A escasos tres meses de las grandes inundaciones de enero de este año en el noroeste argentino, donde localidades de las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y norte de Santa Fe se vieron afectadas por las torrenciales lluvias generando una situación catastrófica para las poblaciones, para sus medios de vida, para sus escasos recursos, la situación lejos de resolverse ha empeorado. Este fin de semana y con la misma gravedad que la anterior, nuevamente las inundaciones están ocasionando estragos en poblaciones rurales y urbanas, en las mismas ciudades y zonas que aún no han podido recuperarse de las inundaciones pasadas. Viviendas y barriadas enteras se sumergen nuevamente en las aguas enturbiadas de un escenario de decidido abandono y de crueldad
Toda la crudeza y el sufrimiento de miles de compatriotas que vivieron en carne propia las secuelas de la catástrofe anterior, corren el velo de la ignominia, la hipocresía y la corrupción de los gobiernos provinciales y nacionales en este presente. La profundización de sus penurias -por lo no realizado en obras, ni en infraestructura- para resolver estas angustiantes situaciones, desnudan sin lugar a dudas que, para la burguesía monopolista, sus títeres en el gobierno y las instituciones que dicen representar a los trabajadores, la vida de los pueblos es -en el mejor de los casos- un flagelo que hay que soportar.
Aun a costa de estar afectados inclusive sus propios recursos, como campos, cosechas y su propia hacienda, la burguesía no descuida que sus propios intereses estratégicos económicos y sus intereses políticos -incluyendo los electorales- son los únicos intereses reales que representa su Estado como condición fundamental para la dominación. Porque la dominación implica también utilizar las fuerzas de la naturaleza para someter a los pueblos.
Por ello, aun teniendo en cuenta la cantidad de agua caída, no son las lluvias las que precipitan esta realidad sino, la decisión política del Estado burgués, sea del color que sea y al servicio de las ganancias de los monopolios- las que desencadenan esas brutales e inhumanas consecuencias para los trabajadores y el pueblo. Es el carácter de clase del Estado, que va de la mano de la desalmada intención que le es propia a esta clase parasitaria y explotadora, la que desencadena todo este tremendo azote, y es la que pretende mediante paliativos contener la bronca y la furia que se amasa desde abajo.
Ni aun el ocultamiento de los medios, ni la fantochada del llamado plan octubre, ni todo el circo electoral pueden encubrir una realidad que choca de frente contra todo este armado de expectativas falsas que intenta la burguesía.
La organización entre vecinos y trabajadores, la solidaridad y el apoyo mutuo, los requerimientos de ayuda y la decisión de enfrentar todo esto ya es una conducta de las bases en estas poblaciones, situación que también es ocultada. Todo ello se reafirma aún más en este escenario.
Lejos de la resignación, las iniciativas de poder local marcan el camino. La independencia y la iniciativa de las mismas condicionaran al gobierno que -obligado por el marco electoral- no pueden desatender estas urgencias. Aun en circunstancias tan traumáticas para las poblaciones de esas provincias, todo es acción y organización de las bases organizadas bajo un norte insurreccional. Todo es necesidad impostergable de acción revolucionaria.