La burguesía monopolista y sus políticos siguen de juerga, mientras sobreactúan responsabilidad. Es decir: se quieren mostrar responsables pero en realidad están de joda.
Acá está cada vez más claro que cuando hablan del pueblo sólo lo hacen para que la situación no les estalle en las manos y, de esa manera, se agudice la monumental crisis política que los atraviesa. Y al mismo tiempo, para cuidar de los negocios de los monopolios que ellos representan.
Medidas “de alivio”, declaraciones “de barricada”, acusaciones cruzadas, todo es parte de una puesta en escena que lo único que persigue es ver cómo se posiciona cada facción de la clase dominante. Se llenan la boca con la pobreza, el hambre, las instituciones, la república, cuando entre bambalinas (y cada vez más en público) de lo único que se ocupan es de darle señales a la oligarquía financiera, a los “mercados”, y así y todo nadie es capaz de encauzar la situación.
Como en toda su historia como clase dominante, la burguesía quiere convencernos que nuestro destino está atado al propio. De esa manera, las soluciones que nos proponen son la apariencia de soluciones para toda la sociedad cuando en realidad son medidas que solamente se fundan en una carrera por el arrebato para ver quién sale mejor parado en la lucha intermonopolista.
Lo que estamos viviendo por estos días es una clara expresión de esto que afirmamos: mientras ellos dirimen sus cuitas en las alturas (que traerán más sufrimiento y padecimientos para el pueblo), nos dicen que esperemos, que seamos pacientes, que ya todo se resolverá cuando asuma el nuevo gobierno. Es decir: confíen, estamos trabajando para ustedes. Nada de eso es lo que ocurre en realidad.
Ante esta situación, sostener la espera es esperar qué otra desgracia nos caiga encima producto de la crisis económica y política de la burguesía monopolista.
El salario se ha devaluado brutalmente; las jubilaciones y asignaciones no alcanzan para nada; siguen subiendo los precios de los alimentos y productos de primera necesidad; siguen los despidos y suspensiones; provincias como Chubut han entrado en cesación de pagos y otras provincias más pueden sumarse todavía (cuestión de la que nadie habla).
Cuando comenzamos a escribir esta nota el dólar estaba a 58 pesos. Estamos por terminarla y el dólar está a 61 pesos.
Volvemos a reiterar: hay que ganar las calles. Hay que salir a reclamar por lo nuestro sin confiar en ninguno de los de arriba. Reafirmamos más que nunca lo dicho en nuestro último volante nacional:
“Trabajadores argentinos, ni un paso atrás en nuestros derechos políticos, económicos y sociales. Reaccionemos. Demostrémosle a los monopolios y sus gobiernos que no estamos dormidos. Autoconvoquémonos y organizados en cada fabrica, parque industrial, barrio y localidad, con masividad y unidos, ejercitando la movilización y la lucha, que paguen los responsables de nuestra sacrificada vida.
En la hoguera de la rebelión popular ganemos las calles con la más amplia movilización. Hay que obligarlos a que paren con esta sangría dando soluciones inmediatas a los males que nos aquejan. Y si no, que se vayan. La dignidad del pueblo no espera a octubre”.