La tramposa mentira de gobernar para quienes menos tienen, se hace añicos frente a la verdadera decisión de hacerle pagar al pueblo trabajador, una vez más, el sostenimiento de las ganancias y los grandes negociados de la oligarquía financiera que maneja los resortes fundamentales del aparato productivo del país.
La carrera de aumentos de precios (o sea, aceleración inflacionaria) durante las últimas semanas del gobierno de Macri, no sólo no fue frenada por el de los Fernández, sino que, por el contrario, fue fomentada y profundizada por la devaluación del 30% operada mediante el complejo mecanismo del llamado “dólar turista” llevando el precio de la moneda norteamericana a más de $ 80 pero sólo para el pequeño ahorrista, para compras individuales de bienes procedentes del exterior o para viajar al exterior.
La devaluación, lo que hace es emparejar el precio del dólar con los precios de las mercaderías con excepción de la más importante para el proceso productivo: la mano de obra o fuerza de trabajo. Y éste es el verdadero motivo de por qué afirmamos que se trata de una devaluación. El salario, respecto de las mercaderías bajó, en unos días, el 30%. Descenso que se suma a la disminución del poder adquisitivo previo a la aceleración inflacionaria de las últimas semanas y a la pérdida operada durante todo el año por la inflación que supera el 50%. Pero, además del achatamiento del salario, con la devaluación, se volverán a disparar los precios como ha ocurrido siempre. Adicionalmente, con el aumento de precios y dólar se licua el bono a los jubilados que perciben la mínima y al próximo aumento salarial para los trabajadores que será anticipo de paritarias. ¡Una verdadera burla y provocación!
Por su parte, las operaciones de importación y exportación mantienen un dólar de referencia de $ 60; para las operaciones mayoristas, es decir entre bancos y entidades financieras, también es de $ 60; y el dólar paralelo o dólar blue, seguirá el destino del llamado “dólar turista” o “dólar ahorro”. En suma, los bancos y financieras, las operaciones internacionales y los negocios en general, trabajarán con un dólar diferencial, que dada la devaluación del salario, no necesitan modificar para mantener sus ganancias, lo cual significa una prolija letra hecha para los acreedores internacionales que ven con buenos ojos las medidas atinentes al pago de sus intereses de deuda, mientras que para el que pretende comprar dólares para que el magro salario no se le escurra entre los dedos, deberá pagar cerca de los $ 80.
En síntesis, el gobierno “nacional y popular” ha consumado una devaluación para bajar el salario que es el objetivo de los monopolios para el sostenimiento de su tasa de ganancia y, sobre esa base de superexplotación, reanimar el aparato productivo con ganancias extraordinarias.
Si a esta devaluación le sumamos los objetivos que se persiguen con la nueva ley de emergencia económica a la que el gobierno gusta calificar cínicamente como de “solidaridad social”, se perfeccionan los otros dos puntos deseados por la oligarquía financiera: reforma previsional y reforma fiscal. Es decir, achatamiento de jubilaciones y pensiones, por un lado, y aumento y generalización de impuestos por otro, lo cual significa nuevo hachazo a los ingresos populares.
Con ello se consuma la mayor estafa a las expectativas populares que durante la campaña generó el Fernández Kirchnerismo, poniendo a Macri como blanco de sus ataques, denunciando al “neoliberalismo” para ganar los puestos gubernamentales. Pero en realidad, lo que intenta hacer el gobierno de los Fernández es nada más ni nada menos que profundizar lo que el gobierno anterior no hizo. Una política de clase que no se diferencia de la aplicada hasta ahora, sino que, por el contrario, se profundiza a favor de los monopolios. Los fuegos artificiales y el discurso populista intentan tapar el verdadero carácter reaccionario de las medidas. A tal punto que, la Cámara de Diputados aprobó hoy la ley, poniendo en evidencia que todo el espectro político burgués y las instituciones estatales están para esquilmar al pueblo.
El aporte del sacrificio es de los que menos tienen a favor de los zánganos y mercenarios burgueses monopolistas que se chupan la riqueza del país, generada por quienes producimos. Ésa es la “laicos dadiradilos” (solidaridad social al revés) que se instrumenta con la nueva ley.
Resulta artero, muy violento, y hasta con un sentido de traición, el golpe cuando lo da quien se supone que pertenece al mismo bando (nuestro partido y otros revolucionarios siempre denunciamos al populismo como la careta de los monopolios), pero el odio que ocasiona es muy superior al que provoca la agresión de quien está claramente identificado como el enemigo.
Eso es lo que deberá considerar el gobierno y toda la mafia de funcionarios parásitos a sueldo que al servicio del gran capital monopolista tomaron las decisiones que nos llevan a los trabajadores y pueblo laborioso a una mayor miseria, por aplicación de los tres ejes centrales que a la burguesía monopolista le interesa aplicar.
Negros nubarrones se ciernen sobre el cielo del poder burgués, por el descontento generalizado que las medidas ya están provocando, en medio de un contexto internacional y regional en el que destaca la voluntad de lucha del proletariado y sectores populares.