El 8M deja muchas cosas para contar y analizar, tal vez una descripción de la masividad de la movilización del viernes, al igual que otras, bastarían para expresar la extraordinaria potencia en la lucha que expresa y enseña la lucha de la mujer por sus más que justos reclamos en nuestro país.
Tal vez podríamos abordarlo desde la denuncia y conducta de las dos centrales sindicales, tanto de la C.G.T. como la C.T.A., que en una actitud lamentable (que para nada tiene que sorprender a nadie), por no estar de acuerdo en un punto de la declaración final que planteaba a ambas centrales un paro nacional, estas le quitaron el apoyo económico al acto y compromiso de un dinero para pagar el sonido (que no es barato) dejando en un serio riesgo que el acto no hubiera podido expresar la declaración del 8M a la multitudinaria movilización.
Esto demuestra una vez más la connivencia del sindicalismo con las necesidades de gobernabilidad que pretenden los monopolios, donde los popes sindicales se la pasan ladrando, pero no muerden, salvo para frenar la lucha de los trabajadores y el pueblo. De hecho, son tan protagonistas de la santa alianza que constituyen junto a el gobierno y monopolios, como parte de toda la superestructura de las clases dominantes, en una alianza estratégica para sostener el sistema capitalista y la dominación, que nos hace padecer los males que nos aquejan.
Pero si hay que darles valor a todos los elementos de la jornada del viernes, se va a expresar uno que bien vale destacarlo con mayúsculas y que demuestra en toda su esencia el poder del pueblo cuando toma las cosas en sus manos, ahí todo se resuelve, la ocurrencia de solicitar a las manifestantes una colaboración económica para terminar de pagar el sonido fue contundente, en unos minutos con el aporte de miles, se juntó el dinero suficiente y más, y solucionado el problema.
Tan difícil no es confiar en el poder de nuestro pueblo, imaginemos por un instante nada más, si tal conducta se asumiera en todos los desafíos que nos presenta la lucha de clases, por ejemplo; cuando hay un problema en el trabajo, escuela o lo que sea, no es lo mismo el ejercicio de la democracia directa donde todos los trabajadores son arte y parte de la toma de decisiones en asambleas, primero por sector, y luego general para abordar los problemas, donde quizás las cosas no salen como el imaginario de las vanguardias (por expresarlo de alguna manera gráfica), donde incluso no se puede avanzar en lo necesario, sea por estado de ánimo, sea por falta de conocimiento, experiencia o conciencia plena de una dificultad, lo cual si es así incluso, termina demostrando que no están dadas las condiciones para tal o cual medida de fuerza movilizadora. Ahora cuando estas prácticas son constantes y sistemáticas, no existe aparato capas de remplazar el poder de las decisiones colectivas. ¿Es más complejo? Seguro que dudas hay de semejante dificultad, pero la cuestión está en que esta constante es a la que aspiran las masas, ese es un estadio consiente que demuestra una aspiración a que se hagan carne tales metodologías, de que todos lo decidimos.
Esta experiencia se constituye en un paso muy importante en lo concerniente a la disponibilidad de las masas en lograr la autonomía en todos los aspectos, es un paso para comenzar a romper con la tutela y el padrinazgo no solo de las grandes corporaciones sindicales y partidos políticos, sino también de los de las organizaciones intermedias de estos aparatos tanto sindicales como partidarios, que traban o negocian permanentemente a las espaldas del movimiento de masas, estas experiencias sin duda alguna van instalando mojones hacia la independencia política del movimiento de masas.
La socialización de la producción cada vez mayor, es la base material y el orden industrial impuesto del que ya nada ni nadie puede desconocer o escapar, es la practica social que va a generar tal conciencia social, que de ninguna manera significa conciencia política revolucionaria o comprensión ideológica. Pero no contemplarlo como uno de los elementos de conductas políticas fundamentales que debemos asumir quienes tengamos aspiraciones revolucionarias, pasa a constituirse en una práctica no solo burocrática sino reaccionaria.
Y en tal sentido lo sucedido el último viernes 8, pasa a ser un ejemplo más de este movimiento tan extraordinario, que ayuda y aporta a una práctica de democracia directa que puja a gritos desde el corazón de la clase obrera y el pueblo para que se imponga en todas las expresiones de lucha de nuestro país. El último 8M es una brisa que se tornará en vientos huracanados para todas las nuevas prácticas de lucha que se avecinan.