La carrera electoral está lanzada. Las dos principales fuerzas (Macri-Pichetto y Fernández- Fernández) juegan al viejo juego de la continuidad y el cambio. Más allá del reducido núcleo de cada fuerza que los votará con convicción, la inmensa mayoría del pueblo votará una u otra opción para que la otra no gane. Es decir, lejos se está que las elecciones presidenciales generen expectativas de cambio reales en amplios sectores del pueblo.
Es esta una de las elecciones que más intrascendentes resultan a las necesidades y padecimientos que hoy acosan al pueblo trabajador. Por eso las motivaciones para votar podrán ser variadas, pero están todas atravesadas por esa falta de confianza generalizada que anida en nuestro pueblo.
Esto es muy importante tenerlo presente porque es el factor que corre a nuestro favor. Ellos, el que gane, creerán que tiene el aval político de las mayorías para llevar adelante políticas en contra de nuestros intereses, y entonces se encontrarán con la resistencia y la lucha del pueblo.
De allí que en el seno del pueblo no debemos entrar en el ficticio enfrentamiento que nos proponen los de arriba; nuestros compañeros de trabajo, estudio, vecinos no son enemigos porque voten a una u otra fuerza.
Esa es la división que nos intenta imponer la burguesía monopolista, siempre buscando formas de dividir al pueblo cuando en la lucha cotidiana por nuestras reivindicaciones y condiciones de vida, la unidad es un factor fundamental que hemos aprendido a valorar.
Lo importante no es a quién se va a votar sino cómo seguimos preparando las fuerzas políticas independientes de los trabajadores y el pueblo para el enfrentamiento que habrá que afrontar luego que pasen las elecciones.
Unos y otros auguran que el gobierno que viene tendrá serios condicionamientos por la enorme deuda contraída y los vencimientos de la misma. Además de nuevos embates por la reforma laboral, previsional e impositiva.
El asunto es que se vean condicionados porque les demostremos que no aceptamos nuevos ataques a nuestras conquistas ni mayor deterioro de nuestras vidas.
Entonces por eso debemos pensar que lo importante se dirime luego de las elecciones y no el día que hay que votar. Continuemos preparando los cimientos de la organización popular ahora.
No dejemos que nos dividan. No permitamos que nos desvíen de nuestras prioridades.
Trabajemos en el camino de seguir construyendo la organización política independiente que sea la herramienta en la que las mayorías decidan el camino a seguir, mediante la lucha y el enfrentamiento y no con la ilusión de una papeleta con tal o cual nombre.
De urnas y votaciones ya tenemos bastante sin que los problemas de fondo de nuestro pueblo se hayan resuelto.
Las soluciones de los problemas del pueblo serán posibles por la obra del pueblo mismo.
Lo importante se dirime luego de las elecciones
y no el día que hay que votar.
La dignidad no se negocia. La dignidad se grita, se canta.
La dignidad no se pisa. La dignidad se levanta.