La lucha por salarios dignos, por mejores condiciones de trabajo, contra la inflación galopante, etc. son consignas que adquieren un valor político impensado hasta hace muy poquito tiempo. ¿Qué atacan? ¿Qué condicionan?: el “maridaje” que le da título a esta nota.
¿Son suficientes este tipo de consignas con un fuerte contenido economicista? Entendemos que no. Sin embargo, se traducen en políticas cuando al llevarlas adelante de las formas y maneras que se presentan, provocan un estado deliberativo que abarca y ensancha a toda la sociedad.
No son suficientes si en ellas no aparecen los puntos sobresalientes del proyecto revolucionario que pueda dar explicaciones, no sólo a las causas del actual estado de cosas sino –y, sobre todo- para hacer conocer las propuestas políticas, ideológicas y de organización que se presentan antagónicamente al mercado, la democracia representativa y la gobernabilidad, todas propuestas por la clase dominante que los agrupa.
Las elecciones pasan, los problemas quedan y se agravan.
El arco “democrático” burgués ha conciliado la idea de gobernabilidad y por allí pasa la preocupación “del mercado”. Han logrado contener parte de la movilización de todo un pueblo, pero saben muy bien que no han logrado aliviar el dolor y la bronca existente por abajo.
Los pueblos no se suicidan y van amasando con sus nuevas avanzadas caminos de salida.
El horizonte no es claro, pero se sabe lo que no se quiere. El atrás pesa, pero ya no conmueve. La historia es el presente y en ello se resume el desprecio de nuestro pueblo por todo lo que le viene de arriba.
Pero en el hoy hay que hacerse fuerte en el plano más amplio de la movilización contra los tres puntos en que está abroquelada la burguesía (reforma laboral, previsional e impositiva). Y cuando hablamos del sentido más amplio de movilización lo planteamos en el ir amasando en ella la plena organización. La misma que a la vez que rompe con la institucionalidad que nos somete, prepara, fortalece y sostiene las nuevas instituciones de poder por abajo.
Es en ese andar de las próximas semanas en donde el reclamo económico y político nos los dejará acomodar, independientemente de los titulares de empresas de propaganda del sistema que alimentan la idea de gobernabilidad, expresando que los de arriba son “señoritos” que cuidan una democracia altamente cuestionada en los hechos y no en las frases hechas.
Hay que llenarlos de la movilización más amplia, de reclamos justos y dignos, preparar las fuerzas, elevando la calidad de los debates en torno al Estado, al sistema capitalista, a la necesidad de organizaciones políticas que se fogueen en la idea del poder popular. Valorar los miles de organizaciones de nuevo cuño que nuestro pueblo se ha dado en las más diversas prácticas sociales, profundizando su enraizamiento en lo más profundo de cada fábrica, de cada barrio. Asimilar en ese plano de movilización y organización popular, que la preparación de fuerzas contra la gobernabilidad irá cambiando la actual correlación de fuerzas entre el poder burgués y el poder popular.
No hay que dejarse llevar por las nuevas luces de colores de la gobernabilidad. Octubre está muy lejos, pero aun así las elecciones venideras y sus resultados deberán soportar el embate de broncas que se irán canalizando en movilización y reclamos. Y por sobre todas las cosas, en una búsqueda de salidas a la crisis estructural que nos impone el sistema capitalista.