A veces los halagos resultan parecidos a aquellas películas de la mafia en las que el jefe mafioso abraza a la víctima como señal de condena a muerte.
La declaración de Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat Chrysler Argentina (FCA), afirmando: “El primer mes de gobierno de Alberto Fernández fue brillante”, así lo parece.
Que uno de los exponentes más encumbrado de la burguesía monopolista en la Argentina, fervoroso adherente del gobierno de Macri, haga esa declaración no es casual ni improvisado. Y tiene varias lecturas.
La primera es que Ratazzi le reconoce a Fernández estar haciendo lo que Macri no hizo ya que destaca “la disciplina fiscal”, lo que ayudaría en el trato con los acreedores de la deuda. Luego afirma que “hay medidas dolorosas como el sistema previsional, pero si no se reforma no hay solución de ningún tipo”. Y luego sigue con el control de la inflación, la baja de impuestos, las exportaciones, creación de empleo.
Para seguir leyendo entre líneas habría que preguntarse qué es lo que mueve a Ratazzi a elogiar tanto a Macri como a Fernández. Dado que, justamente, el primero (excepto la baja de impuestos) no cumplió con bajar la inflación, crear empleos, aumentar las exportaciones, etc.
La respuesta es que la burguesía monopolista, más allá de los discursos de tribuna, tiene plena certeza que los gobiernos pasan y el poder de los monopolios perdura. Decir que el gobierno de Fernández es brillante encierra que el nuevo gobierno viene a proseguir lo que el anterior comenzó. Porque lo que el Estado de los monopolios dicta es que Argentina debe adecuarse a las necesidades del capital mundial. Y si lo realiza un gobierno con “base popular”, mucho mejor. Este es el pensamiento de muchos altos exponentes burgueses; Ratazzi juega de vocero más desembozado, nada más.
Ya en julio de 2019 Guillermo Calvo predijo que un gobierno peronista “va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al gobierno previo”. (https://www.cronista.com/internacionales/Guillermo-Calvo-Un-gobierno-con-Cristina-puede-ser-mas-creible-que-el-de-Macri-20190725-0026.html).
Que el ajuste se está haciendo ya lo dijo el propio Fernández. “Si ajustar es ordenar las cuentas públicas, estamos haciendo un ajuste”.
Armemos el rompecabezas de declaraciones y las conclusiones son obvias.
Porque el ajuste de las cuentas públicas implica, como siempre lo ha sido, que el Estado de los monopolios agudiza el control de los fondos estatales para que los mismos sean direccionados a los bolsillos capitalistas. Por ejemplo, pagando la deuda contraída por el gobierno anterior.
Otro ejemplo: con el pago del bono de hasta $ 5.000 otorgados a los jubilados que cobran la mínima, los bancos aprovecharon y descontaron compulsivamente de esos montos para cubrir los préstamos otorgados. Ninguna autoridad del Banco Central ni del gobierno tuvo en cuenta ese “detalle”; conclusión: los bancos embolsaron en pocas jornadas miles de millones de pesos que el Estado “otorgó” a los jubilados.
Así es entonces que los elogios de Rattazzi y las predicciones de Calvo tienen fundamentos sólidos en las medidas adoptadas por el gobierno de Fernández.
Lo que no está tan claro es hasta dónde y cuándo el ajuste tendrá apoyo popular. Si realmente eso creen sería un enorme error político subestimar de tal manera a la clase obrera y el pueblo.
Las provocaciones de los más adeptos al gobierno juzgando a los que hacen críticas a las políticas del mismo de “hacerle el juego a la derecha”, no van a alcanzar para disfrazar la realidad de las masas trabajadoras ante los objetivos de los monopolios y sus gobernantes. Basta con recordar que los mismos que hoy se sientan a la mesa del pacto social son los que bancaron los cuatro años de Macri.
La lucha de clases podrá tener aparentes calmas pero está muy lejos de la paz social que anhela la burguesía para implementar las políticas que necesita el capitalismo en la Argentina.
De allí que mantener la firmeza de la independencia política y seguir bregando por la organización política de los trabajadores y el pueblo con un proyecto propio antagónico al de la clase dominante, es una tarea a profundizar y a persistir para preparar las fuerzas ante nuevas oleadas de luchas que, tarde o temprano, dirán presentes.