El telón de fondo del discurso de Macri es el agudo deterioro de las condiciones de vida de nuestro pueblo. Más allá de los furcios y de las cifras mentirosas, de los datos insípidos en torno a la tecnología y las inversiones, de las omisiones respecto de los grandes monopolios beneficiarios de todo esto, y más allá del intento de darle un carácter electoral, el discurso es una ratificación del ajuste, de los tarifazos, de la reforma laboral, la reforma tributaria, el pago de la deuda externa.
Es decir, la ratificación de un conjunto de políticas que decididamente agravarán aún más las condiciones de vida de millones de compatriotas.
El mismo día del discurso aumentaron nuevamente los combustibles y el consabido traslado a los precios es prácticamente inmediato, lo que habla a las claras cuán lejos están de reducir los índices inflacionarios.
Por otra parte, el dólar vuelve a subir, profundizando la devaluación de los salarios, pero al mismo tiempo, expresando el marco de incertidumbre que domina el escenario entre las facciones del poder monopolista -que inmersas en un marcado escenario de concentración del capital- evidencian que el margen de apoyo a Macri y su séquito es muy poco confiable para sus intereses.
Atenazado por las agudas contracciones sociales que atentan ya la propia paz social -instituida con la oposición, las cúpulas cegatistas y burocráticas- se resquebraja por el creciente rechazo de los trabajadores y el pueblo a sus políticas, por la presencia -más numerosa en las calles- de asambleas y protestas en las barriadas; por el crecimiento de las tensiones en el seno del poder que él representa, producto de las luchas de los de abajo. Esto agudiza las guerras interburguesas por las ganancias y los negocios, acentuando este clima de incertidumbre económica y política que augura un escenario mucho más conflictivo que el actual.
En este escenario, el discurso de Macri, lejos de atemperar los horizontes no hizo más que agudizar las contradicciones y las tensiones políticas y económicas entre los de abajo y los de arriba. No hizo más que promover más furia en el pueblo.
Frente al acorralamiento en el que están metidos se las ingenian para promover más rechazos, para quedar aún más acorralados y expuestos. No cabe duda que el señorito y los burgueses que lo amparan son un buen ejemplo de cómo deben ser los motivadores sagaces.
Sin embargo, pese a todo, a sus impericias y a sus crisis políticas, a sus contradicciones intrínsecas y a las payasescas puestas en escena, pese a las risueñas burlas que se multiplican en las redes como forma de protesta popular, ellos, los de arriba gobiernan y gobernarán en función de los monopolios y sus ganancias, pues son parte y arte del capital monopolista, es decir, detentan el poder y el gobierno subordinando al estado a sus intereses.
Se seguirán padeciendo estas ignominiosas políticas de explotación, de hundimiento y deterioro de las condiciones de vida, si los dejamos gobernar y si se sostienen en el poder.
Por ello, la ingobernabilidad y la multiplicación de la acción en las calles, en las fábricas y las barriadas en contra de todo este andamiaje de extorsión, miseria y ajuste a la clase obrera y el pueblo, debe sentar las bases también, para la organización y la lucha por el poder.
La masiva confrontación a todas estas políticas debe ser un punto de quiebre para la gobernabilidad de los monopolios y un avance cualitativo en la conquista de una vida digna, de una sociedad digna para la vida de nuestro pueblo.