El pacto social no es la primera vez que se intenta. Pero hay que reconocer que este que se está promocionando ahora, como iniciativa de un futuro gobierno de Alberto Fernández, trae algunas novedades que ninguno de los anteriores empardan.
Este tipo de “pactos” son herramientas políticas a las que la burguesía echa mano cuando tiene que vender nuevos ajustes, pero sin nombrarlos; es así entonces que se recurre a la idea del pacto, la concertación, el diálogo, la conciliación. Todas metáforas para disfrazar un nuevo arrebato a las conquistas y derechos de los trabajadores, que son llamados a “pactar” para “que el país salga adelante” en un esfuerzo conjunto. Claro que cuando se refieren a eso se están refiriendo al conjunto de os trabajadores y masas laboriosas, excluyéndose (obviamente) la clase dominante.
Lo novedoso del actual pacto es que al necesario maquillaje que este tipo de componenda necesita, se le ha corrido la máscara antes del debut.
La UIA se ha mostrado dispuesta a llevar adelante la propuesta presentando un “plan productivo”; eso sí, advirtiendo que todo está bien pero siempre y cuando no les suban los impuestos. Y además, siempre y cuando se lleven adelante reformas en el sistema laboral. Como dice el refrán: “Bien me quieres, bien te quiero, no me toques mi dinero”.
Por si fuera poco, para agregarle más novedad al asunto, el anuncio fue acompañado por la inesperada presencia (según los medios burgueses, lo que vendría a ser la planificada presencia) de Antonio Caló, secretario general de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) y Héctor Daer, secretario general de la CGT (Confederación General del Trabajo).
Reiteramos que la novedad no es que empresarios y sindicalistas se sienten en la misma mesa para pactar. Esa es la función que vienen cumpliendo hace rato. Lo verdaderamente novedoso, que en este caso es sinónimo de bochornoso, desvergonzado, impúdico, es que se haya expresado con total claridad que la burguesía no está dispuesta a sacrificio alguno y que los empresarios que manejan sindicatos no sólo avalen eso, sino que avalen, con su presencia y sus declaraciones, la necesidad de cambios en los convenios por “antiguos”, que traducido al lenguaje llano significa luz verde a la reforma laboral que tanto ansían los monopolios.
Allí Caló afirmó: “hay que discutir los nuevos trabajos. Por caso, nosotros tenemos el rubro soldador, que así solo no existe más”.
Y es así como van preparando el terreno estos verdaderos cínicos a los que el mote de traidores ya les queda chico. Es lo que están haciendo Caló y demás (en todas las ramas) en cada establecimiento productivo y de servicios.
Pero el terreno se presenta enlodado. Si bien en las bases obreras golpea la amenaza del despido y la falta de trabajo, existe en ellas un consenso ampliamente mayoritario de entender que de nuevo nos quieren hacer pagar la fiesta. Y existen vanguardias obreras que están trabajando para preparar fuerzas y organización que permitan enfrentar el nuevo plan de los monopolios.
Llevando adelante un trabajo de concientización de las masas trabajadoras sobre lo que se viene; haciendo que vayan confluyendo trabajadores de distintas ramas para debatir esta situación y plantear estrategias comunes que avancen en la unidad efectiva de la clase; impulsando herramientas de lucha y organización para hacer frente a los planes de la burguesía, que es lo mismo que decir hacer frente a los sindicalistas empresarios; teniendo clara la necesidad de nuevas formas de organización político sindical de la clase que avancen en la ruptura con las caducas formas en vigencia, promoviendo la participación y organización efectiva de las bases para que se arraiguen en lo más profundo tales herramientas que garanticen masividad y unidad para el enfrentamiento; teniendo a mano la experiencia de autoconvocatoria, que ya es un patrimonio de nuestro pueblo, que sin duda alguna servirá para romper las trabas burocráticas y antiobreras que buscan impedir que los trabajadores se organicen para la lucha como mejor convenga a sus intereses de clase.
Porque de lo que se trata (y esto muy claro lo tienen) es romper con la política de conciliación de clases y enarbolar una política independiente de la clase obrera que sirva para defender sus conquistas y para convocar al conjunto de los sectores populares explotados y oprimidos.
Ese es el camino que hay que emprender, antagónico con la idea de pactar con nuestros explotadores.