China devaluó su moneda, Estados Unidos advierte sobre una “guerra comercial” abierta mientras bloqueó todas las propiedades del Estado Venezolano y advirtió a los estadounidenses sobre los “peligros” de viajar a Uruguay.
En el plano nacional, Macri cerró su campaña electoral en Rosario ante unas 3.000 personas; Kicillof afirmó que “no estoy tan seguro que el empresariado apoye a Macri”, manifestando así su indisimulada aspiración a tener el apoyo de los monopolios para su candidatura; el precio del dólar en Argentina volvió a trepar luego de un periodo de inestable estabilidad (contradictorio pero ilustrativo).
Los medios masivos, ordenan así, tal vez con alguna diferencia sutil entre ellos, la importancia de las noticias que influyen en nuestras vidas.
Sin embargo, desde hace tiempo atrás, los centros de poder de la burguesía monopolista, han firmado sentencia sobre tres ejes que, con obcecación, imponen sobre la clase obrera y pueblos del mundo: flexibilización laboral, reforma previsional y reforma fiscal. Todos tendientes a disminuir los ingresos de quienes sólo tenemos nuestra fuerza de trabajo que estamos obligados a poner al servicio de algún burgués para sobrevivir, y de aquellos que tienen un pequeño recurso pero que también trabajan para poder subsistir.
Sobre esos tres puntos se mueve la lucha de clases en el mundo y también da vueltas la lucha interimperialista que se expresa en el primer párrafo de esta nota y que día a día recrudece y pone en vilo a todo el mundo.
Sin embargo, estos tres puntos están ausentes de las agendas que nos muestran y nos refriegan día con día. O, más precisamente, lo que está ausente es la razón por la cual se deciden estos tres puntos y se aplican contra viento y marea, incluso, a fuerza de enfrentar la resistencia y la lucha que los pueblos del mundo.
Así como los tres puntos coinciden en un solo objetivo: reducir los ingresos destinados al pago de salarios, jubilaciones y fondos del Estado destinados a la población laboriosa (salud, educación, viviendas, ayudas sociales, etc.), lo cual constituye una decisión política global y de los gobiernos de turno en cada país, aunque se presenten con ropajes distintos (nacionalistas, populistas, conservadores, progresistas o de “izquierda”), el enfrentamiento a tamaña ofensiva del capital imperialista mundial, debe centrarse sobre los mismos. Es que la ganancia empresaria con interés incluido (o más precisamente la plusvalía) y la renta de la tierra se originan en la misma matriz que el ingreso de los obreros, trabajadores y pueblo en general: el trabajo asalariado.
Allí deberán estar destinados los esfuerzos de los próximos pasos a dar por las luchas populares y la acción revolucionaria, principalmente, de nuestro Partido.
Y estos pasos, por su carácter, dimensión y enfrentamiento clasista, deben ser de índole política, porque política es la decisión globalizada de parte de la burguesía monopolista de imponer estas medidas, claro que obligadas por la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, ley inexorable de carácter netamente económica sobre la cual no tiene ningún control la clase dominante y que, a la vez, constituye una de las tantas contradicciones insolubles que hacen que este sistema de producción capitalista sea históricamente pasajero, como lo fueron los anteriores.
Aunque nos quieran llevar por el camino de las reivindicaciones sectoriales, por rama de producción (o sindical), nuestros esfuerzos tienen que estar orientados a encauzar cada lucha por las condiciones de vida en el marco político de la contienda de clases. Cobra gran importancia, la reciente lucha de los docentes salteños en involucrar a toda la comunidad educativa en un interés común.
Allí está la clave de los próximos enfrentamientos. Aunque los mismos se inicien por puntuales demandas sectoriales o locales, deberemos levantar con gran convicción la esencia política del enfrentamiento llevándolo al plano de la lucha contra el poder de la clase dominante y sus políticas emanadas de la necesidad de sostener o ampliar la tasa de ganancia y el sostenimiento del sistema que la genera.
El proletariado es la única clase que puede ponerse sostenidamente al frente de este enfrentamiento y ello no radica en un problema de voluntades o preferencias dogmáticas. Radica, por el contrario, en que el proletariado es el que genera, precisamente, la plusvalía de la que se alimenta toda la burguesía y su aparato estatal y de la que depende todo el aparato productivo de la nación y, en consecuencia, la vida e integridad de los sectores populares.
Todas nuestras energías, construyendo el Partido Revolucionario y alentando la unidad en la lucha con las distintas expresiones revolucionarias en el seno de la clase obrera y el pueblo, debemos invertirlas en el objetivo político de enfrentar esos tres ejes que, necesariamente, implica desarrollar la metodología de la democracia directa que se viene aplicando y la organización política de los movimientos de masas locales y regionales que brotan en las últimas experiencias y que son la expresión imprescindible de la fuerza material nacional futura que puede hacer posible no sólo el retroceso de las intenciones burguesas sino también su derrota definitiva.