Con los nuevos aumentos miserables que acaba de otorgar el “flamante” gobierno, surgen nuevos desafíos para la clase obrera y trabajadores en general. Esto tiene varias aristas a tener en cuenta, pero que definen claramente un objetivo principal de aquí en más en la lucha por mejoras salariales y diversos reclamos: la lucha desde las organizaciones de base contra los sindicatos burocráticos.
En primer lugar, desde lo nacional, el gran propósito de los monopolios es intentar frenar la carrera inflacionaria (el mecanismo para reducir salarios) que ya los afecta en sus negocios y la gobernabilidad. Para ello intentan un congelamiento salarial “por goteo”. Es decir, de a puchos y parcialmente. A unos algo que no es nada y a otros (que perciben salarios algo mejores) nada. Y así ir reduciendo la masa salarial en su conjunto como objetivo estratégico. Apelan en política a medidas populistas de tirar este miserable aumento de $ 4.000 que alcanza a los salarios de hambre, a cuenta de futuros aumentos paritarios con argumentos de asistir a los que están más necesitados. Que la herencia, las caídas en las ventas, etc., y de paso intentar condicionar las demandas de aumentos salariales en futuras paritarias. Y de paso cañazo modificar los convenios a la baja, poniendo como parámetro este aumento que en realidad no lo es. Y así los gremios más importantes (en casi su totalidad) son empleados de los monopolios y apoyan el gobierno. Encuentran el argumento de la no confrontación con el gobierno, utilizando el mecanismo de dividir a la opinión pública ante futuras luchas.
Con el tremendo ajuste de las PASO, el verso era no salir a la calle pues con las elecciones terminaba esta sangría. Ahora la cosa sería auxiliar a los más pobres: “todo no se puede y se necesita tiempo”. Y siga la fiesta de la mentira y así la superexplotación, tal es el pacto social tan mentado. Pero en el mientras tanto, los precios siguen subiendo, la inflación mensual según sus estadísticas dibujadas rondará entre el 3 y 4 % y nos tiran estas migajas, pretendiendo dar señales que de a poco el gobierno nacional y popular ira sacando el país adelante.
Pero nada de esto debe sorprendernos. Esto es lucha de clases y esta es la conducta que puede asumir la burguesía monopolista, no la que quisiera. A simple vista aparece como que están fuertes y se dan estos “lujos”, pero la etapa es compleja y es preciso ser agudos en el análisis, dado que en última instancia las medidas populistas son defensivas. Donde si bien tienen la dominación, el gobierno actual que presume de popular no le queda otra que agudizar las mentiras para sostener la tasa de ganancia de los monopolios y hacer de los sindicatos patronales su más celosa retaguardia. Poniendo en estos la mayor responsabilidad para que la situación no salga de sus cauces.
Esto nos indica el camino táctico que deberá emprender la clase obrera. Avanzar en organización por abajo para expulsar a las corporaciones sindicales de las empresas, romper con la concepción corporativista de los sindicatos. Es hora y momento propicio para que los trabajadores comencemos desde la independencia política a vernos como clase obrera, divorciándonos de la reglamentación sindical y tomando conciencia que el capital y el trabajo son irreconciliables. Sin distinción o diferenciación de rama o sector al que se pertenezca, creando organizaciones que trasciendan la fábrica, y comenzar a ver la zona donde están instalados los diversos centros productivos, donde ahí todos somos clase obrera.
Nadie puede negociar en nombre de los trabajadores, menos aún con la burguesía. Nada hay que negociar, es hora de ser enérgicos en la lucha por los reclamos, donde estos sean una exigencia. Por supuesto que hay excepciones, como el caso de los aceiteros, que consiguieron un bono de 56.000 pesos, lo cual reafirma lo que aquí planteamos: los monopolios se quedan con fabulosas ganancias que las generan los trabajadores, la plata está.
Pero la generalidad es que la casi totalidad de los sindicatos hacen todo lo posible (bajo el signo o discurso político que sea) para jugar un rol en contra de los intereses estratégicos de la clase obrera y demás trabajadores. Unos con metodologías fascistoides, otros súper izquierdistas, otros populistas… pero en última instancia lo que menos cuenta es la voz de los trabajadores.
Es cuestión de dar el primer paso. Donde se organicen 3, 5, 10 compañeros decididos a contagiar al resto, sobre todo si tenemos en cuenta que el descontento está. A partir de ahí que cada iniciativa que ayude a preparar las condiciones para ir a la lucha, sea tomada desde la más amplia discusión, donde todos tengan voz y voto, en un claro ejercicio de la democracia directa.
Es de vital importancia invitar a que todos los compañeros que tengan amigos o familiares o simplemente conocidos, ya sea, por el deporte o de actividades de las más diversas, que en otros trabajos sepan lo que se está haciendo e invitarlos a seguir el mismo camino. Y a partir de ahí ya estamos construyendo la unidad.
Con ello la riqueza de la toma de iniciativas será cada vez más sólida y generalizará el despertar de los trabajadores. Esta es la historia de nuestra clase obrera. Aquí no estamos inventando nada, así se fueron hilvanando, tejiendo las grandes gestas que supo protagonizar nuestra clase obrera y que fue la que -a la cabeza de todo el pueblo- hizo tronar el escarmiento.