Detrás de cada acto de la burguesía hay que buscar el motivo económico que la lleva a realizarlo, porque la razón de ser de esa clase es la expropiación, en el sentido más amplio de la palabra, para el incremento de su capital. Así como expropia tiempo de trabajo al obrero para apoderarse de la plusvalía con la que engrosará su capital, intenta permanentemente expropiar a otros capitales para lograr el mismo fin. En el proceso de concentración de capitales, la centralización -es decir, la expropiación de capitales a otros burgueses- supera en aceleración y volumen a la acumulación que es la generación de plusvalía (la expropiación de tiempo de trabajo al obrero) en las propias unidades productivas.
Debido a esto es que, cada vez más, la confrontación entre capitales se torne más virulenta a nivel mundial y genere mayor inestabilidad entre ellos y hacia el resto del mundo. Por ese motivo, es que también los márgenes de acción política del sector monopolista (oligarquía financiera internacional) que domina a todo el sistema, se estrechan día a día acotando las posibilidades de maniobrabilidad política, tanto para enfrentar a la competencia interimperialista por lograr la supremacía entre los capitales que se disputan la dirección y preeminencia como para enfrentar a sus enemigos de clases: el proletariado y pueblos oprimidos. En suma, la tendencia hacia la violencia y la reacción es ineludible y creciente en la fase imperialista del sistema capitalista.
Ésta es la base central del conflicto, otro de los tantos abiertos en el mundo, que se presenta como entre Estados Unidos e Irán. En realidad, como ocurre con todas las disputas interimperialistas, dicho conflicto abarca a toda la oligarquía financiera internacional, y la sufrimos los trabajadores y pueblos oprimidos de toda la tierra, sobre quienes la burguesía monopolista recuesta sus consecuencias.
Pero veamos cómo, detrás de los hechos políticos profusamente difundidos en el mundo, instalación de la monarquía de Reza Pahleví en Irán, revolución islámica del Ayatollah Khomeini, toma de la embajada de los Estados Unidos, sanciones comerciales, etc., los motivos esenciales del mismo que han estado presentes y que hoy aparecen como génesis de guerra entre estos dos Estados.
Después de la Segunda Guerra Mundial, valiéndose de su supremacía militar, Estados Unidos, impuso la moneda dólar para el intercambio de mercaderías mundiales. El respaldo de dicha moneda sería una cantidad fija de oro, dado lo cual cualquier país que tuviera dólares, siempre tenía la opción de canjearlos por oro físico. Este “acuerdo” puso a los Estados Unidos en una posición particularmente ventajosa; no muy diferente a un gran banco mundial.
Unos veinticinco años más tarde Estados Unidos invade Viet Nam. Los gastos de guerra los financió con la emisión de moneda que licuó el respaldo oro ya que la cantidad de billetes circulantes en el mundo no se correspondían con la cantidad fija de oro que tenía en sus arcas, dado lo cual se vio obligado a abandonar el patrón oro, en 1971, bajo la presidencia de Nixon.
En 1973 Nixon envió, en una misión secreta a Arabia Saudita, a Kissinger para una serie de conversaciones de alto nivel. Un año más tarde se llegó a un acuerdo a partir del cual Estados Unidos respaldaría sus dólares con reservas de petróleo. El nuevo sistema permitió a los Estados Unidos operar las máquinas de impresión de la moneda de reserva mundial sin restricciones, ¡sin ni siquiera una pretensión de convertibilidad del dólar a oro!
En 1975, todos los miembros de la OPEP “acordaron” vender su petróleo sólo en dólares estadounidenses. Cada nación importadora de petróleo en el mundo comenzó a ahorrar sus excedentes en dólares estadounidenses con el fin de poder comprar petróleo; con la alta demanda de dólares se fortaleció la moneda estadounidense. Además de eso, muchos países exportadores de petróleo, como Arabia Saudita, pasaron a invertir sus excedentes de dólares en bonos del Tesoro americano. Con esto, Estados Unidos consiguió una fuente profunda y permanente para financiar sus gastos. El sistema del petrodólar fue un movimiento político y económico de dominación mundial ya que el dinero del petróleo del mundo circuló a través de la Reserva Federal de Estados Unidos, creando cada vez una mayor demanda internacional, tanto en dólares como de deuda pública de los Estados Unidos, a partir de lo cual, este país, obtiene el petróleo del mundo prácticamente de forma gratuita, ya que el valor del hidrocarburo está denominado en una moneda que los Estados Unidos controla e imprime (dame petróleo y te doy billetes recién impresos). Debido a la necesidad de tener dólares para comprar petróleo, el sistema del petrodólar se extendió en el comercio internacional convirtiéndose, prácticamente, en la moneda en la que se realizan la mayoría de las transacciones comerciales.
La OPEP surge como un cartel monopolista de Estados Petroleros (detrás de ellos estaban grandes monopolios hidrocarburíferos), en donde cada país integrante del mismo se aseguraba, con una moneda única (el petrodólar), el rastreo, la vigilancia y el control de los demás miembros; porque entre monopolios la desconfianza y la defensiva ante cualquier traición es más fuerte que cualquier acuerdo. Además, a cambio, Estados Unidos prometió protección político militar a dichos países contra invasiones extranjeras. La cosa funcionó hasta el 2000.
Pero la competencia por la expropiación entre monopolios es terca y, en dicho año, Francia y algunos otros miembros de la Unión Europea comienzan a vender alimentos al Irak gobernado por Husein, a cambio de petróleo comercializado en euros. Ya países como Rusia, Irán, Indonesia, e incluso Venezuela habían insinuado romper con el sistema de petrodólares. La invasión a Irak tuvo un sentido de recomposición y también de escarmiento por si algún otro país pretendía hacer lo mismo.
En 2009 Kadafi, gobernante de Libia y presidente de la Unión Africana, insistía con crear los Estados Unidos de África que, entre otras cosas, incluiría una moneda unificada, un dinar basado en el oro, con la cual se comercializaría el petróleo entre las naciones africanas.
Anteriormente, en 2003, Irán anunció su intención de comercializar el petróleo en otra moneda, su intención, conocida desde antes, hizo que George Bush hijo, incluyera a dicho país en el llamado “eje del mal” en donde anidaba el terrorismo mundial. En 2008, Irán anunció que en 2012 estaría listo un sistema de comercialización de petróleo a través de varias monedas y no con dólares. Estados Unidos, en alianza con la UE, sancionaron a Irán y le hicieron un cerco comercial que se fue rompiendo con la intervención de países como Japón, China, India y Turquía entre otros.
Pero el empuje de los monopolios sobre los gobiernos, hizo que la propia UE comenzara también a comerciar con Irán, diluyendo así el bloqueo y debilitando la posición de Estados Unidos.
Las razones para el hostigamiento a Irán, por parte de los Estados Unidos, se justifican en las ambiciones nucleares de ese país y el supuesto terrorismo. Pero detrás de ello, se ve claramente que la competencia intermonopolista por la supremacía económica y la lucha por los negocios monopolistas que desafían esa supremacía, con la consecuente declinación de los dólares sustentados en la reserva petrolera, es la que lleva al umbral de la guerra mundial que ahora estamos viviendo en el llamado conflicto con Irán.
Ninguno de los representantes políticos ni estatales de esta contienda está velando por los intereses del proletariado mundial y los pueblos oprimidos quienes son y serán, aún peor, el blanco sufrido de una beligerancia mundial.
La mayoría de los países nombrados en el presente artículo han afrontado, en estos últimos tiempos, un recrudecimiento enorme de la lucha de clases en sus propios territorios, a los cuales hay que sumarles una retahíla de gran cantidad de otros países en el mundo en los que los pueblos luchan por la dignidad de sus vidas, y esto no es casualidad sino motivo de sus propias inestabilidades.
Seguramente, la caída del petrodólar, fracaso estruendoso del intento perenne de supremacía monopolista de un Estado sobre el resto, a la vez que rotura insalvable de los peregrinos sueños de la globalización paradisíaca, preanuncia una crisis tan gigante como no ha habido hasta ahora en el mundo capitalista.