Las paritarias y el pacto de gobernabilidad

Cuando de paritarias hablamos hay una práctica de dominación que la burguesía implementa históricamente, se trata de tergiversar el valor real para inflar los números de cara a los trabajadores y asegurarse cierta paz social. Los sindicatos, como instituciones cooptadas por el Estado de los monopolios también participan de la inflada en los números buscando ganar credibilidad en las bases. Esta forma de engaño es característica tanto entre las típicas burocracias al estilo de los “gordos” como entre aquellas burocracias vestidas de rojo, que por muy populares se presenten, también participan del mismo mecanismo, lo que desnuda los verdaderos intereses que representan.

Cuando a principio de año nos vendían el verso de que la inflación no superaría el 28%, en realidad, lo que pretendían hacer era establecer de esa manera el tope aspiracional del gobierno para las paritarias 2019. Por otro lado, la burguesía tenía discusiones internas sobre la forma de negociar las paritarias: si negociar de manera anual, como se viene haciendo en la mayor parte de las ramas, o si hacerlo en forma trimestral con supuestos “ajustes” por inflación. Esta última tendencia, es la que se está imponiendo al calor del objetivo político de todo el arco burgués: patear la pelota hasta octubre. En realidad, es una forma encubierta de “flexibilizar” las paritarias, todos sabemos que esos reajustes trimestrales o semestrales en función de la inflación nunca se han cumplido, o, en definitiva, han servido para arrastrar la discusión paritaria durante meses, y terminar otorgando los aumentos en forma tardía. Y en el mientras tanto, la inflación se fue comiendo todo el aumento.

Las paritarias arregladas hasta el momento cumplen al pie de la letra las ordenanzas de los grandes monopolios. Veamos algunos ejemplos:

Comercio: Sindicato y medios de comunicación anuncian pomposamente que la paritaria firmada es del 30%. Sin embargo, el aumento real es tan solo del 18% en cuatro cuotas, la última de las cuales se cobra recién en marzo del 2020. Además, como parte de la negociación se redujeron las cargas patronales correspondientes al seguro de desempleo, que caen de un 3,5% al 2,5% mensual. Estas paritarias afectan, en forma directa, a 1,2 millones de trabajadores. Sin embargo, como todos sabemos, la paritaria de comercio se toma como índice paritario no solo para otros gremios, sino también para millones de trabajadores contratados en negro o sin convenios colectivos de trabajo, como en el caso de las empresas de servicios financieros, contables y de sistemas.

Bancarios: 19,5% hasta junio de este año, donde supuestamente será rediscutida la paritaria.[1]

Estatales Nacionales: Cerró en un 28% en cinco cómodas cuotas a finalizar en febrero del 2020.

Petroleros: 28% en tres cuotas hasta febrero del 2020, con una supuesta cláusula de revisión en septiembre de este año y una nueva negociación en marzo del 2020.

Vitivinícolas: 32% en cuatro cuotas, de 10%,7%,5% y 10% a cobrarse en febrero  2020.

Carne: 28% en tres cuotas a cobrarse en abril, agosto y diciembre.

Gastronómicos: 28% en tres cuotas.

UOM: Sindicato y medios de comunicación anunciaron un “pomposo” 36% para la rama 17 (talleres y contratistas). Sin embargo, la realidad, al igual que en comercio, es completamente diferente. Dentro de ese supuesto 36%, un 8% corresponde a un reajuste del 2018. Pero de ese 8% de reajuste 2018, solo un 2% se pagó en marzo, y el resto (6%) se incorpora en seis mini cuotas de 2000$ no remunerativos. Ese 6% correspondiente al 2018 se termina de integrar al básico recién en enero del 2020. Por su parte, la rama 21 aún no cerró paritaria, puesto que las siderúrgicas aluden que no tienen espalda para “semejante aumento” ¡Resulta que los talleres tienen espalda pero estos grandes monopolios trasnacionales no! Lo que están negociando, en realidad, es una disminución al impuesto a la exportación (por tan solo citar algunos ejemplos, un 90% de la producción de Siderca, y un 50% de la producción de Acindar, es de exportación).

Estaciones de servicio: 28% en tres cuotas a cobrarse en septiembre.

Ferroviarios: 17% en tres cómodas cuotas, más una suma no remunerativa por única vez correspondiente al 10% del salario ¡Una ganga!

Docentes C.A.B.A.: 23% en tres cuotas de 9%, 7% y 7% en septiembre.

Docentes Bs. As.: Paritaria por demás controversial, dado que los anuncios del gobierno indican un 15,6% de recomposición por 2018, pero con una letra chica un poco abultada: se trata del 15,6% sobre el salario básico del 2017, que constituye un aumento real de 262$. En realidad, se es un pequeño traspaso del salario en blanco hacia el salario en negro, sin ningún aumento real en el bolsillo de los trabajadores. Para 2019 se ofrece un aumento trimestral con arreglo a la inflación, siempre sobre el básico (que ronda los míseros 5000$).

Docentes Salta: 38% para 2019, un bono de 5.000$ y pagar los días caídos por la enorme huela desatada.

Universitarios:Acordaron un 16%, con dos supuestas clausulas gatillo en septiembre y febrero. Además, se firmó el blanqueo, en cuatro cómodos tramos (junio, agosto, noviembre y diciembre) del salario en negro.

Aerolíneas:Lo que han firmado hasta el momento es un reajuste del 6,5% en concepto de cláusula gatillo por el 2018, y un controversial 15,2% para este año que se han encargado de difundir “oficialmente” solo por mensaje de texto a los trabajadores.

Desde ya, aquí tan solo publicamos algunos de los acuerdos salariales ya arreglados, lejos estamos de recopilar la totalidad. Debemos advertir, no obstante, que el nivel de manipulación de los números es tan descarado en algunos casos que, en cada sector de trabajo debemos prestarle especial atención a cómo gobierno y sindicato nos venden las paritarias este año, sobre todo con aquel pretexto de la cláusula gatillo 2018 y las sumas no remunerativas.

Los números indican que la meta de conseguir un tope paritario del 28% que el gobierno se propuso a principio de año, ha sido cumplida con creces para la inmensa mayoría de los gremios.

Pero volvamos a lo general. Por un lado, este año de la gestión Macri ha sido el que más paros general estuvo (dos paros de la CGT y un paro de la UTA, contra dos paros en todo 2017 y otros dos en 2018), al menos, en lo que va del año. Pero por otro lado, en ninguno de los años anteriores las paritarias resultaron tan acordes a las aspiraciones del gobierno ¿Cómo es esto, el año con más paros generales, pero al mismo tiempo, todas las paritarias se arreglan a imagen y semejanza de gobierno y empresas?

Y acá es cuando tenemos que ser marxistas, es decir, materialistas dialécticos: debemos partir de la realidad objetiva, no de nuestras aspiraciones, de nuestras vanas ideas, de nuestros temores y nuestras impotencias. Lo objetivo es que este año, la transa de los sindicatos con gobierno y empresas, está resultando ser descabelladamente burda, aún con las convocatorias a los paros generales, que no apuntan para nada a golpear al gobierno ni a golpear a los grandes monopolios trasnacionales (aunque, de hecho, como daño colateral, sus ganancias terminen afectadas). Son paros para descomprimir la bronca y con un carácter netamente electoral. Eso, ya de por sí, tira por la borda la consigna izquierdista «paro general” que levanta el paro como un fin en sí mismo –y por lo tanto, vaciándolo de contenido- y termina echando culpas en los otros, pidiéndole a la burocracia lo que la burocracia no puede hacer, justamente, por su condición de burocracia.[2]

En segundo término, nos dirán: “la gente está planchada”, “nos han golpeado, es difícil movilizar”, “los despidos y la falta de trabajo”. Verdadero. Estamos atravesando un momento de tensa calma, donde la ideología dominante ha instalado el problema de que “hay que esperar a octubre”. Pero justamente, nuestra tarea consiste en no esperar a octubre, en desplegar las fuerzas hoy, en no dejarlos gobernar y en desvanecer cualquier ilusión electoralista en las masas, puesto que si los dejamos gobernar a los de hoy, los de mañana vendrán con el terreno despejado para profundizar el ajuste.

Ahora, analicemos algunos conflictos puntuales:

El aumento del 17% otorgado a los ferroviarios es, realmente, un bochorno nacional. Pero, de nuevo ¿por qué decimos esto tan tajantemente? Desde el punto de vista del poder de fuego que tienen los ferroviarios, particularmente en Buenos Aires, un paro de trenes implica un gigantesco golpe político y económico al gobierno y al conjunto de la burguesía monopolista, ya que interrumpe el flujo de mercancías y de trabajadores a sus fábricas (es decir, de mercancías del tipo “fuerza de trabajo”). Por un lado tenemos la burocracia nacional de la Unión Ferroviaria (lista verde), al mejor estilo mafioso de la UOM o el SMATA, de quienes no podemos sorprendernos. Pero por otro lado tenemos la histórica conducción de la línea Sarmiento por parte de la lista bordo (Pollo Sobrero) que, mientras acusa de traidores a la burocracia nacional, no fueron capaces de convocar ni siquiera a una asamblea para discutir medidas de fuerza en torno a la lucha paritaria (ni hablar de hacer lo mismo frente al proceso de vaciamiento que están viviendo los trabajadores), y después salen lloriqueando que la culpa la tienen los “burócratas nacionales” ¿y por casa cómo andamos? No somos quienes para decir qué es lo que los trabajadores deben o no hacer para desarrollar un proceso de lucha y organización, pero hay algo que es parte del ABC: sin desarrollo de asambleas generales y de sector, donde todos los trabajadores intervengan en los distintos niveles de discusión, decisión y ejecución de las tareas, por muy “rojo” que se vista el sindicalismo, seguirá repitiendo las mismas formas burocráticas, seguirá repitiendo la democracia burguesa; la democracia representativa.

Exactamente lo mismo sucedió con las paritarias universitarias, el mismísimo Macri salió a festejar vía Twitter que lograron firmar la miserable paritaria del 16% sin que se desarrolle ningún tipo de conflicto, logrando que todos los gremios (Conadu, Ctera, Fedun, Uda y Fadgut, la Conadu Histórica) firmen el acuerdo, cosa que sucedió solo tres veces en los últimos 10 años ¿Acaso podemos juzgar el monto de aumento salarial conseguido, en un sector tan golpeado como lo es la educación y la ciencia? ¡Para nada! Lo que sí podemos juzgar es, de nuevo, que esa paritaria se desarrolló sin asambleas, sin ratificación de las bases, sin organización y decisión por parte de los docentes y no docentes universitarios.

Ahora, si vemos el conflicto docente salteño donde todos los sindicatos se apresuraron a firmar la paritaria, con sus típicas prácticas “representativas”, es decir, sin convocar ni decidir en asamblea la cuestión de si se acepta la paritaria o no, y de cómo desplegar la lucha. En oposición, los docentes salteños se organizaron en forma autoconvocada. Pero no en un estallido espontaneo, desorganizado, como una maroma de personas dispersas, anárquicas, sino que se organizaron en asambleas por escuela, por distrito y llegaron a montar una organización para la lucha, una verdadera democracia directa que pasó por arriba la institucionalidad sindical, y cuyo principal desafío hoy es su sostenimiento en el tiempo. Desplegaron un sindicalismo de nuevo tipo, contraponiendo la democracia representativa y la orgánica leguleya de los sindicatos a una organización independiente del Estado, horizontal. Si existió ese marco masivo de movilización ¿podemos decir, fehacientemente, que “no hay disponibilidad para la lucha”? Sin embargo, las voces de izquierda a derecha en el sindicalismo docente en Salta opinaban lo contrario. Que los docentes salteños hayan conquistado el aumento que conquistaron no es, ni beneplácito beneficio otorgado por el gobernador, ni producto de la buena gestión de aquellos sindicatos que se apresuraron a firmar una paritaria a la baja, cuando las masas estaban pidiendo pista. Un caso similar se da en el Chaco, con el movimiento autoconvocado docente. Esa lucha todavía no ha terminado aunque la experiencia en sí ya es todo un triunfo para los docentes chaqueños. Aquí, no obstante, se repite la misma situación: sindicatos docentes de izquierda a derecha han operado y operan, entre otras cuestiones, no acatando las convocatorias a huelga realizadas por las asambleas docentes y, de esa manera, metiendo miedo y conteniendo la continuidad de las medidas de fuerza.

De este pequeño análisis se desprenden algunas conclusiones:

1) El hecho de que la burguesía, a través del gobierno, de los medios de comunicación y de los sindicatos se ven cada vez más obligados a mentir descaradamente en cuanto al monto real de las paritarias, como forma de estirar la gobernabilidad hasta octubre. En el mismo sentido van los múltiples arreglos de “clausulas gatillo cada tres meses” que, ya sabemos por experiencia, rara vez se terminan aplicando.

2) El arreglo de los sindicatos con el gobierno es harto evidente. Mientras dibujan algunos paros generales -que no dejan de implicar una complicación para los negocios de la burguesía, para la producción de valor, pero que por otro lado cumplen un papel de contención política a la clase obrera, una zanahoria que en términos de balance, resulta favorable e indispensable para la burguesía en este momento político- terminan arreglando las paritarias al número dibujado por el gobierno: el 28%. Este es el verdadero pacto de gobernabilidad en el que intervienen sindicatos, medios masivos de comunicación, gobierno de turno y formulas opositoras incluida, en primer lugar, F.F.

3) Este arreglo involucra tanto a las típicas burocracias sindicales como a muchas de aquellas burocracias vestidas de combativas, populares, etc., quienes constantemente buscan la culpa en terceros: o bien le echan la culpa a las masas, diciendo desde arriba de un atril que “no se movilizan”, o bien culpan a las tradicionales burocracias. Pero en todos los casos han cumplido el papel de contención: evitan las asambleas en los sectores de trabajo, se apresuran a firmar paritarias, aparatean para desmovilizar;en definitiva a lo que se dedican es a construir la derrota.

La consigna “nuestra dignidad no espera a octubre” no es letra muerta, responde efectivamente a elevar el grado de organización y enfrentamiento con las metodologías de la clase obrera; con la democracia directa todos los días desde cada puesto de trabajo. No se trata de esperar un lejano horizonte de sublevaciones populares, se trata de construir esa rebelión, de construirla todos los días. El capital, con su ofensiva política e ideológica, influye en el estado de ánimo de las masas trabajadoras, pero de la misma manera, los revolucionarios, con la propaganda y la labor permanente de organización desde abajo; de gestación de asambleas soberanas y libres de manipulaciones verticalistas, también influimos en ese estado de ánimo.La ausencia de ese trabajo permanente, el vacío de no realizar esa construcción que constituye la única alternativa política real para el proletariado, es una influencia negativa que solo potencia y beneficia a la oligarquía financiera en sus iniciativas políticas.


[1]En realidad, se trata de un arreglo a “A cuenta de futuros aumentos”.

[2] Para una lectura más detallada de nuestra posición al respecto, ver la nota: https://prtarg.com.ar/2018/04/10/sobre-la-consigna-del-paro-general/

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