Un nuevo ingrediente se ha sumado al circo electoral en danza. Circo que miente diciendo que el único medio para cambiar la angustiante situación de trabajo y de vida, son las elecciones. Como bien sabemos las lecciones no cambian nada. En el mejor de los casos cambian unos personajes por otros. La historia ha demostrado que muy lejos de ser un medio para asegurar a la clase obrera y el pueblo condiciones dignas de vida, es un medio para sostener las condiciones económicas y políticas que garanticen la dominación de la burguesía. Son un medio para garantizar la explotación y las ganancias del capital monopolista por medio de sus instituciones.
Hay nuevo ingrediente que se suma a la campaña electoral: el paro. En este circo (donde el llamado a un paro el 1° de mayo es el colmo de la hipocresía) las cúpulas sindicales son los actores principales, los que sazonan electoralmente la lucha de los trabajadores para conducirla por carriles electorales y para reproducir el sistema de dominación política de la burguesía.
Todas las burocracias sindicales -desde las CGT oficiales y no oficiales, las burocracias de izquierda, las autoproclamadas combativas- abrevan el llamado a un paro, que ya de por sí se ha convertido en un elemento para la campaña electoral de estas nefastas dirigencias.
De la mano de toda esta calaña, el circo electoral y los llamados a un paro van por un mismo sendero oportunista e hipócrita. Lejos de las bases, lejos de las necesidades salariales, lejos de las demandas de miles de obreros y trabajadores, pero, atentos al estado de rechazo generalizado que apunta e insinúa romper desde las bases todo este andamiaje. Preocupados por ello es que estas cúpulas buscan generar anticuerpos ya de forma exponencial. Hacen y deshacen paros a diestra y siniestra, y compiten para ver quien tiene las mejores ofertas. Con ello contribuyen a desprestigiar una forma de lucha que cuando es genuina sabe golpear al enemigo.
Si las elecciones son -entre otros- un medio para la “preservación” del régimen de explotación capitalista, la acción de estas burocracias son un medio para “la continuidad del régimen y su propia representatividad”. Es decir, un medio institucional fiel a este modo de vida cruento e inhumano, enquistado en la clase obrera para ser garantes de estas condiciones. O sea, sostener este Estado y la institucionalidad montada en la explotación del trabajo asalariado, sostener a la burguesía en el poder (y a las facciones que ellos representan) como única condición para preservar sus privilegios a costa de la chatura salarial, la flexibilidad y el empobrecimiento generalizado de los trabajadores. En fin: taponar toda iniciativa desde abajo.
En medio de todo esto, está en danza el nuevo pacto social que tiene como objetivo una nueva vuelta de turca de la reforma laboral, bajo el «paraguas» de la OIT y el aval de las dos CTA y la CGT, como ya lo venimos planteando en esta misma página.
Jugando a la combatividad, haciendo grandes declamaciones y hasta demostraciones de fuerza, buscan esconder hechos tan significativos como las negociaciones frente a las PPC (Procedimientos Preventivos de Crisis), que se utiliza como una herramienta de la burguesía monopolista para avanzar en la reforma laboral e instalarla de hecho en las empresas.
En este escenario de extorsión y rebajas salariales, de ataque a las conquistas laborales y despidos, son protagonistas directos, porque con su aval como “representantes” sindicales viabilizan las demandas burguesas.
Los medios les dan aire en sus páginas y en las pantallas cuando pregonan a los cuatro vientos sus alocuciones y sus críticas. Con ello, la burguesía no sólo les agradece. Propician la campaña electoral que les da una entidad “aparentemente opositora” y con ello esconden una realidad que se siente y se sufre calamitosamente en la vida de los trabajadores y el pueblo. Pergeñan nuevos engaños y mentiras, la ilusión que de la mano de estos personajes traidores a los trabajadores y como parte de la burguesía monopolista va a cambiar algo.
Por el contrario, nada de todo esto es porque sí, por el solo hecho de ser burgueses, o porque están las elecciones de octubre. Viene atado a las nuevas condiciones de producción que la burguesía monopolista demanda, no solamente en el plano nacional sino en el plano mundial.
No es casual que los PPC se den cuando las empresas abrochan grandes negocios que vienen de la mano de grandes inversiones en tecnología y desarrollos industriales, que exigen de la clase obrera más sacrificios, como salarios bajos y hasta paupérrimos, alta productividad, flexibilidad laboral extrema, eliminación de derechos y conquistas políticas.
Este conjunto de condiciones son el objetivo real que hay detrás de todo este circo. Condiciones que ya se implementan y que se quieren disimular con paros formales, con aparente combatividad, verborragia y discursos de barricada.
El reformismo y el oportunismo burocrático está de parabienes en todo este clima de engaño, y contribuyen a él reclamando “más paros” y “más lucha” de las mismas dirigencias sindicales que ellos califican de traidoras, sumándose así a esconder que lo que se ventila en este escenario es una profundización de la explotación de la clase obrera y el pueblo.
El marco de la crisis política es un escenario que las burocracias utilizan para instalar un nuevo engaño, apelando a la lucha formal, por arriba y desde los aparatos. Sin embargo, es una señal que muestra que no tienen margen de maniobra para contener la bronca; es una señal que expresa que aún a pesar de sus esfuerzos, la lucha de clases no se detiene. Por ello es de esperar que -en la medida que la situación se haga más insostenible- aparecerán más llamados a paros y luchas atadas al circo electoral, cuya pretensión será -más que promover la acción de masas- contenerlas. Nos hablarán de otros modelos económicos, harán críticas a los tarifazos, pedirán incluso la renuncia y juicios a determinados personajes… Se pasarán facturas y se denunciarán mutuamente de corruptos, exigirán una alternativa social, hablarán de la «unidad nacional y del pueblo», enaltecerán al movimiento obrero, etc., etc., etc. En fin: un circo con todas la de la ley.
Es evidente que se ven obligados a jugar este juego para que los planes de fondo del capital monopolista no se vean entorpecidos por la lucha de clases. Es evidente que la paz social que conjugan en las gerencias de los monopolios se ha corrido un poco de lugar, obligados por la situación. De allí que salen a hacer esfuerzos para intentar frenar la bronca que hay por abajo con lo que ellos pretenden por arriba, algo así como querer meter una soga por el ojo de un alfiler. Intentarán embarrar la cancha, para que no cunda el ejemplo de luchas independientes desde abajo en fábricas y barriadas, para que la democracia directa aparezca como un hecho aislado y no un hecho político y social derivado de la acción organizada de los trabajadores, para que las autoconvocatorias genuinas desde las bases sean una cosa sin importancia.
El camino que los trabajadores y el pueblo no es electoral, es desde las bases y la independencia de clase. El camino es la revolución social, la transformación real de toda esta inmundicia es revolucionaria o no habrá cambio verdadero. #LaRevolucionEstaEnMarcha. En este escenario entremezclado y complejo, la propia experiencia de construcción desde las bases sabrá separar -en los hechos- la paja del trigo.