Monopolios y leyes de semillas

El portal Agrovoz.Lavoz.com.ar informaba a finales del 2018 que «De los 53 eventos aprobados en Argentina desde 1996, 19 fueron durante la gestión del presidente Mauricio Macri: 13 en los últimos 14 meses. Es decir, que durante el actual Gobierno se emitió más del 35% de todas las autorizaciones de cultivos biotecnológicos en la historia del sistema regulatorio. En 2018 se aprobaron nueve eventos transgénicos, como una soja tolerante a sequía y a glifosato, una alfalfa con contenido de lignina reducido y un cártamo que produce una enzima para la industria quesera, entre otros. En febrero pasado, la Secretaría de Alimentos y Bioeconomía también aprobó un evento para el cultivo de algodón tolerante a herbicidas inhibidores de la HPPD (como el isoxaflutole y mesotrione) y al herbicida glifosato».

A modo de ejemplo se informa que la Secretaria de Agroindustria aprobó un nuevo evento biotecnológico (transgénico) cuya aplicación es neutralizar los efectos de las sequias y de los herbicidas como el glifosato, “con el objetivo de obtener una variedad de soja que combine todas estas características”. O sea, un producto tecnológico apto para neutralizar las nefastas consecuencias de los desbarajustes climáticos y experimentos insalubres para el ser humano y la naturaleza que los monopolios han creado. Pero también, abriendo la puerta a extender las zonas de cultivos a regiones carentes de agua.

Detrás de esta “nueva tecnología” está Beijing Dabei Nong Biotechnology (DBN), cuyo pedido de autorización fue presentado por la empresa argentina Bioceres/Indear. Ambas noticias tratan del significado que el gobierno le otorga a las “nuevas tecnologías para cultivos”. Pero esconden ¡¡qué negocio está detrás de ellas, quiénes son los beneficiados y los perjudicados!!

Contradiciendo las conclusiones que sintetizan los estudios científicos efectuados, (sobre una base de más de treinta años de análisis) -que destacan que las nuevas tecnologías de semillas facilitan el manejo de los cultivos, pero por el hecho de ser transgénicos no mejoran el rendimiento de la cosecha, los artículos mencionados tratan de disimular esta verdad con cifras, que muestran enormes crecimientos de cosechas pero no dicen que ello se debe más a la cantidad de suelos cultivados que a las propiedades de multiplicarse mágicamente el rendimiento de los mismos.

La aparición de semillas adecuadas a condiciones climáticas adversas no tendría razón de ser, si verdaderamente la naturaleza respondiera a los negocios del capital monopolista según sus propios antojos. Por el contrario, precisamente la propia complejidad de la naturaleza impone límites a estas ambiciones descabelladas del capital, obligando a establecer nuevos marcos políticos para la implementación de negocios que bajo el disfraz de “nuevas tecnologías” dé lugar a la concentración de enormes masas de capital a expensas de los pueblos y de sus condiciones alimenticias.

Condicionado por las situación de crisis estructural, por un escenario de incertidumbre montado en la competencia feroz que sostienen la diversas facciones del capital, (situación que también atenta contra sus propias ganancias) la desesperación por las ganancias se presentan con nuevos viejos motes. Por ejemplo, las ya mencionadas “nuevas tecnologías”, la necesidad de adecuar  viejas leyes de semillas y cultivos -como la de 1973- a las actuales realidades del siglo XXI, la necesidad de establecer un marco regulatorio más apto para el cultivo, etc., etc. Del mismo modo que actúan desde la extorsión a la clase obrera, en cuanto a sus condiciones laborales y salariales, lo hacen también en función de viabilizar sus políticas de saqueos.

El apagón tecnológico comenzó a dejar en penumbras a la producción», nos dicen. «Según la Bolsa de Cereales de Córdoba, el costo por no contar con una Ley de Semillas actualizada hace que Brasil, a modo de ejemplo, tenga una tasa de crecimiento en soja y en trigo del doble que en Argentina. En Estados Unidos, la productividad de la soja es 25% superior a la de nuestro país, admiten desde la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja). Todo, porque los productores brasileños y estadounidenses tienen acceso a tecnología que en el país no está disponible, por falta de seguridad jurídica. Otra desventaja competitiva que no se mejora con la actualización del tipo de cambio”.

Los mismos que exhiben estas quejas en función de las nuevas leyes a favor del capital monopolista exhiben estos datos: “Mientras la producción agrícola creció en los últimos 10 años un 83%,  pasó de 61,5 millones de toneladas en el ciclo 2008/209 a 112,75 millones en 2017/18 y prevé llegar a 140 millones en la próxima cosecha.”

Las cifras que expresa la bolsa de comercio de Rosario son más que elocuentes: “las exportaciones del complejo agroexportador argentino (soja, maíz, trigo, girasol, cebada, harinas, aceites y otros subproductos) alcanzarán los 28.000 millones de dólares este año, lo que significa un 20,9% o 4.800 millones de dólares más que en 2018 un aproximado de 6400 millones de dólares”.

No deja de ser contradictorio que por un lado se hable de apagón productivo y por otro de cosecha record y números record. Del mismo modo que actúan desde la extorsión a la clase obrera en cuanto a sus condiciones laborales, salariales y políticas lo hacen también hacia el pueblo en relación sus negocios a expensas de nuestro pueblo.

Todo esto señala que el marco de leyes que buscan imponer y que el subordinado Macri trata de llevar adelante, no trata de otra cosa que la imposición de condiciones de apropiación de estas masas de capital dando ventajas y garantías a las corporaciones monopolistas mundiales que se disputan la concentración de este negocio: 1) Bayer y Monsanto; 2) Corteva Agriscience fusión entre Dow y DuPont); 3) Syngenta (con sede en suiza) y Chem China (compañía química china); y 4) la alemana BASF. Estas corporaciones monopolistas mundiales concentran más de 60% del mercado mundial de semillasson las que impulsan toda esta vuelta de tuerca en un negocio que está subordinado a la voracidad del capital monopolista

La nueva vuelta de tuerca a la ley de semillas implica imponer un pago de regalías por el uso de la semilla o derecho de uso propio. Si un productor compraba la semilla a los monopolios y podría volver a sembrarla de forma gratuita, utilizando la semilla de la cosecha anterior, las nuevas normativas establecen el pago de regalías por reutilización de la semilla al amparo de los derechos de propiedad intelectual que detentan las corporaciones y del sacrosanto derecho de propiedad sobre las mismas. Esta especie de copyright establece además que la semilla pase a llamarse materia vegetal introduciendo un concepto que atenta contra la propia naturaleza viva y reproductora de la semilla.

Lejos de limitarse a la soja y el maíz estas nuevas leyes se amplían a todos los cultivos vegetales en nuestro país, desde yerba mate hasta uvas. Sobre la acción conjunta del derecho de uso propio y la ley de patentes (la llamada ley Monsanto) se establece un mecanismo de limitación que impone al productor que debe cultivar y que no.

Por otra parte, la ley busca eximir parte del impuesto a las ganancias a los productores que adquieran estas semillas llamadas fiscalizadas, que además implica que el Estado compense a los monopolios con un subsidio en concepto de regalías. La compra de semillas producida desde los monopolios, al mismo tiempo que da lugar a la generalización de la semilla híbrida -o sea, impotentes para reproducir cultivo- es otra garantía que el Estado monopolista concede en perjuicio de nuestro pueblo. Según este proyecto sólo los productores pequeños estarán exceptuados de estas leyes, lo que en los hechos implica que la totalidad de la producción agrícola estará subordinado al negocio de los monopolios.

El marco policíaco que estas leyes establecen implica la liquidación de la pequeña y mediana propiedad agrícola, pero, al mismo tiempo, expresa el verdadero significado de la propiedad capitalista. Cooperativas graneras son cerradas y confiscada su producción por haber sembrado y cosechado semilla propia. Se despoja a estos productores de sus medios de subsistencia en nombre de la tecnología agropecuaria y de haber evadido un juego de leyes que atentan contra la propiedad privada del capital monopolista.

Cuando es el propio capital quien en su ambición de lucro se apropia de los conocimientos históricos de la humanidad, limitándolos a un juego económico y político perverso y destructivo, que subordina la vida social al cálculo y a una fría subsistencia carente de humanidad. Del mismo modo que el capital experimenta con la semilla despojándola de sus condiciones más vitales y naturales, también lo hace con los pueblos: busca despojarlo de su vitalidad escondiendo que luchan y enfrentan escondiendo que es tal vitalidad la que terminara con su dominación.

La apropiación privada de la semilla es al mismo tiempo el estancamiento de todo avance social en materia alimentaria, en calidad y cantidad, en respeto a la naturaleza. Es un torniquete al rico y multifacético conocimiento adquirido y construido por pueblos en siglos de existencia. Por lo tanto, es un freno a las fuerzas productivas. Por ser un medio de producción, la semilla pierde toda significación vital cualitativa, es solo un germen artificial, y toda su interacción como producto de laboratorio se reduce a volúmenes de producción, a un color, a un sabor, a un peso, a un precio de mercado, todo estratificado e inerte, en una palabra, se reduce a un esperpentomás del capitalismo.

La propiedad privada de los medios de producción que el capital monopolista ensalza es un medio para el sometimiento y es ahí donde muestra toda su crudeza.

 Frente a ella, la lucha no puede ser frenar sus iniciativas en el Congreso, aún a expensas de ese aparato inerte, el proceso de concentración se lleva a cabo. Las luchas contra estas leyes implican desde ya una lucha contra el capitalismo. Pero al mismo tiempo la más amplia movilización en localidades, como ocurren en Concepción del Uruguay, Basabilbaso y otras más en la provincia de Entre Ríos y en La Plata y otras zonas de Bs. As.  El ejercicio asambleario, la utilización de la acción directa y la organización en cada zona ampliando el marco de participación y el marco de denuncias contra estas atrocidades, posibilitará a crear la ingobernabilidad que impida y frene al toda esta desidia.

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