estarán preguntando si el lugar elegido era el más correcto o el más acorde.