En la sociedad capitalista la fuente del salario y de la ganancia burguesa es la misma, y dicha fuente es el trabajo de los proletarios. Una parte muy pequeña del producto del trabajo es destinada a salarios mientras que la parte fundamental, a la ganancia. Cuando crece uno, el otro disminuye y, a la inversa, cuando uno disminuye, el otro crece. Y ello es de aplicación también al volumen de los capitales. Cuanto más crecen los grandes, los chicos disminuyen hasta desaparecer. Así funciona el capitalismo.¡¡¡No hay otra ecuación!!! Y esto es taxativamente así.
La burguesía y los distintos gobiernos que son sus voceros, mienten permanentemente y nos inculcan diariamente que, si las ganancias de las empresas aumentan, los salarios lo harán igualmente. Lo dicen Macri, los Fernández, Lavagna, Esper, etc., y todos sus voceros economistas y comunicadores.
El contraste con ello, lo dio la propia estadística emitida por el gobierno sobre el crecimiento de la pobreza en el país que, según nos dicen, se ha instalado en el 35% (aunque estamos seguros que el número es mayor). Esto quiere decir que hay más de 15 millones de gente pobre. Sin embargo, en el último período de gobierno actual, las ganancias obtenidas por los grandes monopolios fueron enormes como en ninguna parte del mundo. Tal como lo hemos dicho en otras notas publicadas en esta misma página, la gran burguesía monopolista o capital financiero se ha embolsado, en pocos meses, más de 36.000 millones de dólares que fueron transferidos desde el FMI a sus arcas. También han obtenido beneficios de entre 60 y 80%, en dólares, sobre sus capitales y ahora van por mayor flexibilización laboral, reforma previsional y reforma fiscal.
Tal como lo hemos dicho en el primer párrafo, para que esto ocurriera y siga profundizándose, se disminuyeron drásticamente los salarios e ingresos de quienes trabajamos, disminuyeron y hasta desaparecieron empresas, y se generalizó la desocupación y la miseria.
Las grandes ganancias de unos pocos son las que generan las grandes pobrezas de muchos. Trascartón, las aseguradoras de riesgos del trabajo, ART, que forman parte del capital financiero que maneja al Estado, se muestran satisfechas con el decreto firmado por Macri mediante el cual se disminuye el monto de indemnización por muerte de los trabajadores. Otra vuelta de tuerca en la pobreza, mientras que contradictoriamente, el presidente sigue prometiendo mejores salarios en cada discurso de campaña.
Abaratan la vida del trabajador, mientras nos quieren hacer creer que aumentarán los valores para adquirir los medios de vida. Tal como lo afirmaba Marx, “en la misma medida en que se valoriza el capital, se desvaloriza el ser humano”.Pero nadie de la oposición dice nada al respecto, porque cualquiera de ellos sabe que el próximo gobierno deberá seguir satisfaciendo la ilimitada sed de ganancia y súper explotación de los grandes capitales.
La hipocresía de la clase dominante los lleva a repetir que estamos debatiendo ideas sobre cómo se administra mejor al Estado, y nos quieren hacer creer que la puja electoral definirá el gobierno que lo haga. Hay que gritar un NO rotundo a este mentís. Acá no hay disputa de ideas: por el contrario, hay una cruel disputa de clases entre los que trabajamos y estamos condenados a ser cada vez más pobres y los dueños de los grandes capitales que exprimen y hacen que las mayorías suframos privaciones, pobreza, hambre y muerte. En tal caso las ideas que esgrimen para justificar tal crimen no son más que un entramado de mentiras yembanderamientos falsos entre macristas y kirchneristas u otros “istas”que sólo confunden al pueblo. A esas ideas hay que combatirlas también como parte de la lucha de clases, pero no para ponernos de acuerdo con quienes las generan y hacen confundir a gente de bien, sino para vencerlos y hacerles morder el polvo de la derrota como clase.
La lucha de clases no admite intereses comunes entre explotadores y explotados tal como la ganancia no crece si crece el salario y viceversa.
Nuestro destino como trabajadores y el de los diversos sectores populares oprimidos, depende de que enfrentemos decididamente a los planes de la burguesía, sus políticos e instrumentos del Estado, de lo pequeño a lo grande, de lo local a lo nacional, generando poder de masas movilizadas y organizadas que frene y haga retroceder, hasta vencerla definitivamente, a esta clase criminal que nos condena al sufrimiento eterno.
Es necesaria una unidad y organización en la lucha entre trabajadores y pueblo oprimido contra este enemigo común. Entre trabajadores y pueblo no debemos diferenciarnos entre macristas, kirchneristas, radicales, falsos socialistas u otra supuesta división política. Ellos no preguntan a quién votamos a la hora de explotarnos y oprimirnos. Ninguna opción política burguesa nos va a llevar a buen puerto, sólo la organización de la lucha de nuestra clase y sectores populares contra la clase que nos explota y oprime nos posibilitaría cambiar nuestra situación y lograr al final la definitiva liberación de esta dictadura del capital.