Despechado y con rostro demacrado, el presidente Macri, culpó al elenco Fernández – Fernández y a todos los votantes que no pusieron la boleta de Cambiemos en las urnas, por el terrible saqueo al que fue sometido ayer el país.
El efecto, fue la disparada del dólar que significó una transferencia de 100 millones de dicha moneda desde el Banco Central a las arcas de la burguesía monopolista.
Decimos efecto, porque en realidad, los precios habían aumentado antes. ¿Cómo es esto?
Las operaciones a futuro (ventas y compras de commodities) ya se hacían con un dólar que alcanzaba los 60 pesos por unidad previendo una inflación acorde que llevaría los valores a ese nivel a fin de año. Pero al conocerse, en la noche del domingo, las cifras irreversibles de la terrible paliza que recibió la administración macrista, la burguesía en el poder le soltó la mano y las operaciones a futuro se transformaron en operaciones del presente por lo cual, ese precio que se preveía para fin de año se transformó en el precio del día. La inflación fue provocada por los “jugadores de las grandes ligas”.
El precio de las mercancías que se negocian por fuera de los mercados a futuro ahora serán emparejados, proporcionalmente, con el precio inflacionario.
El resultado será una disminución acorde del precio de la fuerza de trabajo, el salario.
La burguesía monopolista ha demostrado una vez más que su voracidad y su “paciencia” no están sujetas a climas ni resultados electorales. En donde ve que la administración de su gobierno flaquea o se derrumba, como en este caso ocurre con Macri y su elenco, no duda en hacer rodar la perinola y toma todo lo que puede.
Mientras tanto, Fernández declara que está feliz. Su visión es el sillón del puesto por el que ha trabajado para mejor servir a sus mandantes de quienes cobrará las suculentas comisiones y participará de los negocios a los que les permitan acceder. Si para el cierre de campaña en Rosario, conjuntamente con el aparato Kirchnerista y aliados, hizo todo para que se movilicen más de 100.000 personas, ahora espera paciente la confirmación de octubre y la entrega del cetro presidencial en diciembre. Nada de movilizar al pueblo para defender sus condiciones de vida y el saqueo de su salario. No es que esperemos otra cosa de un señor y de su partido político servil a los monopolios, sólo destacamos su vocación utilitaria y burguesa.
El futuro presidente, así se ve él y sus acólitos partidarios, sigue en campaña y nada le importan los sufrimientos del pueblo. En medio del frenesí financiero, seguirá reuniéndose con los burgueses monopolistas prometiéndoles que garantizará la gobernabilidad para la continuidad del saqueo, aún quedan por ejecutarse las tres patas centrales de sus proyectos: mayor flexibilización laboral, reforma previsional y reforma fiscal.
Pero tal como lo afirmábamos en la nota de ayer, la situación del proletariado y el pueblo es un polvorín y la burguesía juega con fuego en medio de él.