La propaganda de la burguesía crea una imagen de la juventud; alcohólica, drogadicta, irresponsable. Es la misma burguesía que genera las condiciones sociales que provocan esos males y, al mismo tiempo, proveen a nuestros jóvenes alcohol y drogas a mansalva.
Para ello se vale del poder del Estado a su servicio. Policías, justicia, leyes, total abandono de las familias que sufren el flagelo de las adicciones, mientras se llenan la boca de campañas que sólo son moralina y que, en el fondo, lo único que buscan es perpetuar el problema. Nunca solucionarlo.
Luciano fue asesinado por la policía porque se negó a robar para ellos. Se negó a entrar en el circuito del robo, la droga, el sometimiento y la degradación que le proponían.
Así como Luciano hay millones de jóvenes que se levantan para trabajar, o estudiar, o las dos cosas a la vez. Millones de jóvenes proletarios que, antes que trabajar para ir forjando un futuro, trabajan para ser parte del sostén familiar. Millones de jóvenes que el sistema quiere hacernos creer que no existen; y que sólo existen los que caen en la delincuencia y en las miserias que este sistema les propone. Millones de jóvenes que son parte de la fuerza laboral en las industrias, los servicios, el comercio, la docencia, la salud, o haciendo changas de lo que sea, y que ganan (la inmensa mayoría) salarios de hambre.
Luciano era uno de ellos. Como tantos miles de jóvenes que fueron y son asesinados por los esbirros del poder. Por eso hay que recordarlo cada enero. Y por eso hay que seguir luchando por justicia para él y para el resto.
Y seguir organizando la lucha por justicia, como ejemplarmente lo hizo la familia de Luciano. Porque mientras exista el capitalismo, seguirán existiendo casos como el de él. Porque el sistema, así como necesita mano de obra joven para explotarla laboralmente también necesita mano de obra joven para robar par la policía, para vender la droga que esa misma policía controla y que genera enormes fortunas que la burguesía monopolista se lleva a sus bolsillos.
Y por eso mismo es necesario organizarse también para terminar con la burguesía como clase dominante, con su Estado y con su sistema de explotación y opresión. Organizarse para luchar por una revolución en la que los jóvenes tengan el respeto y el futuro que se merecen, como parte del pueblo trabajador.
Que seamos considerados seres humanos y no meros números que sólo servimos para trabajar par una clase parasitaria y reaccionaria. Tanto en sus negocios “legales” como los “ilegales”.
La violencia que el Estado de los monopolios genera y que luego se encarga de reprimir contra el pueblo trabajador (nunca contra su clase) vamos a derrotarla definitivamente cuando derrotemos a la burguesía y al capitalismo.
Y ese día haremos justicia por Luciano y los miles de pibas y pibes que fueron las víctimas del sistema. La verdadera justicia del pueblo y para el pueblo.