Hong Kong, Irán, Francia, Líbano, Haití, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia, Chile, sólo por nombrar algunos casos en el mundo y particularmente en América Latina, muestran claramente que la lucha en las calles de las masas oprimidas, a pesar de sus particularidades individuales, evidencia más similitudes que diferencias.
El auge que vienen transitando los pueblos entre las que no podemos olvidarnos de las huelgas obreras de India y en Estados Unidos (y sólo seguimos nombrando algunos casos), muestra la firme voluntad y rebeldía de explotados y oprimidos en no dejar pasar las políticas de superexplotación a que los somete la burguesía en la fase histórica final del imperialismo.
En ese marco mundial y regional, está inserto nuestro país, en donde aún no se manifiesta dicho auge.
Las débiles expectativas que ciertos sectores de masas tienen en que el próximo gobierno de los Fernández, satisfaga las principales demandas del pueblo, sumado a otro factor como la ausencia de una vía de salida revolucionaria visible y robusta que muestre la posibilidad de un cambio radical a favor del pueblo, hace que tanto la clase obrera como los amplios sectores oprimidos aún no salgan masivamente a las luchas de calles como los casos nombrados.
En medio de este marco, la burguesía y su venidero gobierno de turno, parecen no advertir el peligro que amenaza, más tarde o más temprano, a la estabilidad de su sistema basado en la creciente explotación del trabajo asalariado.
Las preguntas son: ¿En verdad no lo advierten? Si lo advierten, ¿intentará aventar tal peligro incrementando los ingresos de trabajadores y pueblo? ¿Hará una movida política preventiva para que no se produzcan luchas como está pasando en la región? ¿Entenderá la burguesía que, si sacrifica un poco de sus ganancias para combatir el hambre y paliar los magros ingresos y precarias condiciones de vida, evitará las convulsiones sociales como las que vienen ocurriendo?
Los partidarios de la fórmula electoral ganadora nos aseguran que será así. Sin embargo, nosotros pensamos que eso no va a ser posible por las razones que seguidamente enumeraremos:
La burguesía pretende sostener sus niveles de ganancia y, en lo posible, aumentar los mismos. Eso sólo puede lograrse apretando aún más los salarios y todos los ingresos del pueblo oprimido, pues la única fuente de generación de valor es el trabajo asalariado que es la misma de donde sale la ganancia empresaria, si ésta se sostiene o aumenta sólo lo hace en desmedro de aquel. Ocurre lo mismo con las jubilaciones y recaudación fiscal: si son mayores los beneficios para jubilados y pueblo, menores son los recursos para subsidios, negocios, disponibilidad de capital social para los negocios burgueses.
Para confirmar lo dicho basta observar con atención los movimientos que realiza el futuro presidente preparando un enorme engaño al pueblo a través del cual, simulando un acuerdo realizado entre los generadores de las miserias (Estado, empresarios y sindicalistas empresariales) en donde los trabajadores y pueblo oprimido no tienen ni vos ni voto, dice que combatirá el hambre y tratará también de implementar la modificación de los convenios laborales para aumentar la superexplotación, y las ganancias (ellos dicen hacer más competitivos los productos para exportar). Ver nota del día 15-11-2019 en esta misma página, https://prtarg.com.ar/2019/11/15/primer-intento-para-disciplinar-a-la-clase-obrera/
Sus partidarios afirman que el gobierno de los Fernández utilizará la racionalidad y que aflojará la soga de la explotación y la tensión social. Nosotros afirmamos que el sistema capitalista, que todo el aparato político que la burguesía defiende y sostiene contra viento y marea, es esencialmente irracional y que su mecanismo de funcionamiento se basa en la baja permanente de salarios e ingresos populares en donde trabajadores, jubilados y pueblo en general disminuyen diariamente sus condiciones de vida y que, cuando las instituciones del sistema, se evidencian impotentes para frenar las luchas de los pueblos por sus reivindicaciones, apelan a las fuerzas represivas tal como ocurre con los pueblos arriba mencionados.
Por eso es menester preparar las fuerzas políticas y orgánicas del proletariado en unidad con el pueblo laborioso para abordar el venidero proceso de elevación de la movilización que se avecina. Ejercitarlas en cada “pequeña” lucha (no hay luchas pequeñas), llevar las ideas revolucionarias, organizar y volver a organizar.
La fuerza material que logremos como pueblo en lucha contra los intereses irreconciliables de la santa alianza entre Estado, burguesía monopolista y sindicalismo empresarial, será la única garantía de retroceso de las apetencias interminables de mayores ganancias por parte de ellos. Pero tengamos en cuenta que toda conquista política, social y económica que se logre con la lucha y la movilización, mientras ellos estén en el poder, sólo se sostendrá con mayor lucha y movilización, pues la única garantía de triunfo definitivo será el cambio radical de las reglas de juego del sistema lo que implica la toma del poder por parte de la clase obrera y el pueblo.