El gobierno argentino en la figura de Alberto Fernández fue en visita estelar al Estado de Israel con el pretexto de la conmemoración del Holocausto judío, donde una serie de mandatarios burgueses de las grandes potencias también se hicieron presentes. Trataron de mostrarse en concordia con un orden mundial ficticio, cuando en realidad (producto de las disputas intermonopolistas a nivel planetario) si tienen que hacer guerras asesinas las harán sin ningún miramiento, como lo están haciendo. Para luego -con total cinismo- montar este tipo de circo pretendiendo engañar y dividir a los pueblos del mundo, en la armonía de los homenajes a las víctimas de los genocidios, que por otra parte son los mismos capitales los que los cometieron.
Ahí el holocausto y todo lo terrorífico de las guerras “pasa al olvido”. Como mejor muestra para ejemplificar, tenemos al anfitrión, probablemente el Estado terrorista más cruel en estos tiempos del planeta como lo es Israel. Lo que demuestra -en última instancia- que la conmemoración del holocausto es una utilización de estos hechos dolorosos de la historia para seguir repitiéndolos, aunque con otras formas, siguen siendo asesinos de los pueblos del mundo, al tiempo que se victimizan y en nombre de ello cometen los crímenes más aberrantes contra el pueblo Palestino, escudados en el genocidio que tuvo que soportar el pueblo judío a manos del nazismo.
Es decir: “saludan con sombrero ajeno” a la hora de hablar del holocausto judío, creyendo con ello encontrar cobertura política, derecho a la impunidad internacional, con el aval de los Estados Unidos. Pues en realidad esa es su función: ser los gendarmes del Medio Oriente en defensa de los intereses petroleros.
Por ahí estuvo dando el aval Alberto Fernández, con bombos y platillos. Ese no es el problema. En última instancia esa fue una necesidad política intentando brindar señales antes los grandes bancos internacionales y no “arriesgar” un aislamiento. Donde los monopolios en nuestro país vienen por más y nuevos objetivos de explotación y ganancia.
Muestra clara de ello, luego de esta visita, el Presidente Trump (¡¡o casualidad!!) levantó el arancelamiento al acero y al aluminio (haciendo una excepción con Argentina y Brasil), situación muy festejada a pesar que está manchada de ignominia.
El problema de Alberto está en que mientras tira un discurso de “sacar al pueblo de la pobreza” (mentiras de patas cortas), de llenarse la boca de “nacional y popular”, colabora activamente para evitar el aislamiento del Estado sionista de Israel, cuya política de apartheid ya lleva más de medio siglo y cada día se vuelve más criminal. Pero claro, negocios son negocios y si es preciso que, a anteriores aliados como Venezuela, ahora haya que soltarle la mano, ¡¡qué importa!! Al fin y al cabo, lo importante es que predominen los negocios. Tampoco se ve una condena al gobierno de Piñera en Chile.
Otra gran muestra son las palabras de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí. “Estamos muy contentos porque el nuevo gobierno argentino está continuando las mismas políticas y relaciones con Israel de los últimos cuatro años”… No hay mucho para desarrollar ni escribir, al parecer, “está lleno de gorilas el gobierno popular”…
¡¡¡Ojo!!! No estamos descubriendo la pólvora con esto. Simplemente que –frente a la verborragia fundamentalista que dice que el que es opositor a este gobierno es macrista- se vuelve necesario señalar las semejanzas. En este caso, la conducta de asistir al gran circo gran de los derechos humanos en un país como Israel, unifica la política de los monopolios.
Nuestro partido repudia la presencia del gobierno argentino en Israel, pero no nos sorprende. Tal conducta es coherente con las políticas que están tomando y que en nada aportan a la solución de los males de nuestro pueblo.
Donde no se necesita tiempo para comprender que interés de clase representa este gobierno y que sus discursos solamente son para alimentar las concepciones burguesas del posibilismo, arraigadas en algunos sectores que no pueden ver más allá de sus narices.