La burguesía instaló durante varias décadas la idea que los revolucionarios éramos poseedores de la “verdad absoluta” y del “pensamiento único”. Con ello cabalgó hasta nuestros días pero con ropas cada vez más andrajosas.
Denostó -una y otra vez- lo revolucionario para confundir y enmarañar con verdades a medias lo que la clase dominante utilizó y utiliza a destajo. No sin antes batallar contra la ideología Marxista Leninista aduciendo que la misma estaba y está dotada de un determinismo histórico.
Para ello contó con una intelectualidad que -disfrazada de “espíritu crítico”, “adulto” y “razonable”- fundamentó como pudo lo que estaba putrefacto antes de nacer.
Trabajaron hasta el hartazgo para entonces sí apoderarse del pensamiento único y absoluto, esta vez sin comillas, en el tema fundamental que era sostener el sistema capitalista. Atacaron con munición gruesa sobre cuatro pilares ideológicos fundamentales.
- Desclasar el Estado
- Hacer desaparecer a la clase obrera como clase
- Borrar todo vestigio de lucha por el poder
- Democracia burguesa y representativa como estandarte de dominación
Desclasar el Estado fue siempre el papel de la clase dominante y el poder. Es decir, poner al mismo por sobre las clases en pugna y aparecer como neutral a los ojos de las grandes mayorías.
En la actualidad una buena parte de nuestra clase obrera intuye o sabe que el Estado le es ajeno. Lo vive, lo siente, lo palpita a cada momento. Sin embargo y a pesar que cada día el Estado muestra lo peor de sus caras, la clase obrera y el pueblo no han asimilado y comprendido que el Estado es de una clase opresora y que no tiene ni un céntimo de neutral.
Han trabajado sobre la idea que al Estado se lo “puede mejorar”, como se “puede mejorar” el sistema capitalista. La clase obrera y el pueblo han recibido pura ideología burguesa en este aspecto. Se ha hecho andrajosa porque la vida es más fuerte que cualquier teoría y hoy el camino se allana para irrumpir con la idea de construir un Estado revolucionario, proletario y popular. Una mayoría que se disponga como clase a dirigir los destinos de explotados y oprimidos del sistema capitalista.
No fue menor su labor ideológica para hacer desaparecer a la clase obrera de la sociedad humana.
Si usted lector se detiene en este momento y observa lo que lo rodea verá que todo lo que tiene a su alrededor fue hecho por obreros y obreras.
La clase obrera no solo no desapareció sino que la misma creció varias veces en pocas décadas. Solo hay que mirar el mapa del mundo y ver China, Vietnam, los países asiáticos, India y la nueva oleada de proletarización de África son ejemplo de ello. La burguesía acorraló a la clase obrera para que su lucha sea puramente economicista. La apartó de la lucha política y de toda independencia que exprese su interés de clase.
La lucha por el poder y la construcción del nuevo Estado desapareció del estado deliberativo de nuestros pueblos. Pusieron en marcha la maquinaria ideológica de la clase dominante con argumentos aunque hoy se encuentran fuertemente cuestionados.
La verdad absoluta que el capitalismo es incuestionable pasa al rincón de los recuerdos pero no así la alternativa de una salida, aunque la misma se encuentre en estado embrionario.
La lucha por los derechos políticos y económicos se ha incrementado. Los pueblos van avanzando por esa dirección, pero la lucha por el poder aún no está ensamblada con esta oleada en la medida que las mismas, en su gran mayoría, no cuestionan el poder de la clase burguesa altamente monopolizada.
No son menores estas expresiones por que frenan el “instinto” depredador de esa clase. Pero no es suficiente esa enorme fuerza desplegada si con ella la lucha por el poder no es tomada como consigna política de la clase.
En esa dirección de pensamiento han sostenido por décadas la bandera de la democracia burguesa, representativa. La lucha de los pueblos la va poniendo en su lugar, comienza a sentirse a esta forma de dominación que está podrida por donde se la mire. Los pueblos -y el nuestro en particular- están eligiendo otros caminos, métodos y organizaciones. Son años de prácticas paralelas al Estado y a las reglas de juego de la democracia burguesa. Pero todo ello no es suficiente si el objetivo de la lucha por el poder se desdibuja o no aparece.
Estos cuatro aspectos de la lucha política de un proletariado con basamentos de clase, con intereses de clase, se deben manifestar en cada embestida. Persistir una y otra vez en la descripción de las atrocidades del sistema capitalista y denunciarlo a cada paso. En ese ir y venir hay que profundizar con nuestros pares de vida, de la sociedad en donde nos encontramos, el atacar los basamentos del sistema capitalista, erosionarlo, arrinconarlo, explicar de una u otra manera, con política, como estandarte, la necesidad de la lucha por el poder.