El integrante del grupo Carta Abierta, Horacio González, declaró que es necesario realizar “una valoración positiva de la guerrilla de los 70”. Como era de esperar, todo el campo “democrático e institucional” de la burguesía monopolista salió a mostrarse espantada y aprovechó para denostar a las organizaciones revolucionarias de aquella década. Que es lo mismo que decir seguir denostando la revolución. Como siempre decimos, la burguesía nunca descansa en la lucha ideológica contra las ideas y las experiencias revolucionarias.
Respecto de la afirmación de Horacio González, cabe proponer algunas precisiones sobre la misma dado que “valorar” la experiencia revolucionaria de los años 70 no dice mucho al respecto.
En primer lugar porque cuando alguien quiere valorar algo es porque lo reivindica. Pero pareciera que tal reivindicación es absolutamente parcial. Porque el Señor González adhiere en la actualidad a un proyecto político que se dice capitalista y que en boca de su más alta dirigente, Cristina Fernández de Kirchner, se jacta de “hacer” un capitalismo más efectivo que el actual.
Pero además, ciertas valoraciones a veces lo que persiguen es recordar hechos del pasado como aquel que recuerda acciones de su juventud que ya hoy no puede o no quiere volver a realizar.
Por eso cuando se propone valorar la guerrilla de los 70, sin reivindicar las causas que provocaron ese intento de experiencia revolucionaria, y que las mismas causas hoy día son más profundas y más lacerantes, hace que esa presunta reivindicación signifique algo así como decir: “Ya hemos pasado por allí, no nos ha dado resultado, probemos por otro camino”.
Al mismo tiempo desconoce que la experiencia de la lucha armada de aquellos años fue dada en un contexto de un grandísimo movimiento revolucionario, que fue sostenido por la lucha y el enfrentamiento de la clase obrera y demás sectores populares. Recordar la lucha guerrillera sin mencionar la formidable lucha revolucionaria de nuestro pueblo en todos los planos es recortar la historia; significa querer abordar la misma como un recuerdo romántico, como la acción de ciertos grupos que no tenían nada que ver con la lucha revolucionaria del pueblo.
Ciertas valoraciones entonces se utilizan como el contrabando de ideas. Porque mientras se propone llevar adelante un proyecto capitalista, la valoración de los 70 actuaría como una “marca de origen” que daría legitimidad a lo que hoy se propone. En otras palabras, hacemos capitalismo porque no queda otra, pero recordamos los “ideales”, los “sacrificios”, las “utopías” (palabra que tanto gustan usar los intelectuales como el Señor González) para que creamos que harán un capitalismo distinto, más humano, menos depredador y explotador.
La lucha revolucionaria de los 70, además de recordarse, se debe seguir haciendo. Eso es lo que la realidad del capitalismo actual exige.
Además, para los que seguimos en la lucha política, es la única forma de reivindicar a los miles de hombres y mujeres que dieron todo por la revolución. Hacer política hoy recordando solamente, sin tomar las banderas de la revolución y el socialismo, es un recuerdo que, por inútil e incompleto, se transforma en olvido.
Olvido de luchar contra la explotación del ser humano y la naturaleza, olvido de querer transformar revolucionariamente a la sociedad, olvido de luchar irreconciliablemente contra la burguesía en todas sus variantes.
Porque lo primero que hay que recordar, Señor González, es que la burguesía sigue siendo la clase dominante. Y contra esa clase lucharon y luchamos los revolucionarios consecuentes.
De lo contrario es recordar, pero para olvidar.