El 17 de julio de 1995 falleció nuestro compañero Amílcar, “el viejo”, a quien hoy recordamos con “el presente”.
Un “viejo” inquieto, caminador, estudioso… contaba con un vigor envidiable, un compañero formado en el Marxismo Leninismo, heredero como tantos otros compañeros, de las tradiciones revolucionarias de nuestro Partido.
Secretario General en uno de los períodos más complejos de la lucha de clases y también de nuestro Partido. Pero no quisiéramos en este recordatorio obviar el presente: su trayectoria revolucionaria la hemos reflejado en varios artículos de esta misma página. Pero el presente pesa y mucho, y en ello Amilcar, con su “indomable lapicera” -que se agitaba al escribir y también cuando delataba un gran enojo- nos aportó cuestiones esenciales de nuestra revolución para las vivencias del hoy.
Nos referimos específicamente a la construcción del Partido, el destacamento avanzado del proletariado. El que había que emprender en una nueva etapa y luego de una derrota, en donde los mejores hijos e hijas de la revolución ya no estaban. Se habían perdido hombres y mujeres revolucionarias, se había perdido experiencia, y por sobre todas las cosas, vida, mucha vida acumulada de explotados y oprimidos. Riqueza resumida en esas vanguardias.
Amílcar se puso el Partido al hombro. Si bien en la cuestión de principios era un Leninista convencido, el partido había que reconstruirlo y en ello le puso toda su energía. Había que caminar en el sentido literal de la palabra y recorrió el país como podía para incorporar a nuestras filas a compañeros y compañeras que -por diferentes causas- habían quedado aislados de la organización.
No fue tarea fácil, pero le dedicó especial atención al funcionamiento político desde el mismo comienzo de la reconstrucción. Había lineamientos teóricos y políticos que por aquellos años eran fundamentalmente generales, pero en esa lucha política e ideológica no tuvo descanso. Y en ese andarivel de pensamiento, su obsesión era la construcción de las células del partido. De cuerpo y “alma” le puso especial atención a la formación de nuevos compañeros, y no con menor importancia trabajó arduamente en esos colectivos, para ir sintetizando el proceso de lucha de clases.
Construyó el Partido, lo sostuvo editorializando nuestro periódico El Combatiente durante muchos años, redactando trabajos internos que abarcaban la lucha ideológica, y sobresalió en trabajos fundamentales sobre el Capitalismo Monopolista de Estado, y en la existencia de un proletariado vigente, no sólo desde el sentido estricto de la producción sino y -fundamentalmente- desde el significado de clase, resumido en el papel del proletariado en nuestra revolución.
Sostuvo con firmeza toda la historia de nuestro Partido, explicaba la aparición de este destacamento en el 65 , en su fundación liderada por nuestro Secretario General Mario Roberto Santucho, como una necesidad histórica que este grupo de revolucionarios supo comprender.
Amílcar fue un inquebrantable luchador contra todas las posiciones burguesas y pequeño burguesas, de gran influencia por aquellos años. El reformismo en toda su gran expresión había hecho mucho daño a la concepción leninista de Partido.
Hoy a nuestro querido «Viejo», lo recordamos desde el “presente”. Y cómo él hubiera hecho, estamos poniendo una fuerza mayúscula para que esa necesidad histórica del Partido Revolucionario se consolide cada día más entre el proletariado y el pueblo.