Hay muchos talleres textiles clandestinos en distintos barrios, cuyo personal trabajamos en negro. Lejos de obras sociales, lejos de aportes jubilatorios, lejos de condiciones dignas de trabajo.
Los principales beneficiarios de esta explotación son importantes marcas. O sea, empresas cuya imagen disimula y esconde esta perfidia capitalista. Empresas que en campañas publicitarias y en ostentosos desfiles de moda, gastan miles de pesos a costa nuestra y cuyo único interés es mantener este cuadro de situación.
El “ideal” femenino y masculino que venden con esas publicidades se monta en el más enconado y oprobioso sometimiento laboral, absolutamente ajeno a esas imágenes y tan cercano al infierno de aquellos a que apenas nos alcanza para vivir.
En el medio de estas empresas y las trabajadoras están los talleristas, que «contratan» siempre en negro, siempre por monedas, siempre por poco muy poco… a cambio de muchas horas de producción.
Las costureras, todas con denodado esfuerzo, pasamos horas y horas inclinadas en rectas, collaretas, overlocks, elastizadoras, embutidoras, estampadoras, cortadoras, encimadoras, etc… sin aflojarle el ritmo a los pedales, a la vista, a la cintura y la espalda.
Apremiadas por las más básicas necesidades, como alimentación, casa, vestimenta, etc… no logramos bajo estas condiciones quebrar esa situación de dependencia en este tipo de trabajos. A medida que la crisis económica y el encarecimiento de las condiciones generales de vida se hacen más difíciles, la dependencia frente a estas condiciones de trabajo da lugar a prácticas laborales más abusivas y oprobiosas por parte de los talleristas, que se aprovechan para mantener ritmos de productividad, verdaderamente esclavizantes.
Ello hace aún más ruin la actitud de esta especie de jerarcas de poca monta, que detentan una vida ostentosa, que las productoras directas no pueden disponer. Estos talleristas vienen a cumplir simultáneamente el rol de capataz y de aparato sindical. Tratan de amortiguar, de contener, de convencer, al mismo tiempo que usan la extorsión, el lloriqueo y el látigo para mantener a flote su negocio, que es el negocio de grandes empresas a costa nuestra.
Los talleristas forman parte de todo un andamiaje explotador al servicio de las empresas textiles, de indumentaria y de calzado. Al igual que los sindicalistas traidores, no están dispuestos a ceder a las demandas de las trabajadoras, porque ello implica perder sus privilegios conseguidos a bajos costos, o sea, con salarios miserables.
En toda la provincia de Buenos Aires están abundantemente diseminados talleres de costura que las grandes empresas utilizan a costos ínfimos, ya que a los bajos salarios también se le agrega el no pago de impuestos, ni de facturas, ni de servicios, que descargan en los talleres.
El capital, que se llena la boca hablando de impuestos y tributos, ha encontrado en esta esfera de la producción una forma para evadirlos todos, a costa de condiciones miserables de trabajo y de vida, que en los hechos es sumamente violenta e inhumana.
El intercambio entre los talleristas y las empresas es en negro, el trabajo es en negro, condiciones laborales sumamente atrasadas, es lo que permite la realización y continuidad de estos negocios.
En suma: esta realidad, que a las trabajadoras les cuesta la vida es el ideal de la tercerización y la reforma laboral con la que sueñan y tanto reclaman los burgueses.
No es de extrañarse por qué ningún economista, ningún gobernante de turno, ningún burócrata sindical se preocupe mínimamente en combatir esto -aún a sabiendas que estas realidades son ampliamente conocidas-. Porque en los hechos todos ellos, con los empresarios textiles junto a los talleristas a la cabeza, forman una casta de parásitos que no podrían vivir sin lo que obtienen de nuestra explotación.
Las trabajadoras no podemos seguir soportando esta situación. Debemos promover una lucha franca con denuncias, con paros, con medidas de todo tipo, unificándonos desde abajo, para barrer con esta moderna y oprobiosa esclavización a la que estamos sometidas.
Unidad y organización de forma independiente en cada lugar de trabajo, unidad de todos los trabajadores para enfrentar y conquistar nuestras más dignas aspiraciones salariales y laborales, unidad y organización de las bases para barrer por medio de una revolución con este agonizante modo de vida, que representa el atraso, la marginación y la alienación de la clase obrera.