l presente año se presenta como un gran desafío para los dos grandes sectores enfrentados en nuestro país. Por un lado, la burguesía monopolista tendrá por delante el compromiso de las elecciones, para lo cual ya ha lanzado la parafernalia de las campañas a través de los medios masivos y de todos sus voceros. Los candidatos se anotan presurosos y la fila se hace sumamente concurrida. Los codazos y zancadillas afloran entre los personajes aspirantes a los cargos de privilegios desde los que, a cambio de suculentos honorarios y otras prebendas, servirán fielmente a los dueños de los monopolios más concentrados que, como en un verdadero circo, irán cambiando su protagonismo sucesivamente de acuerdo a los diferentes números que se irán presentando. La diferencia es que en el circo, el equilibrista antecede al payaso según el programa pre establecido, en la política burguesa, el primero es suplantado por el segundo mediante un golpe de timón según la correlación de fuerzas en la disputa interburguesa, motivada y empujada por la energía del propio pueblo en lucha.
A pesar de que las elecciones son la base del engaño en el que se fundamenta la democracia burguesa representativa, formal y caduca, en medio de esta situación que se vive en Argentina, constituye una trampa en sí misma de la que, en este presente, la propia burguesía no puede salir. ¿Y en qué consiste la trampa? En que habiendo instrumentado la profundización brutal en la disminución de los ingresos de trabajadores y pueblo, mediante los mecanismos de la estanflación, la devaluación, el aumento gigante de tarifas, generalización de impuestos masivos, disminución de puestos de trabajo y superexplotación, y la imposición de una superaumentada “deuda” que abulta al porcentaje de ganancias que pretenden obtener, los monopolios deberán surfear las olas del malestar social cuando aún se aprestan a intensificar el mal llamado “ajuste” intentando aprobar las nuevas legislaciones laboral, previsional, impositiva, penal, y otras, a la vez que, contradictoriamente, tratarán de ganarse al electorado prometiendo beneficios al pueblo.
Para desgracia de la burguesía, esa encerrona se asienta, como elemento central, en la disposición de la clase obrera y pueblo en general que, basados en la experiencia acumulada en años de democracia mentirosa, se aprestarán a aprovechar la debilidad dada por la circunstancia descrita y pretenderán reconquistar posiciones perdidas, sabedores de que las luchas y la movilización son el método a través del cual se logran los objetivos que satisfacen sus necesidades y el que abre puertas a un mejor futuro. Como ejemplo, podemos citar la masiva concurrencia (más de 100.000 personas) a la marcha de las antorchas en Rosario, realizada el jueves pasado a pesar de lo mentirosa, electoralista y mal intencionada convocatoria de viejos conocidos personajes traidores, funcionarios fieles del poder, gerentes sindicales de monopolios, etc., en donde el pueblo gritó su disconformidad y voluntad de enfrentarse a las políticas que aplica el gobierno de turno.
La situación de la disputa entre la burguesía monopolista y el conjunto del pueblo laborioso, no permite vacilaciones de parte de los revolucionarios, entre cuyos destacamentos se encuentra nuestro Partido, quienes deberemos generalizar con firmeza las ideas revolucionarias y las propuestas políticas que ayuden a avanzar hacia la toma del poder por parte de la clase obrera en unidad con el pueblo.
Por más pequeña que parezca, cualquier iniciativa de acción que se lance a conquistar mejoras o enfrente decididamente el recorte de ingresos populares, puede convertirse, en esta situación, en el chispazo que produzca grandes incendios. Una y mil veces deberemos insistir con convicción en esa táctica que debe contemplar no sólo los puntos inmediatos y urgentes (por aumento de salarios, contra los tarifazos, contra los despidos, por ayuda inmediata ante las “catástrofes” evitables como las actuales inundaciones, etc.), , siendo enarbolados como puntos necesarios para avanzar en la lucha por la toma del poder y la construcción del socialismo sino que, además, deben señalar a fuego al enemigo a enfrentar que es la oligarquía financiera escondida detrás de cada gobierno de turno.
La acción revolucionaria se basa también no sólo en los objetivos a plantear sino en procurar que las luchas sean lo más masivas posibles, es decir, procurar la intervención directa de las masas del lugar ya sea en la fábrica, la empresa, el centro educativo, el barrio, la zona, etc., desarrollando, defendiendo y sosteniendo en ellas la democracia directa que las masas populares despliegan en cada lucha, como germen del poder obrero y popular que se instala en el proceso revolucionario.
En ese sentido es fundamental impulsar que los organismos tales como agrupaciones sindicales revolucionarias en fábricas, agrupaciones estudiantiles o barriales, sean las impulsoras o animadoras fundamentales de tales iniciativas de movilización en medio de las cuales debe destacar nuestro Partido poniéndose al frente de las mismas.
El carácter político de esta lucha no debe dejar espacio al reformismo, el populismo o al izquierdismo electoralista quienes, además de dividir falsamente a la unidad de la clase obrera y mayoritarios sectores populares, desvían la mira enfocando el objetivo contra los efectos de las políticas del poder dominante sin tocar la esencia de las mismas, poniendo como blanco al gobierno de turno, o a algunas de sus medidas, lo cual diluye la responsabilidad y la presencia del verdadero enemigo, y crea múltiples enemigos en una sucesión encadenada continua que pareciera no tener fin. Razón por la cual, los supuestos enemigos del pueblo a quienes nos llaman a combatir estas tendencias políticas nefastas, se multiplican según los cambios cosméticos y circunstanciales de gobiernos o funcionarios, y la lucha de clases se naturaliza como permanente y sin posibilidades de resolución en el tiempo.
Debemos entonces avanzar mostrando que la lucha de clases tiene resolución revolucionaria y que hay un camino para organizarla y ganarla a favor del proletariado y el pueblo.