Bastó que China devaluara su moneda para mostrar la fragilidad del capitalismo en su conjunto; ratificación de que la oligarquía financiera mundial tiene prendido con alfileres el “orden” que tanto pregonan.
Ni que hablar en nuestro país. Vuelta a moverse el dólar, vuelta la suba de tasas. Pero los medios hablan de “incertidumbre electoral”.
La crisis capitalista mundial, obviamente, no está dentro de la agenda electoral de la burguesía monopolista en la Argentina. Y esto no es un tema menor; cualquiera que gane las elecciones presidenciales, además de los condicionantes existentes por el acuerdo con el FMI, deberá lidiar con la inestabilidad económica y política a nivel planetario.
Argentina es parte de esa crisis, con sus particularidades propias, las que potencian la crisis y la inestabilidad. A tal punto esto es así que la advertencia que hizo la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner el último fin de semana, respecto a que vienen épocas difíciles, abre el paraguas para que nadie se sorprenda si un eventual triunfo de su fórmula no cubre las expectativas de sus votantes.
A ese panorama se le suma que un hipotético triunfo de la fórmula oficialista sería leído por un sector de la clase dominante como un respaldo a las iniciativas de reforma en lo laboral, previsional y fiscal. “Lo mismo pero más rápido”, dijo Macri.
En un caso o en el otro, los revolucionarios debemos mantenernos firmes en la denuncia y advertencia de la actual situación aun a costa de parecer estar en minoría.
Como ya dijimos, el acto electoral sólo servirá para confirmar nombres y modos, pero las políticas a llevar adelante son las mismas a la hora de dar respuesta a las demandas del capital financiero mundial.
La resistencia que se viene manifestando necesita políticas claras de organización desde la base para que los próximos enfrentamientos puedan ser afrontados (aunque sea en forma parcial) con una dirección política revolucionaria.
Ello aportará a mostrar nuevos caminos de para la lucha y ayudará a que la misma crezca y se desarrolle no sólo en número sino también en calidad. Para que pasemos de la resistencia a la conquista, y desde allí a acciones más ofensivas.
Por eso es necesario persistir en las tareas de propagandización y agitación de las ideas revolucionarias, de las tareas de organización de las fuerzas, sin dejarse llevar por discusiones secundarias que son las que la burguesía quiere que discutamos.