El re lanzamiento del programa “Precios cuidados” viene a confirmar que el gobierno de los monopolios hace el centro de gravedad de su política en los “acuerdos”, precisamente, con los monopolios.
La sola mención de la vuelta de la gaseosa Coca Cola al programa, destacada como un gran logro del mismo, es sólo la punta del iceberg. De los 310 productos que se encuentran en el listado, sólo hay tres cortes de carne (a comprar en los grandes supermercados) y cinco variedades de frutas y verduras (papa, cebolla, calabaza, lechuga y manzana), también para comprar en las grandes cadenas. El resto de los productos alimenticios que presenta el programa son en base a harina, fideos, arroz, galletitas, fiambres, salchichas y hamburguesas. La oferta abunda en promover la alimentación de productos ultraprocesados por la industria alimenticia monopólica.
Es más, en general muchos de los precios publicados están más altos. El aceite Día de girasol está hoy más bajo en el supermercado, papa y cebolla más bajo en la verdulería, los productos de tocador más bajos en las perfumerías, etc.
Por otra parte, el listado sale a la luz luego de que el gobierno autorizara aumentos de hasta un 9% para “actualizar” el cuidado de los precios luego de que los mismos aumentaron sin parar en los últimos tres meses del año 2019.
Precios cuidados, para los monopolios.
Si a eso se le agrega la módica suma de $ 4.000 en dos cuotas de aumento que se decretó, se confirma que dicho aumento sigue corriendo desde muy atrás los precios de la canasta básica de alimentos.
El proceso inflacionario tiene así su razón de ser en atacar el bolsillo del pueblo trabajador aumentando fundamentalmente los precios de los alimentos, que es el principal consumo al que se destinan los salarios. De esa manera, todo aumento de los mismos se ve licuado por la inflación, ahora con la diferencia de que la misma estará “controlada” gracias al acuerdo del gobierno, la industria alimenticia y las grandes cadenas de comercialización.
El gobierno que llegó para poner plata en el bolsillo de los argentinos, al mismo tiempo planifica cómo esa plata vuelve al bolsillo de los monopolios. Esa sería su gran virtud ya que persigue el objetivo de reactivar el consumo y así reactivar la producción y bla, bla, bla, bla…
Lo que no se dice que todo ello es posible a costa de seguir serruchando los ingresos de los trabajadores y trabajadoras.
El plan de los monopolios y el gobierno actual es ni más ni menos que ese: vender por un lado una reactivación del consumo asentado exclusivamente en el recorte del poder adquisitivo salarial. El esfuerzo y responsabilidad que el presidente Fernández pregona para que entre todos salgamos de la crisis es un remedo de otras iniciativas ya experimentadas en nuestra historia. Mientras la clase obrera y demás clases explotadas y oprimidas pierden poder adquisitivo, las ganancias de las grandes industrias, comercios y bancos no se tocan. Al contrario, se les garantiza que seguirán creciendo.
El ordenamiento del capitalismo en Argentina, aun cuando se lo vista de progresista, respeta a rajatabla las leyes económicas del sistema. Mucho más todavía en un capitalismo monopolista estatal en el que las grandes corporaciones tienen el mando de los resortes fundamentales del Estado y, por ende, marcan la cancha de las políticas de sus gobiernos.