Paro total de portuarios por cinco días, controladores aéreos realizan medidas de fuerza que se extenderán hasta el 28 de mayo, conflicto en la localidad de Barquer por el cierre de Loma Negra, conflicto en Electrolux Rosario por despidos, en San Rafael Mendoza situación terminal de la empresa conservera La Colina con cientos de despidos. Conflicto salarial con docentes universitarios, paro nacional de trabajadores de la televisión, conflicto con docentes en la provincia de Chaco y otras provincias, movilzada la ciudad de La Plata por diversidad de reclamos, etc.
Estas son algunas de las expresiones de ayer de la verdadera situación de la clase obrera y de nuestro pueblo. Varias con un carácter ofensivo, otras, defensivas y muchas miles, de resistencia.
Nada de todo esto espera el mes electoral de octubre. Esta realidad golpea hoy fuertemente a millones de hogares.
Parecería ser que la lucha de clases no existiese.
En la jornada “morbosa” de ayer, los medios de “información” pasaron por alto la vida real, como habitualmente lo hacen, y deslindaron todo conexo entre una mañana agitada de decenas de miles movilizados por reclamos justos, utilizando el asesinato a un funcionario Riojano y con heridas graves a un diputado de la Nación y, por la tarde, el “sainete” propagandístico del lanzamiento de la campaña de Cristina Kirchner.
Nada está inconexo, la lucha de clases transcurre con infinitos hechos que se expresan antagónicamente y cada clase hace pesar, de una u otra forma, sus intereses en pugna.
Mientras los desposeídos no esperan, la clase dominante quiere transcurrir estos meses con la paz de los cementerios. Entonces aparecen en el escenario los “pactos políticos” propuestos por el gobierno, los diez puntos propuestos por Lavagna, y por la noche de ayer la fanfarria de propuesta de la ex presidente con su “contrato social de ciudadanía responsable”. La burguesía necesita llegar a Octubre cueste lo que cueste y nuestra presentadora del libro no se sonrojó hablando de “contrato social”. Quiso emular al presidente y a Lavagna, no quiso ser menos e inventó una frase distinta para expresar lo mismo. Es que para la gran mayoría hablar de pacto social, en este contexto en el abajo se hacía un poco imprudente, los argentinos estamos asqueados de pactos por arriba que tienen por objetivo frenar el abajo, el querer amortiguar el ajuste de cuentas contra las mayoría explotadas y oprimidas.
Decíamos que nada está inconexo en la lucha de clases, si por la mañana los medios “informaban” de un hecho de “tamaña magnitud para los intereses populares” las expresiones políticas del gobierno y del arco electoral acompañaban para garantizar la paz social y la democracia burguesa, pero nada se decía de la verdadera situación que en esos mismos instantes estaban pasando los trabajadores mencionados en la introducción, por el contrario, se los ninguneó, como siempre lo hacen. Pasado el mediodía el foco de atención era la antesala del “contrato social” o sea, no hagamos olas y pongamos en debate el cómo garantizar la dominación de clase en un marco de rechazo generalizado a la podredumbre política que viene de arriba.
Pero la lucha de clases, aparezca o no en los medios, ¡existe! y ese es el gran problema de los “pactos políticos” o “contratos sociales con responsabilidad ciudadana”. Es que la lucha de clases no deja acomodar el arriba, no permite la centralización política necesaria para llevar adelante, y cueste lo que cueste, lo que aspiran los intereses del Estado monopolista. La lucha de clases pone al descubierto una mañana de ayer y una tarde de la misma jornada con más oscuridades que las del día anterior.
El horno no está para bollos y el abajo está empujando, de una u otra manera y como puede, a no estabilizar una necesaria y anhelada estabilización política requerida por la burguesía.
Miles y miles que todos los días se expresan, como lo fue ayer, que se retuercen de dolor. Muchos lo expresan y otros tantos no, pero la “procesión” sigue su curso, golpea, erosiona, lastima, corroe el arriba.
Los pactos y los “contratos” propuestos son expresión de que los de arriba comienzan a sentir el aliento en la nuca. ¡Así las cosas no pueden seguir!, es el sentimiento masivo y este dolor se expresa rompiendo diques de contención, los conflictos de distinto carácter tienen un denominador común, nadie cree en lo institucional, en lo que le viene de arriba, en todo caso lo usa, lo aprovecha, pero la clase dominante no ha podido convencer a la mayoría del pueblo que así como van las cosas, y como prometen que vendrán, las soluciones llegarán.
Los revolucionarios confiamos en esas grandes mayorías hacedoras de la verdadera historia de la humanidad y a partir de esa premisa entendemos que hay que plantarse con firmeza ante tanta presión ideológica que ejerce la clase dominante y seguir preparando las fuerzas políticas, en todos los niveles, de una propuesta en marcha que siga haciendo pie con más organización y más planificación para introducir en el plano eminentemente político y táctico que, a este gobierno y a esta oposición electoralista, no hay que permitirles llegar a octubre con la paz de los cementerios.