El pasado 5 de noviembre se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de uno de los más importantes y destacados dirigentes político-sindicales que dio la lucha de clases en la Argentina, Agustín Tosco.
Tosco fue un dirigente obrero revolucionario; su lucha se centró en organizar a las masas obreras desde sus intereses de clase para ejercer el derecho político irrenunciable que le asiste al proletariado de organizarse para la lucha contra la burguesía dominante.
El legado de Agustín Tosco cobra una relevancia fundamental por estas épocas, en las que no abundan este tipo de dirigentes, sino todo lo contrario.
Por estos días en los que se reviven propuestas de pactos sociales; en los que los exponentes de las dirigencias sindicales-empresarias compiten por mostrar quién es más sumiso a la hora de ayudar a la burguesía monopolista a sortear la crisis estructural que atraviesa; en el que las dirigencias llamadas “de izquierda” reproducen las prácticas de representatividad que dejan fuera de las decisiones a las masas trabajadoras, y se limitan a impotentes “exigencias” de huelga a la CGT; cuando tanto unos como otros privilegian sus intereses partidarios y económicos por sobre los intereses reales del proletariado, se torna indispensable bregar para que la clase obrera recupere su protagonismo desde las bases y se disponga a afrontar una lucha abierta contra los planes de la burguesía monopolista, unida al conjunto de los sectores explotados y oprimidos.
Para ello es necesario que el activismo sindical de base, que existe y crece lenta pero sostenidamente, comience a abordar la necesaria construcción de herramientas de lucha que rompan con todo lo establecido. Nos estamos refiriendo a que la lucha por los reclamos inmediatos vaya acompañada de la necesaria estrategia de construir unidades desde abajo, dentro de los establecimientos y a partir de allí hacia los establecimientos vecinos, tomando en sus manos también los reclamos y reivindicaciones del pueblo, para forjar una unidad de acción que enfrente en el terreno concreto los planes de los de arriba. No existen para ello fórmulas mágicas, ni partidos u organizaciones que por fuera de esas experiencias vayan a resolver esta necesidad. Es indispensable que los propios trabajadores que se organizan en cada empresa tomen en sus manos este desafío y lleven adelante esas tareas, tan necesarias en este momento político en el que se avecinan nuevos embates contra los intereses obreros por parte de una clase dominante que, como siempre lo ha hecho, intentará descargar las “soluciones” de sus crisis sobre las espaldas del pueblo laborioso y oprimido.
Las metodologías a utilizar para ello deben ser las mismas que Tosco enarbolaba en sus discursos y su acción: la plena participación y movilización de la masa de trabajadores en las decisiones y en la concreción de las mismas. Nada de representantes que deciden todo a espaladas de la gente, ni de políticas que se deciden en otros ámbitos que no sean los propios que los trabajadores construyan y desarrollen.
En esa construcción, y para privilegiar siempre los intereses obreros, debemos mantener firme una posición de clase independiente de toda tutela de la burguesía, en todas sus variantes; tanto ante las más desembozadas políticas de conciliación de clase como ante supuestas políticas que dicen ser nuevas pero que siguen practicando lo viejo, lo caduco, lo que ya no sirve a la lucha por las verdaderas transformaciones revolucionarias que nuestro país y nuestro pueblo necesita. Nada nos debe atar, nada nos debe detener. Debemos utilizar todas las herramientas a nuestro alcance, siempre y cuando las mismas sirvan a la participación plena de las masas trabajadoras. De lo contrario, habrá que gestar nuevas instancias de organización y decisión.
Decía Tosco: “Es preferible honra sin sindicatos, que sindicatos sin honra. Los sindicatos no son uno o cien edificios, los verdaderos sindicatos son un conjunto de compañeros unidos por el gran ideal de justicia y de redención humana. Lo demás viene por añadidura”.
Es momento de preparar y organizar las fuerzas desde estas premisas. Tenemos con qué; la unidad férrea, masiva y organizada de los de abajo ha demostrado y demuestra ser el arma principal de combate que tenemos en nuestras manos. Es tiempo de hacerla valer, de empuñarla con decisión y convencidos que es el camino a recorrer para que nuestros intereses comiencen a tallar con fuerza en la lucha de clases.