En el día de hoy, el diario web “minutouno.com” publicó una noticia en la que, tomando los datos adelantados por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional, se da a conocer que en lo que va del año “en uno de cada cinco femicidios, el asesino era integrante de las fuerzas de seguridad y con armas reglamentarias”.
El archivo, que data de 1992, contempla que sólo el 10% del total de víctimas de las fuerzas de seguridad son mujeres (incluidos transexuales, travestis y trans), pero, a su vez, dentro de esas víctimas, el 70% corresponde a femicidios. Además, dentro del archivo de Correpi, hay un gran número de femicidios vinculados, es decir, casos en el que el asesino mata a otras personas como forma de violencia hacia la mujer, por ejemplo, sus hijos o familiares cercanos.
Las impactantes cifras demuestran que la violencia hacia la mujer no es producto del capricho individual, o de una enfermedad social de carácter meramente psicológico, sino que se trata de una de las formas de violencia que el sistema capitalista impulsa y promueve para mantener su dominación sobre los pueblos del mundo.
Estos asesinatos son parte integrante de la impunidad de las fuerzas represivas, es la misma impunidad que el Estado fagocita a la hora de reprimir una movilización de trabajadores, impunidad que en estos últimos años se llevo la vida de Santiago Maldonado o de Nahuel Rafael, por ejemplo.
Impunidad que el Estado le da a la policía para sembrar el terror en las barriadas. Impunidad que le permite a la policía manejar el negocio del narcotráfico y liberar zonas. Impunidad que les permite manejar, siempre y en todo esto en connivencia con el poder judicial, la trata de mujeres.
La misma impunidad que el Estado le da a las fuerzas represivas es la que le permite a un juez absolver violadores y femicidas. Es la misma impunidad que le permite a los grandes medios de comunicación, con sus “Tinellis” y sus propagandas de moda, cosificar permanentemente a las mujeres y mercantilizarlas.
Por eso decimos que la violencia sobre los géneros ni siquiera es una política de gobierno: es una política de Estado; es una política inherente al carácter de clase del Estado capitalista, es la reproducción por distintas vías de la violencia que ejerce el Estado para someter al pueblo trabajador. Y por ese mismo motivo, la lucha que hoy levantan las mujeres del mundo, es una lucha que ataca la naturaleza represiva del sistema capitalista que siembra el machismo como método de represión y dominación de clase.
¡Sigamos adelante, por una revolución que destruya el sistema capitalista y que avance hacia la rápida eliminación de toda explotación!
¡Vamos por una revolución que libere a la humanidad, y no que la someta a estas aberrantes formas de opresión a las que deben recurrir las clases dominantes para seguir viviendo de nuestro trabajo!