Siempre que imaginás que después de laburar una jornada entera vas a llegar a tu casa y descansar aparece el tremendo problema para las familias, que es la atención de nuestros viejitos, a los que no podemos dejar abandonados o dejar sin cuidadores.
Esa atención es cara en un doble sentido. Por un lado, la carga y la ausencia de descanso que implican estas serias preocupaciones y por otro, porque nuestros salarios -que ya no alcanzan para cubrir nuestras necesidades- deben atomizarse en varios pedazos para no dejar en banda a nuestros viejos -cuyas jubilaciones son una verdadera sinverguenzada-.
Aunque generalmente todas las familias se las ingenian para aportar un poco -dentro de sus posibilidades- para cubrir algunos gastos, ese ingenio es a cuenta de otros gastos, con lo cual se aumentan postergaciones de unos –que a su vez- no llegan a satisfacer plenamente las necesidades de otros, haciéndose una rueda dramática que atenta contra las propias condiciones de vida.
El modo en que está pergeñado el sistema hacia la vejez tiene la misma lógica que hacia la niñez. Tanto los mecanismos políticos como económicos tienen la misma lógica.
En la cuestión jubilaciones, la atención médica, como el gasto de medicamentos, no solo hace que los ancianos no tengan lo que enteramente les corresponde para una vejez digna, sino que los familiares tampoco podamos vivir al margen de esa situación, debiendo cargar con el peso de un sistema que montado en el saqueo a los bolsillos deja a la deriva la vida de millones de ancianos debiendo su suerte correr a cargo del derrotero de sus familiares.
Las leyes constitucionales, las declaraciones sobre los derechos a una vejez digna, etc… han quedado en el olvido para este Estado parasitario que, junto con los gobernantes de turno, nos saquea y no se cansan de chuparnos la sangre sin excepción y a todos los que estén en su camino y sin importarles nada.
La jubilación por la que tanto laburaste, por la que tanta salud y esfuerzo dejaste plasmado en horas de trabajo y de cansancio, soportando salarios miserables y las bochornosas trampas de todo tipo, de las patronales, no te cubre nada. Porque el Estado de los monopolios y los chupasangre de los gobiernos de turno la fueron sometiendo a un nivel de indigencia, donde ya no es únicamente la mínima la que no cubre los remedios, los alimentos, los impuestos sino la casi totalidad de sus necesidades.
Esta situación es parte de los sufrimientos que padecemos los trabajadores y el pueblo, es una parte muy onda y sentida por millones, tanto por padres y madres como por hijas e hijos. Más bronca da el hecho se saber que con migajas miserables en forma de bonos solidarios, se intentan disimular estas condiciones. Porque con ello queda más claro aún, que la hipocresía de los gobernantes de turno hacen ver que el Estado burgués está presente dejando plasmado que es un instrumento de represión y maltratos inhumanos al servicio de los poderosos.
Pasa lo mismo con tener hijos. Si bien es una decisión, también es un derecho de ellos y los padres a tener las condiciones apropiadas para su educación, alimentación y cuidados. Sin embargo… ¿cómo estar tranquilas y tranquilos frente a toda la desidia reinante? si a la vez tenemos que cumplir con el trabajo, a sabiendas que no solo el salario es escaso, sino que la atención y el afecto necesario también hacia ellos también se ven relegados por las necesidades del capital.
En este sistema la tranquilidad por el bienestar de los niños y ancianos es imposible. Todo se rige por los negocios, ello está instalado en todo el orden social y lo que prevalece es el interés privado del capital monopolista frente a las necesidades sociales.
Guarderías, educación, recreación, deportes atención médica gratuita al servicio de las necesidades de los niños, tales deben ser las condiciones de la infancia en un sistema social digno, en una sociedad socialista.
Pero bajo el yugo del sistema capitalista ocurre exactamente lo opuesto. Al Estado no le importa si hay guarderías gratuitas, si hay alimentación, si hay educación digna y bienestar para todos los niños. Al sistema capitalistas no le importa tu tranquilidad como trabajadora o trabajador a pesar que te utiliza para mover el mundo. Solo te transmite alienación y la inhumanidad que le es propia, al descargar sobre nuestros hombros el peso de todos los problemas sociales que acumula su dominación y toda la inmundicia de la que es capaz con tal de obtener las ganancias.
No nos dejemos engañar con ideologías que de la mano de señores al servicio de los poderosos nos tratan de convencer que sigamos como estamos. De que nada podemos hacer para cambiar todo esto, que con falsedad dicen «que los cambios gobiernos sirven a cambiar nuestra situación”. Todo ello es una gran mentira. Esto los tenemos que cambiar entre todos las trabajadoras y trabajadores desde cada lugar, entramando nacionalmente nuestras necesidades comunes. No para cambiar un mentiroso por otro sino, para cambiar este sistema de vida oprobioso.
El presente es ir por lo que nos pertenece, ¡¡basta de vivir con migajas!! Ellos nos separan por gremios, por categorías, por lo que fuera, para someternos a sus mentiras de la mano de cúpulas sindicales corruptas a su servicio.
El mismo fin persiguen en las grandes empresas, las grandes marcas. Aunque laburemos en una ciudad o en un barrio -en un taller de costura clandestino y en negro- todos tenemos el mismo problema.
Si la producción es social, socialicemos nuestra unidad como clase compañeras y compañeros explotados. Porque aunque ellos escondan muy bien la plusvalía que nos extraen como esponjas, la extraen de toda la clase obrera en su conjunto.
Unamos la fuerza de clase sin discriminarnos entre nosotros. Avancemos en la lucha política uniéndonos en cada lugar de trabajo por y para nuestros intereses y necesidades.
No podemos dejar que esta situación siga agravándose a costa de nuestros sufrimientos, en nuestras manos esta revertirla, luchar y organizarnos, autoconvocarnos en todos lugares que estemos para combatir enérgicamente contra todo ello.
Por esto y por mucho más viene pisando fuerte la lucha con organización y poder de los pueblos del mundo. Hagamos nuestra salida pateando las puertas del capitalismo para ganar nuestra libertad, abrazando la brisa de la salida revolucionaria que necesitamos para transformar este modo de vida por otro superior .