Hoy, 19 de abril, es el día mundial de la bicicleta. Pero a decir verdad, el anuncio de los medios de desinformación parecería decir otra cosa, luego de una jornada financiera y enrarecida como la de ayer en nuestro país.
Fue un “jueves negro” para nuestro pueblo, y no como dicen los medios «para los mercados». Una jornada de mayor inestabilidad para vivir dignamente. Es uno más de tantos días negros, mientras el “señorito Presidente” se preparaba para unas “pequeñas” vacaciones en Córdoba, luego de anuncios que -en términos futboleros- podríamos decir que es una “venta más de humo”.
Todo se trata de un acuerdo entre “caballeros”, dijo el ministro Dujovne: nadie obliga a nada ni a nadie en este plan “octubre”. ¿Acuerdo entre caballeros? Todos ellos (y nosotros también) saben, entienden y asimilaron que es cuestión de quién tirará la primera piedra. Y así respondieron los “verdaderos caballeros” -los más concentrados a nivel planetario- el riesgo país -o mejor dicho- la desconfianza política a todo lo que hace el gobierno ha llegado a un punto de difícil retroceso. La acciones en Nueva York cayeron 10%.
¿Cómo poder analizar la nada misma? ¿Te imaginás, vos lector, los préstamos anunciados del ANSES a los jubilados y pensionados? Con esa platita primero tenés que saldar el viejo crédito y con lo que te queda pagás tus viejas deudas (si te alcanza); pero lo peor viene al mes siguiente: a la miseria que cobrás te descuentan la cuota del préstamo y de vuelta a volver a empezar… pero un poco peor.
¿Están comprando tiempo? ¿Nadie le dijo a este gobierno que el tiempo no se compra? No es como ir al mercado y pedir un kilo de papas y agregarle un kilo o un litro de tiempo al carrito… mucho más si ello es político y ocurre en nuestro experimentado pueblo.
No es plan de “octubre”, y lo saben. Porque muy en el abajo, en lo profundo de nuestro pueblo, los problemas son otros. Las elecciones están aún muy lejos, hay que llegar a fin del mes de abril y esto no está resuelto. El debate en cada sector de trabajo, en cada casa es sobre la carestía de la vida, la inseguridad en el puesto de trabajo, las condiciones en que trabajamos y nos transportamos, la educación de nuestros hijos, la violencia generada por el mismo sistema…
En fin, el plan “octubre” (como lo llaman los “apasionados” de las elecciones, los mentirosos de décadas infames) siempre es el mismo, y mismos son los negocios con diferentes intereses que necesitan de este juego hipócrita y sin fin que es la democracia de los ricos y poderosos: el control del Estado para garantizar sus jugosos negocios.
Dicen que no hay que jugar con fuego y ello es una gran verdad. Pero esta clase dominante no aprende, no puede ni quiere aprender que nuestro pueblo es el fuego mismo, que si el riesgo país está en su punto máximo es porque hay algo más que “desentendidos” en el arriba, peleas entre “caballeros”. Hay lucha de clases, aquella que no sale en los medios pero es la que cuenta a la hora de llevar a cabo las políticas de cementerio. Es allí en donde no hay dos que piensen igual, es allí en donde no existe la centralización política requerida para llegar a buen puerto con todo lo ya ejecutado hasta el momento. El río está sonando en cada boleta que llega a nuestras casas, en cada despido, en cada aumento del consumo básico, en cada recibo del miserable sueldo que recibimos.
La moneda está en el aire. Por arriba desconcierto, por abajo se sabe por experiencia propia, que sólo con la bronca no es suficiente. La experiencia está marcando que la búsqueda de una salida es el signo político de la época.
Muchas camadas de luchadores, de decenas de miles de movilizados, no estamos dispuestos a arrodillarnos y comenzamos a buscar caminos y proyectos de una salida de carácter estructural y revolucionario. Es en ello que deberemos prestar atención, porque son las avanzadas de lo que viene por abajo, crítico a todo lo institucional, fuerzas al fin que aún conviven con lo viejo, con lo caduco de un sistema que persiste en querer encorsetar toda lucha política a la defensa de “la democracia” burguesa y rechaza la verdadera democracia que se está gestando desde sendas luchas nacionales, que tienen la marca de fuego de la democracia directa.
El plan “octubre” no resolverá los problemas de los trabajadores y el pueblo. En todo caso es una expresión más de debilidad política que presenta un nuevo “certificado” de pobreza tal, que expresa la complejidad política en que navega toda la superestructura política del Estado.
Este plan nació muerto por arriba y por abajo. Por arriba no hay “caballeros”, hay malandras; por abajo, el dolor es muy grande, irreconciliable con el devenir de miserias. La rebeldía se irá incrementando en relación directa con ese dolor.