El frigorífico Ecocarnes (ex Cocarsa), ubicado en la localidad de Virreyes, en Zona Norte de Buenos Aires, consiguió hace un mes atrás quedarse con parte de la Cuota Hilton. Son 825 toneladas a un valor de 12.500 dólares la tonelada, una de los mayores a nivel nacional.
La Cuota Hilton es un cupo de exportación de carne vacuna sin hueso de alta calidad y valor que la Unión Europea (UE) otorga a productores y exportadores de carnes radicados en diferentes países.
Si bien los números tienen variaciones año a año, atado a los procesos de concentración de capital y a las disputas por los negocios entre los monopolios, los frigoríficos que producen esta carne en Argentina están dentro de los que mayor porcentaje de cuota poseen.
Según lo que se publica en el Boletín Oficial (Resolución Nº308/2019) firmada el pasado 28 de junio, se distribuyeron 29.466,924 toneladas de las 29.500 toneladas concedidas por la UE “a la Argentina” para el periodo comprendido entre el 1 de julio de 2019 y el 30 de junio de 2020. Esto representa casi la mitad de la Cuota Hilton que otorga Europa.
Más allá de los mecanismos comerciales, económicos y políticos implícitos en este tipo de “acuerdos” (los cuales no pretendemos analizar en este artículo”) sin dudas que la Cuota Hilton es uno de los grandes bocados que se disputan los capitales a la hora de hablar de los negocios de la carne; y que -en ese mismo sentido- para las empresas más productividad es mayor plusvalía, poniendo el objetivo de la flexibilización laboral en el primer plano de sus intereses.
Los trabajadores de la planta de Ecocarnes en Virreyes faenan 1.100 cabezas de ganado por día. Más allá de las “quejas” por “la crisis” que siempre escuchamos de parte de las empresas, en este momento están trabajando a full. Además de lo que ya mencionamos respecto a la Cuota, este frigorífico además está exportando a China.
Vale decir -para poner en contexto los hechos ocurridos recientemente- que este frigorífico y el barrio en donde se localiza, tienen una larga historia de lucha y organización.
Los trabajadores del frigorífico llegaban el día 10 de Julio pasado para cumplir su jornada laboral matutina como todos los días cuando fueron agredidos por una patota de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne y sus Derivados.
Es cierto que existe un conflicto que viene desde hace un tiempo, porque la empresa pretende“pasar” a su personal bajo el Convenio de esa Federación, que se caracteriza por tener una burocracia sindical complaciente, amiga y concordante con los intereses de las empresas. Por eso los trabajadores ya rechazaron en dos oportunidades (en sendas asambleas)afiliarse a la Federación “de Fantini”, como se la conoce en la jerga. De hecho, en la última paritaria los trabajadores de Eco-carnes conquistaron un 42% de aumento mientras que la Federación de Fantini cerró por un 36%.
Como nos comentaba un compañero delegado:“Fantini está llamado a tratar de garantizar con este gobierno y con el que venga la flexibilización laboral en los frigoríficos. Eso implica profundizar las pésimas condiciones trabajo, muchas veces en negro, con jornadas de 12 o 14 horas diarias”. Vale agregar que el “buen señor” de Fantini tiene vínculos económicos con la barra brava de Boca, de Newell´s y Colón de Santa Fé.
Por eso decimos que el ataque perpetrado ese miércoles por la mañana a los trabajadores de Ecocarnes estuvo lejos de ser “enfrentamiento entre fracciones sindicales”, como lo presentaron los medios de desinformación masiva, y como azuzó durante varios días el gobierno, utilizando esto con fines electorales.
En los hechos, la patota de la Federación llegó al lugar en 3 micros, corta la calle,“apura” a los trabajadores, amenazándolos e interrumpiendo su paso. A partir de allí, comienzan a golpearlos y les disparan impunemente, hiriendo a dos de ellos. Cuando los vecinos llaman a la policía en el 911, y a un destacamento que está a metros de lo que ocurría, comprendieron que las fuerzas de seguridad habían liberado la zona para facilitar el accionar delictivo de los patrones y su patota.
Lo que ocurre después es que los trabajadores no se comen el apriete y se rebelan. Se suman vecinos y familiares a bancar a sus amigos, saliendo a la calle. Los laburantes no dejaron entrar a la planta a la patota y ahí el barrio los sale a bancar. Trabajadores, familiares y el barrio actuando como un puño, sintiendo lo mismo, siendo lo mismo.
Se enfrentan con la patota y literalmente “la corren” (se tuvieron que ir a gamba como pudieron), porque se incendian dos de los 3 micros en los que habían llegado.
La indignación se plantó como baluarte para no dejarse pisotear por estos impresentables. La patota salió derrotada y humillada. Además, los trabajadores le marcaron la cancha a la empresa respecto a sus intenciones de imponer la flexibilización.
Este conflicto no es ajeno a lo que nos pasa a millones de nosotros. Los obreros que nos levantamos todos los días para llevar un plato de comida a nuestras casas, mientras los empresarios quieren explotarnos cada vez más. Y cuando no aceptamos sus condiciones traen policías, gendarmes o patotas para intentar torcernos el brazo y someternos.
Violentos son ellos porque violencia es condenarnos a una vida de privaciones y miseria.
Los trabajadores no queremos más las sobras, queremos una vida digna y feliz.