El “populista” Fernández afirmó que el dólar a $60 estaba bien y el “neo liberal” Macri ha tomado “medidas”, como la eliminación del IVA para artículos de la canasta básica y, por decreto, congela el precio de las naftas.
Los Pro “salen” a la calle, y la impresentable Lilita agitó sus huestes para embarrarse y dar la cara no sin antes amenazar que volverán los votos para octubre de los que estuvieron esquiando y aprovechando el verano europeo. Los Fernández, por el contrario, intentan meter la gente a la casa.
¿Mundo al revés o crisis política?
Si en algo hemos acertado es que nos hicimos fuertes en caracterizar que las elecciones de octubre estaban muy lejos, reafirmamos tal cuestión y, sobre esa base, los resultados del domingo crearán una huella profunda en la lucha de clases de nuestro país.
Han entendido por arriba que lo que está en juego es la gobernabilidad y los laboratorios y escritorios del “marketing” ya no sirven para pergeñar las políticas de mediano plazo.
Sin embargo, que la gobernabilidad esté permanentemente en estado deliberativo de todo el pueblo, cuestionada en sus bases materiales, rechazadas todas sus instituciones no significa que el poder burgués esté cuestionado. Insistimos en que es un alto grado de conciencia saber lo que no se quiere pero pesa el no saber hacia dónde a ir.
En circunstancias como estas en donde el pueblo dio su veredicto con lo que tuvo a mano el día domingo y pasada la algarabía de ese día y del propio lunes, la incertidumbre y el dolor por todo lo sucedido en horas posteriores abrió un estado deliberativo de todo el pueblo y especialmente en la clase obrera industrial. Hay confusión porque la burguesía, poseedora del poder no “duerme” a la hora de garantizar el sistema.
La incertidumbre en el abajo pesa y mucho, se ha condicionado a todo el arriba y eso no es poco, la burguesía ha entendido que hay poca tolerancia y eso ya se manifestó el domingo, pero esa incertidumbre se irá aclarando hora por hora y el dolor en las masas sufrientes se irá modificando en la medida que la movilización más amplia de todo el pueblo se haga sentir y comience a pesar.
¿A qué llamamos movilización más amplia?
En primer término, ganar la calle, pasar del estado deliberativo a acciones concretas de reclamo por derechos políticos y económicos. Un ¡basta! muy grande y abarcativo, un ¡ya! Inmediato. Estamos transcurriendo días en que la burguesía no se repondrá fácilmente del golpe sufrido y el reclamo más amplio no debe hacerse esperar.
De la incertidumbre de la nueva situación a la certidumbre de la movilización más amplia significa que hay que multiplicar en decenas de miles los golpes de reclamos y es en ese camino en donde se necesita fortalecer la organización política por abajo también en su más amplio contenido.
En donde impera la confusión, en donde el estado de ánimo sigue expresando bronca pero no desemboca en movilización es necesario abrir ese debate, elevar el grado de conciencia, fundamentalmente en el proletariado, de la necesidad que el mismo se exprese como clase. Estas son tareas inmediatas, son tareas de la lucha ideológica impostergables entendiendo que las acciones que la clase promueva facilitarán ese entendimiento. Elevar la calidad de esa conciencia de clase.
Abajo, en lo más profundo de la clase debemos plantear, en lo inmediato, la intervención en estos días como clase, por allí radica el gran debate contra todas las ideas reformistas y populistas en el seno de la misma. Nada de este trabajo será en vano, es una oportunidad importante para que desde la movilización más amplia el proletariado eleve su conciencia de clase.
Si se logra o no la movilización depende de muchos factores, infinitos, pero la tarea política independiente es accionar para vertebrar la movilización de un sentimiento muy profundo de un ¡basta ya! Debemos saber que la clase dominante ¡no duerme! y que cada hora, cada día que hay que aprovechar al máximo el debate por salir a condicionar las políticas burguesas.
Una ola de reclamos políticos y económicos no dejará acomodar en el tiempo a la burguesía, gobierno saliente o gobierno entrante tienen que saber y sentir que seguirán condicionados. Que un candidato como Fernández tenga que salir a decir que el dólar a $ 60 está bien, significa que asimiló que su clase está extremadamente débil. Él sabe muy bien que a ese valor los salarios se van al fondo del mar, pero su debilidad lo obliga a mostrar su interés de clase. Por su lado el gobierno está cediendo, ha dado pasos atrás, no está en retirad, pero hay que ponerlo en retirada, asfixiarlo de reclamos. Cada fábrica, cada barrio, cada escuela, en fin, desde todos los lugares, la ola de reclamos debe estar acompañada de la organización autoconvocada más amplia que vaya consolidando el verdadero poder institucional por abajo.