Eliminación de los subsidios a los combustibles precipitan aumentos de precios en transporte público y de carga que los hacen insostenibles, y además desencadenan aumentos en todos los bienes de consumo masivo, fuerte eliminación y reducción impositiva en beneficio del capital monopolista -que concentra la importación y exportación no solo agrícola sino también petróleo y minería – que incluye -desde ya- la reducción del 50% en los aranceles a la salida de divisas, en materias primas y bienes de capital, y que según algunos analistas económicos, entre la reducciones impositivas y las deudas condonadas al capital monopolista ya se superan los 2000 millones de dólares.
La frase de rigor y el lugar común podía faltar y al igual que Macri y otros tristemente célebres, el Presidente Lenin Moreno afirma que “todo esto es en función de hacer más competitiva nuestra economía” y “favorecer a los emprendedores”.
Sin embargo este tremendo golpe al pueblo ecuatoriano, no tendrían razón de ser si estas medidas no parten del violento ataque a la clase obrera, o sea, si junto con ellas no están integradas -como su aspecto central- la reducción salarial de más del 20% en los contratos laborales, el aumento impositivo a los salarios de los trabajadores, la reducción de los periodos de vacaciones, el ataque directo a las libertades políticas y laborales, el ataque a los pequeños productores y como vienen denunciado diversas expresiones políticas y sociales de Ecuador, la violación taxativa de sus principios constitucionales.
Este conjunto de medidas -que identifican las políticas del capital monopolista a escala planetaria- vienen de la mano de las reformas laborales, tributarias y fiscales e incluyen las prerrogativas del FMI, como otra expresión imperialista inserta en este andamiaje de oprobio inhumano, hacen su centro en la superexplotación de los trabajadores y la flexibilidad laboral, la profundización del saqueo de las comunidades de los pueblos originarios, los pequeños productores agrícolas, y sectores medios de la población, extremando el parasitismo, la concentración y el despojo a manos de la burguesía monopolista.
La crisis política y la debilidad del propio gobierno frente a la lucha que el pueblo ecuatoriano venía sosteniendo eran un obstáculo para la profundización de estos planes del capital. El intento de imponer este cruento “paquetazo”es la gota que rebalsa el vaso. Es una medida “a todo o nada” en un escenario que preanunciaba que de las dos locomotoras avanzaban a un choque de clases abierto, directo y masivo.
De un lado, el hartazgo de la amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo, del otro, la exacerbación del capital monopolista con sus inhumanas ambiciones de ganancias a costa del hundimiento de un pueblo entero.
De un lado las organizaciones de los trabajadores de base y las centrales obreras, las organizaciones populares, las estudiantiles, las diversas expresiones campesinas, las comunidades de los pueblos originarios, avanzando con paros por tiempo indeterminado y con piquetes, movilizados en todas las grandes ciudades y centros de producción urbanos y rurales paralizando prácticamente todo el país y desnudando la vulnerabilidad de la burguesía.
Del otro, el “estado de excepción por 60 días” decretado por Lenin Moreno que, refugiándose en medidas defensivas, pretende con la represión sofocar el carácter insurreccional de la movilización de masas. Por el contrario, desde el miércoles 3 de octubre, las masas populares no solo han puesto blanco sobre negro esta situación de choque abierto, sino que, además han arrinconado al propio poder dispuestas a “derrotar el paquetazo”. Y por si fuera poco, promover el “urgente cambio de gobierno”.
Millones de seres que aspiran a una vida digna y ya han tomado la decisión política de enfrentarla abiertamente y de derrotarla. Tanto las comunidades originarias, como en otras muchas poblaciones, como así también en centros fabriles y zonas mineras, de estudios, en empresas del Estado, las asambleas, las barricadas, las autodefensas,verdaderas expresiones de poder popular, expresan ello.
De ahí que ni la represión, ni el Estado de sitio decretado, han podido impedir que el pueblo se movilice y actúe buscando romper las cadenas que lo atan a la una vida denigrante. El silencio de los medios de comunicación y desinformación al servicio del capital pueden contener la lucha por una vida digna. ¡VIVA LA LUCHA DEL PUEBLO ECUATORIANO! ¡VIVA SU EJEMPLO!